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Nº 52 - 4 de junio de 2008

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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

El lenguaje oculto de los prematuros

  • En el marco de un curso de actualización organizado por la Escuela de Terapia Ocupacional de la Casa de Bello la especialista de la Universidad de Boston, doctora Elsie Vergara, enseña al equipo de salud cómo apoyar el desarrollo cerebral de las guaguas que nacen antes de llegar a término.

La doctora Elsie Vergara.

La sobrevida de los prematuros ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, tanto que niños cuyo peso bordea los 500 gramos y que tienen una edad gestacional de 23 o 24 semanas, son capaces de salir adelante en las Unidades de Cuidados Especiales de Neonatología. Sin embargo, estos pequeños requieren de atenciones especiales para evitar que sufran secuelas y complicaciones severas.

La doctora Elsie Vergara, catedrática de la Universidad de Boston, explica que en los países desarrollados se está promoviendo el Modelo de Cuidado Individualizado de Apoyo al Desarrollo del Recién Nacido, que tiene como objetivo atender al prematuro evitando que sea expuesto a estímulos ambientales que pueden resultarle negativos y estresantes.

El ruido excesivo, las luces, la manipulación constante, las inyecciones y la interrupción del sueño ponen en riesgo la organización de sus estructuras cerebrales. De hecho, estudios de imagenología han revelado que los prematuros sometidos a mayor estrés pueden desarrollar conexiones incorrectas en sus cerebros, lo que podría estar correlacionado con ciertos trastornos posteriores, como el déficit atencional, la hiperactividad y el autismo.

“Es muy importante que los profesionales que cuidan a estos bebés entiendan las señales que ellos les transmiten para manifestar sus conductas, es decir, cómo están siendo afectados por los estímulos ambientales, sobre todo porque al ser tan pequeños a veces ni siquiera pueden llorar o resulta casi imposible escuchar su llanto”, comenta la doctora Vergara.

Además, explica que los niños pre término manifiestan ciertas conductas para ejemplificar su intolerancia a estímulos demasiado prolongados o intensos: extienden sus brazos y piernas, arquean el tronco, reducen su saturación de oxígeno, sufren de apnea y de bradicardia (ritmo cardíaco lento), tienen hipo o vomitan.

“Hay ciertos procedimientos que no se pueden evitar en los prematuros pero sí es posible cambiar la estrategia de cuidado para que el niño no se estrese más de lo necesario mientras recibe la atención. Lo importante es que el bebé se mantenga autorregulado, es decir, que resista los estímulos que está recibiendo”, comenta.

Contención

Para ayudarlo a autorregularse y consolarse es importante contenerlo, ello puede lograrse flexionando sus piernas, ofreciéndole un dedo para que lo apriete, sosteniendo sus brazos y llevándolos al centro de su cuerpo, colocándole un chupete adecuado a su tamaño, ubicándolo en posición fetal y acercando sus manos a la cara.

“Un bebé normal que llega a las 40 semanas de gestación está bien flexionado y su cerebro tiene las conexiones necesarias para que pueda autorregularse pero, si nace antes de tiempo, no tendrá desarrollados los patrones de conducta necesarios para calmarse y consolarse a sí mismo”, comenta.

Por eso es tan importante que sea asistido disminuyendo los estímulos del ambiente y dándole la contención necesaria, de tal manera que al salir de la UCI su cerebro presente una evolución similar a la que habría tenido en el útero de su madre.

La doctora Elsie Vergara está ofreciendo en la Facultad de Medicina de la U. de Chile el curso de actualización Estrategias Basadas en la Evidencia para la Promoción del Desarrollo Cerebral en el Recién Nacido Pre Término, que culminará el sábado 7 de junio y al cual están asistiendo distintos profesionales chilenos y sudamericanos que conforman el equipo de salud.

La actividad, organizada por las académicas Erna Navarrete y Paula Soto, docentes de la Escuela de Terapia Ocupacional, tiene como objetivo capacitar, entre otros, a enfermeras, matronas, terapeutas ocupacionales y médicos, en un área cuyo desarrollo aún es incipiente en Chile.

Cecilia Coddou