Nº 313 - 1 de septiembre de 2014

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Ambos del ICBM: Doctores Raúl Fernández, de Genética, y Antonio Morello, de Farmacología
Nuevos Profesores Eméritos de la U. de Chile:
“Es indispensable un Ministerio de Ciencias”

  • Los dos académicos aportan al conocimiento en el área básica en salud desde comienzos de la década de los ’60; construyeron sus respectivos laboratorios no sólo a partir de sus hipótesis de investigación sino que literalmente ladrillo a ladrillo, consiguiendo los recursos siempre esquivos e, incluso, creando tecnología propia cuando faltaron los fondos para adquirir los equipamientos ideales. Ambos recalcan que es ésa ausencia de planificación y de financiamiento la razón de que en Chile sólo haya aproximadamente unos 3.500 científicos en total; es decir, uno por cada cinco mil habitantes. Lo mismo es causa de que sólo en nuestra Facultad de Medicina se concentre cerca de un quinto del total nacional.

Doctor Antonio Morello

De hecho, el doctor Morello dice que fue el modelo de apoyo a la investigación utilizado por nuestra institución el que imitó Conicyt para establecer las bases de sus fondos concursables. Sabe del tema: dirigió la Oficina de Investigación de la Universidad de Chile, hoy en calidad de vicerrectoría, entre 1990 y 1993, así como la misma unidad, pero en la Facultad de Medicina durante la decanatura del doctor Jorge Las Heras, hasta el año 2006.

Respalda sus afirmaciones el doctor Fernández, quien recuerda el decidido apoyo que daban las autoridades locales a la investigación en la época de su llegada, a través de la muestra de confianza que representaba la contratación en dedicación exclusiva de investigadores jóvenes, y que para su persona fuera solicitada de palabra al decano Amador Neghme por los profesores Gustavo Hoecker y Danko Brncic. “Eran otros tiempos, con formas más familiares”, dice. Tanto, que recuerda que su laboratorio estaba en un pequeño “palafito” en un jardín del antiguo Hospital San Vicente de Paul –hoy patio de estacionamientos del Campus Norte- donde llegaban a picotear las gallinas del vecino señor Labraña, mayordomo del sector. Allí, para asombro de sus colegas, se obtuvieron por primera vez en nuestro país cultivos celulares para el estudio de los cromosomas humanos.

Están conscientes del gran cambio ocurrido en las últimas cinco décadas. Variantes como el aumento en el número de alumnos que accede a la educación superior –en su época, sólo ingresaban 15.000 jóvenes cada año a estudiar gratuitamente en las pocas universidades que había en el país- o la falta de especialistas en el sistema público de salud, influyen en que para el Estado no sea una prioridad la formación de nuevos científicos, sino que, como ocurre en la actualidad, existan buenas iniciativas pero sin una orgánica que las sustente.

Pero, en su opinión, falta un decidido apoyo para alcanzar otros niveles de desarrollo. “Tenemos en Chile una productividad científica de excelencia, de calidad  superior a la de Argentina, Brasil o México, aunque ellos nos superan por mucho en el tamaño de las respectivas comunidades científicas”, dice el doctor Raúl Fernández. “Es un problema de recursos”, añade el doctor Antonio Morello. “Si queremos seguir como estamos, es suficiente. Pero si queremos llegar a otro nivel, hay que triplicar el presupuesto. Se está mandando a gente joven a doctorarse al extranjero sin saber claramente en qué universidades o laboratorios los recibiremos a su retorno”. El doctor Fernández agrega que espera que una alumna de su grupo vuelva desde la Universidad de Columbia al Programa de Genética el próximo año, como profesora asistente. “Lo mismo está ocurriendo en otras instituciones, como en la Universidad Católica y, muy poco, en algunas universidades privadas. Está madurando una política de recuperar a los jóvenes investigadores que van al exterior a terminar su formación, pero en una escala ínfima respecto de cómo ocurre en otros países”.

La necesidad como parte de la inventiva


Doctor Raúl Fernández

Y es que, añade, no se pueden comparar las oportunidades de desarrollo que da un solo proyecto Fondecyt, por ejemplo, “con 120 millones de pesos para cuatro años, versus otros de más de un millón de euros en Italia”. “Pero cómo van a crecer”, agrega el doctor Morello, “si la ciencia en Chile está financiada por los lineamientos que establece Conicyt. Por eso es que cuando estuve en la Oficina de Investigación queríamos incrementar el presupuesto universitario para el área en un millón de dólares anuales; no se pudo”.

Esa histórica precariedad, en todo caso, está en la base de las decisiones vocacionales e incluso de la inventiva científica. El doctor Morello recuerda a algunos investigadores que luego de jurar su falta de interés en alguna línea de trabajo, frente a la posibilidad de un grant se desdecían con presteza; él mismo, añade, disfrazó algún proyecto de ciencia básica como del área aplicada para acceder a algún fondo concursable… “¡qué diablos, hay que sobrevivir!”. El doctor Fernández, por su parte, menciona un microscopio Nikon que, gracias a la creatividad de sus colaboradores, modificó para que estuviera vinculado a un computador. “Eso lo inventamos nosotros y funciona perfecto. Su costo total fue de 18 millones de pesos; para  comprar su equivalente de fábrica habríamos necesitado 58 millones, lo cual era y es imposible con las restricciones presupuestarias que tiene Fondecyt para la adquisición de equipos. Tendríamos que aliarnos con otros laboratorios,  pero las alianzas son difíciles de mantener y de sobrellevar”.


Doctores Raúl Fernández y Antonio Morello

¿Es sólo cuestión de plata? “No”, sentencian ambos. En ello, respaldan toda la lucha del doctor Jorge Babul, presidente del Consejo de Sociedades Científicas, respecto a la necesaria institucionalidad tras el decidido salto que, en su opinión, podría dar la ciencia en Chile. “Pero yo no sé si habría podido dar esa pelea tanto tiempo, como él”, dice Morello. “Ha enflaquecido en su lucha permanente”, termina Fernández.

Cecilia Valenzuela León

Doctor Raúl Fernández:

El Dr. Raúl Fernández Donoso es Profesor Titular del Programa de Genética Humana del ICBM desde 1997. Profesor Titular en el Departamento de Biología Celular y Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (1972-1997).  recibe el título de Cirujano Dentista en 1959 y es elegido Profesor Titular de la Cátedra de Biología General de la Facultad de Odontología en 1965. Profesor Extraordinario del Instituto de Ecología y Evolución de la Universidad Austral de Chile (1976-1981). Tiene estudios de postgrado en Citogenética y Estructura del Núcleo en la Universidad de Sao Paulo-Brasil y en la Universidad de Pavía-Italia. Ha sido becado por la Fundación Rockefeller USA y por la Comisión Internacional de Energía Atómica (IAEA-Viena).

Ha ocupado la presidencia de diferentes sociedades científicas, tales como la Sección Biología Celular de la Sociedad de Biología de Chile (1980-1981)  y la Sociedad de Genética de Chile (1986-1987). Entre sus proyectos internacionales se encuentran el de coordinador del Programa Multinacional de Genética (1972-1977), del Proyecto Especial de Citogenética (1978-1982), ambos de la O.E.A.; coinvestigador en proyecto del Programa de Reproducción Humana de la WHO (1989-1992); coordinador del Convenio CSIC-Universidad de Chile (con base en el Dpto. de Biología Celular y Genética) e investigador alterno del proyecto ALFA (CEE) “Meiosis y sus alteraciones” 1995-1996.  En cuanto a su investigación científica, estuvo a cargo de la organización y dirección de la Unidad de Citogenética del Departamento de Biología Celular y Genética a partir de 1970.  Investigador Principal de 14 Proyectos Fondecyt (uno en ejecución) y de siete del DID (como investigador o coinvestigador). Publicación de numerosos trabajos científicos y presentaciones de comunicaciones originales en Citogenética y Cariobiología, cuatro Capítulos monográficos y autor y editor de un libro titulado "El Núcleo los Cromosomas y la Evolución" (Unesco 1985). Ha sido miembro del Consejo de Grados Académicos de la Facultad de Medicina, de la Comisión Central de Evaluación Académica de las facultades de Medicina y de Odontología, así como de la Comisión Superior de Evaluación Académica de la Universidad de Chile, la cual presidió de 1998 al 2000. Desde 2007 a 2009 ha sido miembro del Consejo de Evaluación de la Universidad.

Doctor Antonio Morello:

Obtuvo el título de Químico Farmacéutico en la Universidad de Chile en 1960.  Ph D de la Universidad de Western Ontario en 1968.  Profesor Titular en 1982  y Profesor de Excelencia 2010  Universidad de Chile. Ingreso a la Escuela de Medicina a mediados de 1961  a la sección Bioquímica dirigida por el profesor Moises Agosín  del Instituto de Parasitología  dirigido por el profesor Amador Neghme, estada que lo marcó para siempre en  su orientación de la investigación científica.

Su investigación estuvo siempre relacionada con la Enfermedad de Chagas, tanto en el estudio del vector vinchuca como del Tripanosoma cruzi, es decir en aspectos  básicos pero relacionados con las orientaciones reales de la patología, tales como la resistencia a insecticidas de la vinchuca y la resistencia a las drogas del parásito. De esta forma su primera publicación relacionada con la resistencia al DDT por parte de la vinchuca apareció en la revista Nature en 1964. También ha contribuido a la ciencia básica en materia de hidatidosis y el desarrollo de agentes naturales o sintéticos contra el cáncer.

Esta línea de trabajo la ha desarrollado colaborativamente con numerosos investigadores del ICBM  y de académicos de otras facultades de la Universidad de Chile y de otros planteles como las universidades de Buenos Aires, la República de Uruguay o Granada de España. En ella han participado aproximadamente 40 estudiantes de pre y post grado (programas de magíster y doctorado), dando origen a aproximadamente 100 publicaciones, 170 presentaciones a congresos nacionales e internacionales y numerosas tesis. Además, ha sido apoyada por más de 25 fondos concursables tanto del país como del extranjero.

En los aspectos académicos administrativos ha tenido, entre otras responsabilidades, cargos como director del departamento de Bioquímica y Química entre 1971 y 1973; del programa de Farmacología del ICBM entre 2007-2011; director de la Oficina de Investigación de la Universidad de Chile, entre 1990 y 1993. Además, ha sido miembro de la Comisión  Central de Evaluación Académica de la Facultad de Medicina y vicepresidente de la Sociedad  de Chilena de Parasitología entre 1988 y 1990.


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