Nº 255 - 26 de marzo de 2013

Doctor Peter Agre: Doktoro Esperanto
Leer más..

Dos estudiantes de la Facultad de Medicina cursarán programas en Europa
Leer más..

Prof. Dr. Miguel Kottow Lang, primer Maestro en Bioética
Leer más..

Visitó la Facultad de Medicina de la U. de Chile entre el 14 y 15 de marzo de 2013
Doctor Peter Agre: Doktoro Esperanto

  • En 1887, Lázaro Zamenhof creó un idioma artificial con el fin de contribuir a la comunicación entre las naciones. Firmó el libro en el que lo publicó como Doktoro Esperanto (“doctor esperanzado”). La misma vocación social, el mismo interés por mejorar la calidad de vida de las personas –eso sí, divulgando las contribuciones que puede hacer la ciencia para el progreso de las sociedades-, es lo que define al doctor Peter Agre, Premio Nobel de Química 2003 por el descubrimiento de las acuaporinas y hoy en labores diplomáticas como parte de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, visitando diferentes países en desarrollo. Porque vive la ciencia como un nuevo “esperanto”.

Doctor Peter Agre

Como siempre dice, su descubrimiento fue una casualidad: preguntándose por qué la identidad molecular del grupo sanguíneo Rh era totalmente desconocida, inició un proyecto buscando la respuesta en el aislamiento de los polipéptidos de los glóbulos rojos. Allí encontró la proteína 28 kDa, bautizada posteriormente como acuaporina, cuya importancia radica en que no solo explica los rápidos cambios del volumen celular causados por la entrada o salida del agua, sino que también actúa frente a cambios fisiológicos o a alteraciones patológicas.

¿Desde dónde vienen hoy las preguntas más urgentes de responder: desde lo desconocido o desde las necesidades más imperiosas?

Cientos de años atrás, la gente moría de miseria, hipotermia, malnutrición. Probablemente los primeros científicos, arquitectos y agricultores, e incluso las familias, reconocían la importancia de la alimentación y de mantener a los niños abrigados y secos; el objetivo era terminar con el sufrimiento. Durante el renacimiento, científicos como Galileo tuvieron grandes visiones de la ciencia; en base a la curiosidad se hicieron preguntas más profundas. Hubo personas excepcionales como Isaac Newton, quien creó los conceptos de atracción y gravitación a partir de observar una manzana caer. La ciencia ha tenido individuos extraordinarios que la llevaron muy lejos, haciendo aportes fundamentales, como fue Alexander Fleming y su descubrimiento de la penicilina a fines de los años ’20, aunque el uso de este producto no llegó a la práctica sino hasta los años ‘40. Primero está el descubrimiento inicial, y luego está la necesidad que, posteriormente, encuentra y produce la utilidad al conocimiento generado.

Por eso, añade, “el balance entre el conocimiento fundamental y el uso práctico del conocimiento es un gran desafío. Se requiere del descubrimiento y de la investigación aplicada, la ciencia traslacional; las necesitamos a ambas. Muchas veces la conexión es difícil. Lo que pasó con la insulina es otro ejemplo: fue una sustancia que se descubrió en el páncreas y que se probó en perros, viendo que podía bajar el azúcar en la sangre. Quedó ahí hasta que a un científico se le ocurrió que podía sacar páncreas de los mataderos, de ahí purificar la insulina y administrarla a los enfermos, y una de las primeras pacientes logró llegar a tener casi 70 años, lo cual fue un enorme éxito. El desarrollo de la técnica es indispensable”.

De la importancia de la comunicación

Si tuviera que emular en sus reivindicaciones sociales marchando frente a la Casa Blanca al doctor Linus Pauling, uno de sus héroes y Premio Nobel de Química y de la Paz, la pancarta que alzaría diría “Apoyen la ciencia”. Porque es ella la que le ha abierto las puertas más inesperadas: las de Fidel Castro o las del Presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. “Y eso ni Barack Obama lo ha conseguido”, sentencia.

Por la disposición que ha visto en investigadores y académicos de las más diversas sociedades e ideologías, es que el doctor Agre está convencido de que la ciencia abre puertas. “Me gustaría que los políticos entendieran que la ciencia es útil. No podemos salvar el mundo, no es mágica, pero podemos hacer algo útil. Hay muchos descubrimientos, como uno de los de Linus Pauling, para el que todavía no se encuentra terapia, como es el caso de la anemia falciforme. Pero la inversión en la ciencia tiene logros que a veces no son demasiado obvios: por ejemplo, el doctor Fidel Zavala, inmunólogo que trabaja conmigo en el instituto de malaria que dirijo, perteneciente al Bloomberg School of Public Health en la Universidad Johns Hopkins, es médico de la Universidad de Chile y está en vías de descubrir una vacuna contra esa enfermedad. Por eso es que  puede ser necesario más tiempo, a veces los resultados no se ven rápido, pero los fondos siempre van a estar bien puestos en la ciencia”.

¿En ese ámbito, qué piensa respecto del aporte de privados al desarrollo de la investigación, como ha sido el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates a la creación de una vacuna para la malaria, por ejemplo?

Ha sido un gran aporte, pero la malaria es un problema enorme, más grande aún que la inversión de Gates. Es necesaria la combinación de financiamiento público y privado. De hecho, yo casi nunca menciono que Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, es uno de los mayores inversionistas del instituto de la malaria donde investigo. Sin eso yo estaría investigando en otra cosa, por lo que el aporte de privados es muy importante, hace una gran diferencia.

¿Qué opina de que en Chile la necesidad de mejorar la calidad de la educación pública, así como facilitar su acceso, haya llevado a la generación de un amplio movimiento social?

No estoy familiarizado con ese movimiento, pero me parece maravilloso e importante. La educación universitaria y pública en general es una inversión social en el futuro, porque la sociedad invierte en estar mejor. Ahora la atención internacional está puesta en Singapur, donde la ciencia ha hecho significativos esfuerzos por atraer grandes inversores a la investigación en temas como la desalinización de los océanos; es un ejemplo de cómo un país pequeño, con pocos recursos, puede conseguir avances. Si Chile lo hace tendrá beneficios, en el corto o largo plazo. Como principio fundamental, una sociedad que invierte en educación, sólo se puede beneficiar.

¿Usted siente si los científicos se dan cuenta de la importancia de su rol como comunicadores, para justamente abrir puertas en el mundo?

Los científicos son personas, con sus propias características; muchos podrían hacer más, pero están trabajando duro, consiguiendo recursos para sus estudios, no es una vida fácil. Pero sí les recomendaría que nos tomáramos el tiempo para hacer la conexión con la sociedad; quizás cuando ya se ha conseguido lo que se buscaba, uno se puede alejar un poco y hacer un aporte en ese sentido. Yo insto a mis colegas a buscar esas oportunidades.

Cecilia Valenzuela León.


PULSACIÓN SEMANAL
El Pulso
 © Todos los derechos reservados
elpulso@med.uchile.cl