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Nº 180 - 6 de junio de 2011

Las respuestas que puede dar la placenta a enfermedades adultas
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Exitosas investigaciones en el IDIMI
Las respuestas que puede dar
la placenta a enfermedades adultas

  • La reprogramación fetal, cuyo objetivo es que el niño por nacer complete su vida intrauterina de la mejor manera posible, puede tener repercusiones patológicas en los años posteriores.

Doctor Germán Iñiguez, del IDIMI.

Por ello, si se conocen los factores que inciden en el crecimiento fetal durante el embarazo, se podrían sugerir cuidados o estilos de vida preventivos frente a la mayor probabilidad de diabetes, hipertensión o enfermedades coronarias. El doctor Germán Iñiguez, académico del Instituto de Investigaciones Materno Infantil, IDIMI, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, se adjudicó recientemente un nuevo proyecto Fondecyt mediante el cual proseguirá con sus estudios en placentas humanas de niños con bajo peso al nacer o pequeños para la edad gestacional, con el fin de conocer los mecanismos compensatorios generados por este órgano para llevar a término estos embarazos.

De esta manera, señala que gracias a investigaciones anteriores, determinaron que los factores de crecimiento similares a la insulina, llamados IGF-I e IGF-II, así como las proteínas que los unen, denominadas IGFBP, e incluso sus receptores, IGF-IR, se encuentran sobreexpresados en las placentas de niños nacidos de término –es decir, de más de 37 semanas de gestación- pero de bajo peso. “Es decir, este sería un mecanismo de la placenta para tratar de ayudar al feto a ganar peso y a completar su desarrollo intrauterino, favoreciendo así la maduración de todos sus sistemas”, explica el doctor Iñiguez.

El estudio actual va más allá aún, pues busca respuestas complementarias a este proceso por dos vías: analizando si es que las vías de señalización celular se activan por esta sobreexpresión del péptido y viendo si es que agentes inhibitorios del crecimiento, como son los factores fibroblásticos FGFs y la proteína KLOTHO, se encuentran desrregulados. O sea, que el feto se beneficie no sólo porque cuenta con más factores de crecimiento, sino porque también están aumentadas las correspondientes vías de señalización celular asociadas a IGF-IR y, paralelamente, aquel sistema que controla la actividad de IGF-I e IGF-IR se encuentra disminuido en estas placentas.

Una mirada de futuro

Para llegar a este conocimiento, el equipo del doctor Iñiguez está trabajando sobre un modelo que toma muestras de placentas de niños nacidos sin patologías concomitantes a su peso, subdividiéndolas en tres grupos: placentas de niños pequeños para la edad gestacional, adecuados y grandes o macrosómicos.


Explantes de estas placentas son estimulados con IGF-I, de manera de observar si sus vías de señalización intracelular se activan y, por otro, si los factores inhibitorios de crecimiento están reducidos

Explantes de estas placentas son estimulados con IGF-I, de manera de observar si sus vías de señalización intracelular se activan y, por otro, si los factores inhibitorios de crecimiento están reducidos.

“Nacer pequeño o grande para la edad gestacional es una situación que, en la mayoría de los casos, se compensa durante la infancia, pero que puede repercutir negativamente en la edad adulta, porque los predispone a diferentes enfermedades. Por ejemplo, los niños que nacen pequeños tienen una sensibilidad a la insulina alterada, y eso es lógico porque, como en el vientre materno estaban ganando poco peso, el feto trataba de favorecer la acción de la insulina. Pero estos individuos tienen más probabilidades de presentar diabetes u obesidad al ser mayores”, explica el doctor Iñiguez.

Este conocimiento, que dilucidará si la placenta influirá en el futuro de la persona, podría derivar en marcadores de crecimiento postnatal que llevaran a sugerir estilos de vida beneficiosos para esta población, previniendo la aparición de patologías posteriores.

Cecilia Valenzuela