Para dar inicio al acto el profesor Miguel Soto, jefe de laboratorio y encargado del programa de Donación de Cuerpos del Programa de Anatomía y Biología del Desarrollo del Instituto de Ciencias Biomédicas reconoció a quienes en vida deciden entregar su cuerpo para colaborar en la formación de los futuros profesionales de la salud, sentenciando que “nadie se muere a menos que lo olviden”. Asimismo, recordó el legado del maestro José Joaquín Aguirre, profesor de anatomía, quien dijo que “el maestro es el cadáver”, debido a que lo que los estudiantes pueden aprender en ellos es muy superior a lo que es posible exponer en libros de texto o en clases.
Posteriormente, el sacerdote franciscano Cristián Eichen y la representante del Grupo Bíblico Universitario reflexionaron en base a lecturas bíblicas en torno a la temática de la muerte y la trascendencia espiritual. Los momentos más emotivos se vivieron durante los testimonios de familiares de donantes de cuerpos, quienes destacaron la alegría de sentir que su ser querido se convirtió “en un docente de la Facultad de Medicina”.
Cecilia Valenzuela
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