El profesor Erik Díaz se mostró satisfecho porque esta modificación legal “es la recuperación de algo que nunca debiéramos haber perdido”. |
Esta iniciativa modifica el artículo 52 de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, LOCE, incorporando las profesiones de la salud –excepto Medicina, que ya lo estaba- a la nómina de carreras que pueden ser dictadas exclusivamente por universidades. Así, se confiere este carácter a las carreras de Enfermería, Fonoaudiología, Kinesiología, Nutrición y Dietética, Obstetricia y Puericultura, Tecnología Médica y Terapia Ocupacional.
“Y en lo que fue este largo proceso, la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile tuvo un papel fundamental; por ejemplo, cuando se estaba discutiendo la materia ante la comisión de Salud de los diputados, todos los directores de escuela de nuestra institución, encabezados por la decana, nos presentamos en pleno para hacer una defensa corporativa de lo que son nuestras carreras de la salud. Y eso no lo hizo ninguna otra universidad, lo que refleja nuestro carácter de plantel público: defendimos lo que nos es propio, pero también lo que es un bien de toda la sociedad, uniéndonos a la pugna que ya venían sosteniendo los colegios profesionales”, informa el profesor Díaz.
De esta forma, quienes hicieron su formación en estos centros, podrán acceder a programas de licenciatura especialmente creados para este fin, los cuales serán generados “sólo por universidades que tengan escuelas acreditadas en la respectiva disciplina, y que en el caso de Nutrición y Dietética son sólo tres en el país, incluida la nuestra”.
Pero los que quieran acceder a estas instancias deberán autofinanciarlas, pese a haber ya pagado sus estudios en instituciones que, finalmente, no les dieron la preparación adecuada...
Así es. Lo que pasa es que el Código Sanitario establece, por una parte, que quienes den atención en salud deben ser profesionales universitarios, y la Ley LOCE pasó sobre esta disposición al dejar estas carreras fuera del ámbito netamente universitario. Estas personas fueron víctimas de publicidad engañosa, de alguna manera estafados, y es a ellos quienes están dirigidos estos programas reparatorios.
¿Y si alguien no quiere o no puede financiar estos programas, quedará fuera del ámbito laboral?
Paulatinamente, sí, porque el que no tiene el grado de licenciatura no puede seguir estudios de postgrado. No es que estén impedidos de trabajar, pero ante concursos para vacantes de trabajo van a estar en condiciones desmedradas frente al que sí lo tiene, por lo que irán quedando a un lado. Por eso es que les será útil homologar sus estudios.
“Nadie podrá cambiar el sistema de mercado”
Esta nueva ley, en todo caso, no soluciona el problema de fondo que describió el profesor Díaz en su conferencia del aniversario de la Escuela de Nutrición y Dietética, ocasión en la que mostró una panorámica del aumento de las matrículas en universidades privadas e institutos en la disciplina, comparando numéricamente las vacantes ofrecidas por las corporaciones estatales –menos de 50 al año-, con las dispuestas en el área privada, que pueden sobrepasar las 300 por entidad. “Por ello es que el 2009 ingresaron a estudiar nutrición 2.881 jóvenes. Si se titula al menos la tercera parte, en una generación alcanzarán casi el mismo número de profesionales que la Facultad de Medicina ha formado desde que nuestra escuela la integra, en 1970”.
“Ese panorama, con esta reforma a la ley, cambiará sólo en un 5%. O sea, lo que sí resolvería la situación es que haya una definición de lo que es la calidad de la educación superior. Algunos lineamientos están en lo que es la discusión del Consejo de Rectores, las universidades estatales proponiendo el Nuevo Trato y buscando tener un rol protagónico. La ley de educación superior que algún día se discutirá creo que tendrá que definir lo que son las universidades que tienen todas las funciones académicas, las que tienen sólo funciones docentes y otras que tengan algunos elementos, como docencia e investigación, o docencia y extensión. Pero las que cumplen todos los requisitos tendrían que contar con una valoración adecuada de la demanda de profesionales con esas características formativas, porque hoy la cantidad de profesionales no tiene ninguna relación con el mercado. Por ejemplo, la Universidad del Mar tiene el 80% de los estudiantes de Nutrición que ingresan al año, pero no está acreditada y su escuela tampoco”.
Finalmente agrega que, “Lo que hace la Universidad de Chile en la definición de sus perfiles profesionales no lo hace ninguna otra, estatal o privada, al declarar que nos debemos a la sociedad, y que por esto formamos egresados con un rol social. Esto debería tomarlo en cuenta el Estado para comprender qué universidad vale la pena”.
Cecilia Valenzuela
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