Nº 270 - 23 de julio de 2013

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Carta del Director de la Escuela de Salud Pública en la despedida al Dr. Ernesto Medina, leída en su funeral (jueves 18 de julio de 2013):

Querida Doctora Ana María Kaempffer y familia Medina Kaempffer, 

Con profundo pesar he recibido la noticia del fallecimiento del Dr. Ernesto Medina. La noticia me ha sorprendido en tierras lejanas, donde me encuentro participando en una reunión internacional. Hubiera preferido estar físicamente allí para darle un abrazo a usted doctora y, a través del cariño, acompañarla a usted y su familia en estos difíciles momentos. No ha sido posible, pero he querido, al menos, hacerme presente a través de estas palabras.

Para los profesionales de mi generación, el Dr. Ernesto Medina y usted han representado las figuras señeras que nos fueron abriendo el mundo de la Salud Pública. La interacción reiterada con ustedes en los cursos de pregrado de los distintos años de la carrera de Medicina, así como en los cursos de postgrado, nos fue develando una disciplina que prontamente nos llenó de la misma fascinación y pasión que ustedes exhibían en su trabajo académico. 

A lo largo de mi vida, tuve oportunidad de relacionarme con el Dr. Medina desde diferentes roles. Además del rol de estudiante, en los tiempos en que cursaba mi carrera, la vida me empujó a asumir un rol de dirigente estudiantil. De esa relación, solo guardo del Dr. Medina recuerdos de respeto y cuidado hacia nosotros los estudiantes y, especialmente, hacia quienes éramos sus líderes. Eran tiempos difíciles, peligrosos, tiempos que difícilmente pueden percibirse en toda su dimensión a la distancia temporal que hoy tenemos respecto de esos días. Los compromisos y acuerdos que Ernesto Medina alcanzaba con nosotros también implicaban riesgos para él, presiones de autoridades superiores que nunca nos traspasó a nosotros. 

La dirección de la Escuela de Salud Pública no es una tarea fácil, especialmente si los tiempos sociales y políticos son como los que le tocó vivir al Dr. Medina la mayor parte de su periodo como Director. Cuando en la década de los años 80s empezaron a desarrollarse las políticas privatizadoras en salud, la solitaria voz de Ernesto Medina se escuchó con fuerza para oponerse a una estrategia de debilitamiento del sector público.

A principios de los años noventas, el nuevo contexto político facilitó la reactivación de la Sociedad Chilena de salubridad. Quienes habíamos participado en el esfuerzo previo de crear una sociedad de salud pública en formato de asociación gremial, como única opción posible durante el régimen militar, sociedad en la que yo ocupaba la vicepresidencia en representación de las generaciones más jóvenes de salubristas, me encomendaron ir a conversar con Ernesto Medina para lograr que él y la Escuela se sumaran al esfuerzo de reconstituir la antigua Sociedad de Salubridad. La tarea que era aparentemente difícil porque los protagonistas de las generaciones anteriores habían quedado en veredas distintas cuando se produjo el quiebre de nuestra alma nacional, fue facilitada de manera extraordinaria por la disposición generosa del Dr. Medina a colaborar con esa iniciativa que él consideraba fundamental.

Después en diversas oportunidades en mis roles directivos dentro del sector salud vine a pedir ayuda a la Escuela de Salud Pública. En todas ellas me encontré no solo con la respuesta generosa de Ernesto Medina, sino que también con una permanente confianza en mi persona que nunca dejé de sentir. Julita González, Gladys Yentzen y Maruja de la Fuente, que posiblemente se encuentren entre los asistentes, seguramente pensarán: “lo que pasa es que, como una los crió de chiquititos….sabe como son los chiquillos”.

La vida me llevó de vuelta a la Escuela de Salud Pública para incorporarme al equipo académico en el año 2000. Allí tuve la oportunidad de cultivar con Ernesto Medina una relación de colegas. Esta nueva relación, en la que él nunca dejó de ser para mí el Profesor Medina, no hizo sino acrecentar el respeto y el afecto por este hombre notable, este hombre de su tiempo, como se dijo cuando se reconoció su contribución al desarrollo de nuestra Escuela de salud Pública en la ceremonia donde conmemoramos nuestros 70 años de existencia.

Es esa figura de envergadura latinoamericana, la que en su mensaje de saludo en esa misma ceremonia, recordaba José Teruel, director adjunto de OPS en la persona de Ernesto Medina, Tito Medina como él mismo lo llamó. Es la talla académica de esa figura la que estuvo detrás del reconocimiento que la Organización Mundial de la Salud hizo a la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile en los años 80s y que se expresó en un certificado que, enmarcado, aún se exhibe con orgullo en las paredes de la Dirección de nuestra Escuela. 

Hoy, cuando el Profesor Medina nos deja, mis palabras se funden con la voz que emerge del rol que también la vida me ha llevado a desempeñar en la dirección de la Escuela. Es desde este rol que, en representación de la comunidad de la Escuela de Salud Pública, me hago presente para expresarle a usted Dra. Kaempffer y a toda su familia, que nos sumamos acompañándolos en el dolor por la partida del Dr. Medina, porque ese dolor también es nuestro. 

Querida Dra. Kaempffer y familia, estimados colegas de la salud pública, estimados amigos, hoy queremos expresar una vez más nuestro reconocimiento a Ernesto Medina. Hoy parte uno de los que fuera de los mejores entre nosotros. Al despedirlo, lo hacemos como genuina expresión de una admiración, respeto y afecto que trascienden generaciones. El Profesor Ernesto Medina Lois ha sido y seguirá siendo parte de la comunidad de la Escuela de Salud Pública y su ejemplo seguirá estando presente para que todos nosotros estemos a la altura que nos demandan los desafíos actuales de la Salud Pública y de nuestro país.
Profesor Dr. Ernesto Medina Lois, descanse en paz.

Dr. Oscar Arteaga, Director de la Escuela de Salud Pública.

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