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Nº 140 - 16 de junio de 2010

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Padecen neofobia o resistencia a probar sabores nuevos
Pre escolares chilenos consumen
escasa variedad de alimentos

  • Un estudio liderado por la U. de Chile corroboró que de la amplia diversidad de ingredientes disponibles en el mercado, alrededor de 190, los niños menores de seis años apenas ingieren 70, centrando su dieta en el pan, papas fritas, pollo, fideos y unos pocos vegetales.

Dr. Carlos Castillo

Se ha hecho tradicional que en los restoranes haya menú de niños concentrados en tallarines, pollo, papas fritas y hamburguesas. ¿La razón? Estos platos no sólo son sus favoritos, sino que en algunos casos representan la base de su alimentación.

Aunque hay una amplia variedad de ingredientes disponibles, los niños muchas veces se resisten a consumirlos, un problema que los especialistas califican de neofobia o aversión a los nuevos sabores y texturas, bastante usual en los pre escolares que, desafortunadamente, puede llevar a malnutrición por excesos, deficiencias nutricionales y malos hábitos alimenticios.

En un estudio reciente realizado por la Universidad de Chile en el que se recolectó información de ambientes urbanos de estratos socioeconómicos bajos de Paraguay, Colombia, Panamá, El Salvador y Chile (específicamente Santiago), se constató que en todos estos países hay, en promedio, entre 170 y 190 ingredientes aprovechables. Esto incluye, entre otros, alimentos en base a cereales, legumbres, frutas, verduras, carnes, pescados, mariscos y condimentos. Sin embargo, en todos los lugares estudiados los pre escolares sólo consumían alrededor de 70, ya fuera en forma regular o esporádica, aún más, en muchos casos ese número apenas llegaba a 30 ingredientes.

“Teníamos la impresión de que en forma creciente nuestros niños estaban comiendo una menor variedad de productos. De ahí la tesis de la alumna del Magíster en Nutrición del INTA, Margarita Fernández, quien participó en un estudio internacional para dilucidar si esta hipótesis era cierta y respondía, por ejemplo, a una oferta reducida de ingredientes o a un problema cultural”, explica el académico y Profesor Titular de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Dr. Carlos Castillo.

El pediatra del Hospital San Borja Arriarán, quien dirigió el estudio, resalta que se pudo constatar que en todos los países investigados los pre escolares comían menos de la mitad de los ingredientes disponibles. “En esta etapa los niños debieran tener incluidos la mayoría de los alimentos que ingerirán el resto de sus vidas, por lo tanto, si el consumo es restringido se debe, principalmente, a malos hábitos familiares y culturales y no necesariamente a limitaciones económicas”, apunta.

Ingesta restringida y poco saludable

Una alimentación saludable debiera incluir la máxima variedad de alimentos que aseguren la ingesta heterogénea de todos los nutrientes, minerales y vitaminas prioritarios para el correcto desarrollo mental y corporal del ser humano. Pero no se trata sólo de eso, el problema está en que además de la limitación alimentaria los pre escolares reemplazan los productos saludables por comida chatarra y golosinas. “Esta mezcla es explosiva, pocos ingredientes y alimentos inadecuados producen un alto riesgo a estas edades y en el futuro conducirían a patologías como la obesidad, diabetes y dislipidemias”, resalta el médico.

En el caso de Chile y del resto de los países, los puntos críticos de la alimentación están determinados por una escasa ingesta de pescados, legumbres  y de frutas. “En la etapa pre escolar nuestros niños debieran comer tres frutas diarias pero con gran esfuerzo consumen una. Esto se debe en gran medida a que el modelo familiar no lo hace”, apunta.

El doctor Castillo plantea que siendo esperable que los niños tengan neofobias, los padres debieran ir introduciendo los nuevos sabores con paciencia, porque hay que acostumbrarlos paulatinamente a los ingredientes nuevos.

Dando el ejemplo

Asimismo, es muy relevante que los padres se ajusten a una dieta balanceada porque si la familia se restringe a pocos ingredientes, el niño, por imitación, se resistirá a comerlos. “Los especialistas, incluidos médicos y nutricionistas, tenemos que jugar un rol más activo en la prevención generando pautas progresivas de alimentación que los padres conozcan y hagan suyas, porque si atacamos el problema a nivel escolar estaremos llegando tarde”, sostiene. Para ello, dice, también se hace necesario que no haya consumo de productos fuera de horario y que la familia comparta lo más posible las instancias de alimentación.

Finalmente, el doctor Castillo comenta que con los resultados obtenidos en el estudio espera que se puedan generar algunas intervenciones educativas relacionadas con la alimentación saludable, las cuales debieran ser incorporadas a nivel de las estructuras sanitarias.

Cecilia Coddou