Nº 276 - 10 de septiembre de 2013

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Recibió la distinción junto al prof. Humberto Giannini, de la Facultad de Filosofía y Humanidades
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  • “¿Por qué creo que es imprescindible que la Universidad de Chile se reestructure y se remodele, dándole gran prioridad a la integración transversal? Yo contestaría que la razón es que el fraccionamiento del conocimiento en disciplinas y áreas diferentes es artificial. No el universo, ni la naturaleza o el ser humano y su cultura están fragmentadas en espacios separados. Por lo tan to, su estudio y conocimiento, que constituyen la esencia de la tarea universitaria, deben integrar todas las visiones que nos entregan el conjunto de todas las ciencias, las humanidades y las artes”.

Con esas palabras, el doctor Jorge Allende recibió, el 6 de septiembre de 2013, la medalla Rector Juvenal Hernández Jaque, mención Ciencia y Tecnología. Así, ante la presencia de autoridades universitarias y de las facultades de las cuales pertenecen los académicos distinguidos, como son las decanas profesora María Eugenia Góngora, de Filosofía y Humanidades, y doctora Cecilia Sepúlveda, de Medicina, añadió –respecto de la importancia de la integración en nuestra institución, que “aquí tenemos un gran proyecto, el más importante que en este momento podemos hacer por nuestro país”.


Profesores María Eugenia Góngora y Humberto Giannini junto a la prorrectora de la Universidad de Chile, doctora Rosa Devés, y a los doctores Jorge Allende y Cecilia Sepúlveda.

En ese marco, el doctor Allende agradeció y valoró la medalla para luego reflexionar respecto de que “la Universidad, como institución, existe en un constante contrapunto que le exige balancear conceptos opuestos: unidad y diversidad; democracia y jerarquía; cambio y tradición. Para mantener su naturaleza debe lograr ese balance, ese justo medio de los helénicos”. Pero, añadió, “creo que nuestra querida Universidad de Chile ha perdido en balance respecto de unidad versus diversidad. El dicho que dice que sólo somos un archipiélago de facultades sigue siendo tristemente cierto”.

De esta forma, y como exitosos ejemplos de cambio institucional en vistas de la integración y para responder a los avances en materia científica, mencionó la creación del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina –durante el decanato del doctor Eduardo Rosselot, en 1997-, así como la sinergia disciplinar que requiere el avance del conocimiento. Además, recordó iniciativas institucionales en esa línea, como los proyectos Domeyko y U Redes, los cursos Bicentenario y el programa La U por Chile. Finalmente, dio a conocer que en los últimos meses “he tenido la rica experiencia de visitar nueve liceos y colegios con el proyecto de capacitar profesores de biología de Enseñanza Media en los conceptos modernos de biología molecular mediante laboratorios portátiles”. En estas actividades, añadió “escuché decenas de veces la frase de “por fin la Universidad de Chile se ha vuelto a preocupar de la educación”. Siempre me impactó y me convenció de que nuestra universidad no puede defraudarlos a ellos y a miles de niños y jóvenes que esperan nuestra acción. Es hora de que juntemos las manos e iniciemos una gran cruzada por la educación pública de todos los chilenos. Nuestros niños y jóvenes no pueden seguir esperando”.

“Tocando la puerta y pidiendo permiso”

Durante la ceremonia, el profesor Rodolfo Saragoni, académico del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas distinguido el año pasado en la mención Ciencias y Tecnología, reseñó la carrera académica y científica del doctor Allende, destacando su formación de doctorado en Yale y su retorno a la Universidad de Chile a instancias del rector Juan Gómez Millas, donde abrió su laboratorio junto a su esposa y colega, la doctora Karen Connelly, el cual permaneció en actividad por más de 40 años.


Doctora Rosa Devés entrega la distinción al doctor Jorge Allende.

Posteriormente, la decana María Eugenia Góngora describió la trayectoria académica del profesor Humberto Giannini, actual profesor emérito, quien en 1958 comenzó su carrera docente en la Universidad de Chile, plantel en el cual obtuvo su título de profesor de Estado en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Educación y prosiguió sus estudios en Hermenéutica y Filosofía de la Religión en la Universidad de Roma. La académica relevó su especialización en fenomenología de la cotidianeidad, integrando conceptos como la tolerancia, la convivencia comunicativa, la reflexión diaria, la condición humana de pasante, las rutinas, los periplos, las pausas y las conversaciones. En esta línea, añadió, ha tenido una prolífera carrera como escritor de ensayos en materias como la historia de la filosofía, la autenticidad, el bien, el deber ser, la experiencia moral, la ética de la proximidad y la experiencia común. Entre sus muchos reconocimientos, mencionó la distinción como doctor Honoris causa de la Universidad de París VIII en 1998, el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 1999 y su elección como miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua; entre sus publicaciones, mencionó "Reflexiones acerca de la convivencia humana", "El mito de la autenticidad" y "Breve Historia de la Filosofía".

Cerrando el encuentro, la doctora Rosa Devés, prorrectora de la Universidad de Chile, destacó que a ambos homenajeados “los conocen los niños y profesores de nuestra país; y no sólo los conocen, también los quieren. Han llegado a las escuelas de todos los confines de nuestra nación, de las más variadas formas, ya sea con su presencia, a través de sus obras o porque han motivado y guiado a otros para hacerlo, para mostrar que se puede pensar con independencia y generar un mejor país para todos. Son personas públicas, pero han entrado a las aulas y las casas de muchos chilenos, sin estridencias, recorriendo caminos de tierra a pie, tocando la puerta, pidiendo permiso, mirando lejos, guiados por su pasión por descubrir y servir. Hoy, cuando la universidad se encuentra definiendo la forma en la que se enfrentará a su mayor compromiso, con la educación, llamamos a que los modelos de vida académica de Allende y Giannini sean quienes guíen nuestro caminar, que sea bajo su inspiración que aprendamos a escucharnos, a entendernos y comprometernos en esfuerzo común, para que con sencillez, con apertura y con mucho trabajo, tocando la puerta y pidiendo permiso, podamos entrar en las vidas de los niños de Chile”.

Cecilia Valenzuela León


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