Nº 307 - 2 de julio de 2014

Ningún producto rico en Ácido Alfa Linolénico podrá ser descrito como “buena fuente de Omega 3”
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Positiva respuesta a informe técnico emanado por Facultad de Medicina
Ningún producto rico en Ácido Alfa Linolénico
podrá ser descrito como “buena fuente de Omega 3”

  • Más que satisfecho se encuentra el grupo de investigadores de nuestro plantel que, a solicitud de las autoridades sanitarias, presentó un informe técnico que fue fundamental para que el  Ministerio de Salud determinara no incorporar un descriptor nutricional para Ácido Alfa Linolénico (ALA) en el Reglamento Sanitario de los Alimentos (RSA) y, por tanto, no definirlo como un símil de las propiedades benéficas que sí ofrecen los ácidos grasos Omega 3 marinos de cadena larga DHA y EPA.

De esta forma, cualquier alimento o suplemento rico en ALA no podrán destacarlo en el etiquetado nutricional como “buena fuente de omega 3”, “que aunque sí lo es químicamente”, explica la doctora Erazo, “no posee los beneficios del DHA y EPA para la salud humana”. De acuerdo a lo que señala el doctor Rodrigo Carrasco, “esto hubiera inducido a error en el consumidor, ya que la población asocia el término Omega-3 principalmente a salud cardiovascular, sin diferenciar el ALA del DHA y EPA, pensando que brinda beneficios como si fuera lo mismo, sin que esto sea verdad”.


Doctores Nicolás Valls y Juan Guillermo Gormaz, el estudiante Matías Libuy, doctoras Vilma Quitral y Marcia Erazo, profesora Karen Domínguez y doctor Rodrigo Carrasco.

El grupo de expertos fue, en primer término, convocado por la profesora Vilma Quitral, académica del Departamento de Nutrición, quien representa a nuestro plantel en el Comité de Reglamento Sanitario de los Alimentos, que lidera el Ministerio de Salud. Allí se creó un subcomité para analizar la propuesta de aplicar el descriptor “Omega 3” que se indica en el Artículo 120 del Reglamento Sanitario de los Alimentos, a aquellos productos que contienen Ácido Alfa Linolénico (ALA). La profesora Quitral invitó a los doctores Marcia Erazo,  académica de la Escuela de Salud Pública y del Departamento de Nutrición y  Juan Guillermo Gormaz, académico del Programa de Farmacología del ICBM a integrarse a esta subcomisión. Los tres académicos participaron en diversas reuniones de este subcomité en el Ministerio, brindando antecedentes sobre el tema en particular, y entregando finalmente, el informe a solicitud de las autoridades ministeriales.

A su vez, y para la elaboración del informe, los doctores Erazo y Gormaz reunieron a  otros investigadores, de manera de buscar los antecedentes que permitieran al Ministerio de Salud tomar la decisión basada en la mejor evidencia científica existente hasta ahora. De esta forma, además de la profesora Quitral, participaron los médicos Rodrigo Carrasco, especialista en medicina interna y candidato a Doctor en Ciencias Médicas, y Nicolás Valls, del Magíster en Fisiopatología; la profesora Karen Domínguez, académica de la Escuela de Enfermería y candidata a  Magister en Salud Pública con  mención en Epidemiología y el interno de sexto año de medicina, Matías Libuy. 

Así es como este equipo elaboró un informe basándose en la metodología empleada por la International Agency for Research on Cancer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud para elaborar sus monografías, y que consiste en hacer una revisión sistemática de todos los estudios clínicos y epidemiológicos relacionados al tema y sus efectos en salud. El equipo de investigadores, entregó en este informe más de 100 referencias analizadas críticamente en cuanto a la asociación causal entre la exposición a ALA y los diversos efectos en salud analizados.

Efectos en salud humana

El equipo fue enfático en señalar que la evidencia ha reportado que el ALA, si bien puede ser un eficiente precursor de EPA y DHA en roedores de laboratorio, no lo es en seres humanos, donde la bioconversión ALA-DHA bordearía un 0,5%, resultando imposible extrapolar esos resultados a nuestra especie. La profesora Karen Domínguez añade que “lo más preocupante es que, desde principios de los años ’90, comenzó a describirse una asociación directa entre la ingesta de ALA y un aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de próstata, lo que se ha hecho cada vez más consistente con el correr del tiempo, ya que grandes estudios de cohortes –por ejemplo, seguimiento de nueve años a 288.268 hombres entre 50 y 71 años de edad- y un meta-análisis que revisa todos los estudios con diseños prospectivos y retrospectivos, muestran una asociación significativa entre la exposición a ALA y un aumento en el riesgo de tener cáncer prostático”. Al respecto el doctor Carrasco, quien realiza su tesis de doctorado en pacientes oncológicos, señaló que un estudio reciente realizado en pacientes con esta patología ha evidenciado que la presencia de niveles más altos de ALA en la próstata están positivamente asociados con biomarcadores de mayor agresividad de esta enfermedad, como son mayores niveles de antígeno prostático específico y tasas de proliferación tumoral.

A nivel pediátrico, el doctor Valls mencionó que los ensayos clínicos aleatorizados controlados analizados muestran que la sustitución total de la lactancia materna por sucedáneos enriquecidos sólo con ALA y sin DHA, genera alteraciones en el desarrollo visual y neurológico, con lo cual los niños tienen peores puntajes en pruebas cognitivas y de agudeza visual, cuyas secuelas todavía son apreciables al cuarto año de vida”. Según explica el doctor Gormaz, esto se debe a que “la evidencia clínica nos ha demostrado que cuando un lactante ingiere ALA en lugar de DHA, su organismo es incapaz de transformar el precursor vegetal a DHA en las cantidades requeridas, por lo que se genera una deficiencia. Sin embargo, si a la fórmula se le agrega DHA, además de ALA, aunque sea en cantidades menores, no hay deficiencia”. Es decir, en esta fase de la vida, el nutriente crítico para el desarrollo neurológico es el DHA, no el ALA.

Normativa basada en evidencia

Por lo anterior, los investigadores señalan que están más que conformes con esta decisión ministerial, pues se basa en evidencia científica, tanto clínica como epidemiológica, y apunta al bienestar de la población, “de manera que se contribuye a sentar un precedente para la toma de decisiones en salud pública”. Al respecto, el interno de medicina Matías Libuy señaló “accedimos gustosos a participar de manera voluntaria y sin ningún tipo de incentivo en el informe, porque pensamos que es importante que las decisiones en salud pública se tomen en base a evidencia clínica y epidemiológica”.

En virtud de la gran cantidad y pertinencia de la información científica presentada, que finalizó con una buena acogida del informe por parte de las autoridades ministeriales, el grupo de investigadores considera necesario que la comunidad académica y clínica pueda participar en este tipo de discusiones, debido a que la toma de decisiones basadas en evidencia clínica y epidemiológica es un avance en la generación de políticas públicas para nuestro país “lo que puede ser útil para otros colegas en distintos ámbitos”, añaden.

Cecilia Valenzuela León

Lo que determina la decisión ministerial

Los descriptores que se permiten en el artículo 120 del RSA para  “DHA/ EPA/ OMEGA 3 de cadena larga” son las frases “buena fuente” o “contiene” cuando la porción de consumo habitual contenga como mínimo 100 mg de EPA ó 100 mg de DHA ó 100 mg de EPA + DHA. A su vez, el descriptor “alto” se aplica si la porción de consumo habitual debe contener como mínimo 200 mg de EPA, o, 200 mg de DHA ó 200 mg de EPA + DHA.


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