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Nº 49 - 12 de mayo de 2008

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PULSACIÓN SEMANAL

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Doctores Mireya Bravo, Humberto Reyes y Esteban Parrochia
Nuevos profesores emÉritos

  • En solemne ceremonia, recibieron la alta distinción que otorga la Universidad de Chile.

Colmada de agradecimiento y emoción se realizó la ceremonia solemne en que los doctores Mireya Bravo, Humberto Reyes y Esteban Parrochia recibieron la distinción de Profesores Eméritos de la Universidad de Chile, acto que se efectuó 9 de mayo de 2008 en el Salón de Honor de la Casa Central de la corporación, presidido por el rector (s) doctor Jorge Las Heras, y la decana de la Facultad de Medicina, doctora Cecilia Sepúlveda.


Los profesores eméritos Humberto Reyes, Mireya Bravo y Esteban Parrochia junto a la decana de la Facultad de Medicina, doctora Cecilia Sepúlveda, y al rector (s) de la Universidad de Chile, doctor Jorge Las Heras.

Fue la doctora Sepúlveda la encargada de presentar a los homenajeados, destacando de todos ellos su membresía en la Academia Chilena de Medicina; de la doctora Bravo su liderazgo nacional en el área de la bioética, del doctor Reyes sus investigaciones en el área hepatobiliar y su dedicación asistencial y docente en el Hospital del Salvador, y del doctor Parrochia su aporte a la atención primaria, su entrega a la formación de nuevas generaciones de profesionales y su reciente Premio Nacional de Medicina. La decana recordó que la categoría de profesor emérito es una distinción a los académicos de la más alta jerarquía que han cesado en sus funciones y son dignos de este reconocimiento por sus méritos y contribución al saber superior. Sobre los tres homenajeados en esta oportunidad, la autoridad destacó el aporte que cada uno de ellos efectuó, en sus respectivas disciplinas y durante muchos años, en pos del desarrollo de la Facultad.

Así, explicó que “el invaluable aporte al desarrollo de la enseñanza en salud y la formación de profesionales que durante casi dos siglos ha realizado nuestra facultad, es fruto de la perfecta conjunción entre la templada sabiduría que otorga la experiencia y el espíritu crítico e inquieto que vive de la exploración permanente de las fronteras del conocimiento. Es, si se permite el símil, la armonía de un río: siempre el mismo, pero siempre distinto. Mantenerla en el tiempo ha sido posible gracias al acopio y atesoramiento del legado de nuestros maestros (...) En esta solemne y significativa ceremonia, saludamos la continuidad de ese río, pues reconocemos con todo el honor que merecen los nombramientos de nuestros nuevos profesores eméritos”.

Viviendo entera la universidad

Por su parte, el doctor Humberto Reyes, a nombre de los homenajeados, hizo una revisión histórica desde su ingreso a la universidad hasta nuestros días, señalando que “nuestras vidas académicas han sido marcadas en ambos extremos por dos fenómenos históricos: al comienzo, la reforma universitaria, y ahora, la expansión de la educación superior”. Así, recordó sus inicios estudiantiles en las décadas de 1950 y siguiente, describiendo la educación médica y el ejercicio de la profesión de la época, que evolucionaría radicalmente con la reforma universitaria, en la que hubo “cambios enormes, permitiendo que docentes jóvenes tomaran un rol importante en los planes de estudio y en la administración académica”. Luego, se refirió a los cambios sociales que permiten el aumento de las posibilidades en la juventud actual para acceder a la educación superior. Finalmente, agradeció la distinción recibida, señalando que “estamos orgullosos por haber cumplido lo que pide nuestro himno: hemos vivido entera la universidad”.

Gracias a los enfermos

El doctor Jorge Las Heras recordó que durante muchos años trabajó cercanamente con cada uno de los distinguidos: “La doctora Bravo me recibió como becado de pediatría en el Hospital Roberto del Río, y forjé una amistad que se consolidó en la facultad cuando ella fue la primera directora del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas; al doctor Reyes lo conocí a través de su relación con el doctor Hernán Alessandri, como investigador en el tema de colestasis gravídica y como miembros de la Comisión de Apelación de Calificación Académica. Con el doctor Parrochia se generó una empatía muy especial porque compartimos muchas utopías; él pensaba que en la vida hay que emprenderla contra todos los molinos de viento y lo acompañé en algunas andanzas y tareas. Por lo tanto, es muy especial recibir a estos tres profesores eméritos con los que me liga algo tan profundo”.

Cerraron esta ceremonia las palabras del doctor Esteban Parrochia: “quiero agradecer ese mundo, enorme, de los enfermos, por la posibilidad que nos han dado de llegar a ser profesores eméritos. Creo que no existe ningún acto humano que revele más el coraje, la valentía y la confianza que el poner la vida propia en manos ajenas, y eso es lo que ocurre en todas las consultas médicas”.

Cecilia Valenzuela