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Nº 68 - 17 de octubre de 2008

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Embarazos
no son responsables de la obesidad femenina
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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Cada hijo elevarÍa sÓlo en medio kilo el peso de la madre
Embarazos no son responsables de la obesidad femenina

  • Según estudio realizado por la U. de Chile los factores determinantes en la ganancia de peso son, entre otros, diabetes, hipertensión, dislipidemia, falta de educación, factores hereditarios y el tamaño del feto al nacer.

“Existe una percepción general de que las mujeres suben sustantivamente de peso con los embarazos, sin embargo los indicadores contradicen esta premisa, ya que la obesidad se ha transformado en una epidemia en los países desarrollados, a pesar de que las tasas de natalidad han disminuido en forma considerable”, comenta el magíster en Salud Pública y académico del Departamento de Atención Primaria y Salud Familiar de la U. de Chile, Elard Koch.


Elard Koch.

El epidemiólogo resalta que en Chile la obesidad de la mujer se ha incrementado de 12% a 32% en los últimos 15 años, mientras que la fecundidad ha caído estrepitosamente desde la década de los ‘ 60, ya que hace 40 años las mujeres tenían, en promedio, cinco hijos, mientras que hoy la cifra llega apenas a 1,8, que está por debajo del nivel requerido para el recambio poblacional.

Para analizar este tema en mayor profundidad el académico realizó un estudio transversal en 508 mujeres que viven en San Francisco de Mostazal, publicado recientemente en la prestigiosa revista inglesa Journal of Epidemiology and Community Health.

En la investigación, apoyada por “Fundación Araucaria” de San Diego, California, participaron quienes habían tenido su primer embarazo dentro de la edad fértil primaria, es decir, entre los 20 y 45 años. El objetivo fue determinar el impacto de los embarazos en las medidas antropométricas que controlan la obesidad, es decir, en el Indice de Masa Corporal y la circunferencia de cintura, entre otros.

Los verdaderos responsables

Al cruzar los datos y ajustar las variables el epidemiólogo pudo determinar que el nacimiento de cada hijo elevaba, en promedio, el peso de la madre chilena sólo en 0.46 kilogramos. Respecto a la cintura, los resultados fueron marginales: 0,35 cms: “Un valor prácticamente insignificante”, recalca.

Según explica, la ganancia de peso y de centímetros de cintura en mujeres chilenas durante la edad fértil está ligada más bien a factores sociales, conductuales y de riesgo metabólico. Los más significativos son la macrosomia, es decir, el gran tamaño del feto para la edad de gestación; la diabetes, hipertensión, dislipidemia, obesidad familiar, matrimonio, empleo y baja educación.

“Al contrario del rol marginal de la paridad, estos factores combinados se asocian con incrementos que van desde 5 a 25 kgs de peso o desde 5 a 20 cms de cintura en la población femenina. Por tanto, podemos asegurar que no hay una relación causa efecto entre la epidemia de obesidad y la paridad de la mujer chilena”, plantea Elard Koch.

En la población estudiada se observó que las nulíparas presentaron una edad promedio de menarquia (primera menstruación) de 11,7 años y las multíparas de 12,9 años. “Observamos una relación inversa entre la edad de menarquia y los índices de adiposidad. Esto sugiere que, paralelamente con la obesidad, la edad de la menarquia en las mujeres chilenas se desplaza, lo que es signo de importantes cambios biológicos en la población”, señala el investigador.

El estudio plantea una hipótesis que explicaría la pandemia: “Pensamos que se la obesidad se programa en útero debido a la relación causal recursiva (círculo vicioso) que existe entre la adiposidad abdominal, alteraciones metabólicas y los problemas reproductivos asociados con la disminución de la fecundidad en la mujer. Esto haría que la descendencia sea cada vez más obesa, imponiéndose un fenotipo frugal o ahorrador de energía que se traspasaría a la generación siguiente”, comenta Koch.

En otras palabras, la disminución de la fecundidad no sólo estaría relacionada con las modificaciones en la conducta reproductiva o el uso de métodos anticonceptivos, sino también se vincularía con un incremento de la grasa visceral o abdominal que provoca problemas reproductivos tales como alteraciones menstruales, ovarios poliquísticos, hiperandrogenismo e infertilidad.

“Debemos prevenir la obesidad en etapas precoces, es decir, apuntar a la protección de la mujer, maternidad, calidad del embarazo y primera infancia para evitar que se transmita a la descendencia”, puntualiza el académico.

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Cecilia Coddou