Portada
 
Nº 106 - 2 de septiembre de 2009

ISP acredita a Laboratorio de bioequivalencia
Leer más..

Dr. Claudio Hetz
publica e-book

Leer más..

No está todo dicho
Leer más..

PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Muestra abierta hasta el 27 de septiembre de 2009
El eterno resplandor de mentes desquiciadas

  • La oscuridad recibe al inicio de un viaje en el tiempo, con fecha 1924. Para llegar a una realidad ¿alienada?, pero ciertamente bella y claramente pulcra. El lente y la mirada artística del fotógrafo Martínez, recogen la memoria institucional de la Casa de Orates de la primera mitad del siglo XX.

En el Centro Cultural Matucana 100, la instalación de “Casa de Orates: lecturas contemporáneas” –exposición fotográfica perteneciente al Museo Nacional de Medicina- disturba y conmueve: es un galpón helado, en el que las luces hace un juego de mostrar y esconder las imágenes, pero también unas sábanas amontonadas, o unas escobas colgando, o unas frases esclarecedoras.


El profesor César Leyton, historiador del Museo Nacional de Medicina y curador de la muestra en "Matucana 100".

El visitante entra al mundo que el fotógrafo Martínez –nadie sabe más aparte de ese dato- mostró de este manicomio, imágenes que captó entre 1924 y 1926, que se produjeron y compilaron en una memoria que el director de la institución, Francisco Echeñique Gandarillas, encargó para ser entregada al ministro francés y psiquiatra George Dumás, en su visita a este centro.

“Gandarillas, que no era médico, quiso mostrar así los resultados de su moderna administración de la Casa de Orates, organizada en un sistema asilar cuyo moderno tratamiento de los pacientes se basa en la ergoterapia, es decir, la recuperación mediante el trabajo”, explica César Leyton, historiador del Museo Nacional de Medicina y uno de los curadores de la muestra, junto a Camila Marambio y René Valenzuela.

La “Casa de Orates de Nuestra Señora de Los Ángeles”, institución privada, se fundó en 1852 y su ubicación inicial fue en el barrio Yungay, para trasladarse, seis años después, a una nueva construcción diseñada por el arquitecto Fermín Vivaceta en la calle Olivos, emplazamiento definitivo que se mantiene hasta hoy. “El cuidado de los enfermos estaba a cargo de unos pocos profesionales, algunos de ellos profesores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile -quienes dedican parte de su jornada a la asistencia de los internos-, con el apoyo de las órdenes religiosas de los Hermanos de San Juan de Dios y las hermanas hospitalarias de San José de Cluny. La administración de esta institución estaba en manos de una junta directiva, pero a contar del año 1854 se designan administradores que ejercen esta función –como es el caso de Francisco Echeñique-, hasta el año 1831 en que el doctor Jerónimo Letelier Grez es nombrado director, el primer médico que asume este rol”, añade el profesor Leyton.

Locas y rebeldes

La muestra fotográfica da a conocer las diferentes instalaciones de la Casa de Orates, como sus secciones de pensionado para ingresos voluntarios y observación; manicomio para alienados peligrosos y crónicos; asilo de temperancia para alcohólicos y la chacra “Quinta Bella”, lugar en que los internos –en un modelo “Open door”- cultivaban productos agrícolas y ganaderos, y donde estaban los niños. Además, se da cuenta de instalaciones como el Salón del Teatro Grez, laboratorio para autopsias, biblioteca, molino, amasandería, lavandería, zapatería, peluquería, botica, imprenta, talleres de carpintería, fábricas de ladrillos, jabones, colchones y escobas.

El historiador agrega que cuando se analizan las estadísticas de la Casa de Orates, se ve que la división de mujeres tenía a dueñas de casa y a prostitutas. “Hay un proceso de cambio entre los siglos XIX y XX: la industrialización va provocando que las mujeres deban someterse a la crianza de niños, el trabajo doméstico y, además, ganarse la vida; incluso, en ciertos casos, a la explotación por parte del marido”. Eso conformaba ciertas crisis síquicas, porque la mujer estaba muy atrapada. También había casos de mujeres que no cumplían con las normas sociales y terminaban en estos espacios. O las prostitutas, que fueron muy perseguidas por reformadores sociales, como los juristas, porque se pensaba que trasmitían la sífilis, enfermedad que degeneraba la raza.

La muestra, que estará abierta a público hasta el 27 de septiembre de 2009, cuenta una galería de frases seleccionadas de teóricos de la fotografía y la siquiatría –que ponen en crisis la realidad que se presenta en la colección, según explica Camila Marambio, del Centro Cultural Matucana 100- y con una sala adicional en la que se exhiben una serie de cartas de amor, escritas por uno de los médicos cuando estaba haciendo su práctica en la Casa de Orates, a su esposa, acompañadas por varias fotografías, así como el guión para hacer una obra de teatro con los pacientes.

Cecilia Valenzuela