Nº 246 - 11 de diciembre de 2012

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  • La iniciativa tiene como fin evaluar la implementación de recomendaciones descritas en el Manual de Atención Personalizada en el Proceso Reproductivo, publicado por el Ministerio de Salud y vigente desde el 2007.

Profesora Lorena Binfa, directora de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Facultad de Medicina

La pregunta, dice la profesora Lorena Binfa, directora de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Facultad de Medicina, nació como una inquietud de los estudiantes de su unidad de pregrado quienes, en sus pasantías por diversos recintos asistenciales, percibieron que podía haber brechas entre lo que planteaban las recomendaciones establecidas por el Ministerio de Salud y la atención ofrecida a las madres y sus familias.

“Por ello, en el año 2010 iniciamos un proyecto piloto, según el cual hicimos una investigación cuali y cuantitativa con el fin de indagar respecto del grado de implementación de este modelo de atención de parto en dos maternidades de Santiago. De esta forma, desde lo cualitativo exploramos la percepción de usuarias,  matronas, matrones y médicos gineco-obstetras; y, desde lo cuantitativo, revisamos el estado de variables obstétricas y neonatales propias descritas en las fichas médicas de más de 500 madres después de sus partos”, explica la profesora Binfa. 

Este estudio, que se prolongó hasta el 2011, arrojó interesantes resultados. Entre los cuantitativos, y en relación a las recomendaciones de las guías relativas a disminuir el uso de ciertos procedimientos, se observó que aún persiste una alta utilización. Por ejemplo, al 61.6% de las usuarias se les realizó rotura artificial de membranas –con el fin de acelerar el trabajo de parto; el 92% fueron trabajos de parto conducidos y, de estos, en el 88% se utilizó la combinación de más de dos metódicas para apurar el proceso, como podrían ser rotura artificial de membranas, uso de oxitocina para provocar contracciones y / o anestesia epidural.

Además, respecto de las recomendaciones de la guía a ser promovidas durante el trabajo de parto y parto, al 94% de las usuarias no recibió ningún tipo de alimento o hidratación por vía oral, cifra que se contrasta con el 100% de las madres que recibió hidratación parenteral. Asimismo, el 77% declaró no haber deambulado –caminar de manera de facilitar la labor de parto- y sólo un 2,3% usó el balón kinésico como técnica no farmacológica de manejo del dolor, versus un 84.5% de los casos que recibió anestesia epidural. “En el momento del parto o período expulsivo, el 83% lo hizo en posición de litotomía, es decir acostadas, y al 64% de ellas se les realizó episiotomía, que es la realización de una incisión quirúrgica en la zona del perineo femenino, que comprende piel, plano muscular y mucosa vaginal, cuya finalidad es la de ampliar el canal blando para abreviar el parto y apresurar la salida del feto”.

Por último, según los datos arrojados por el instrumento “Escala de Bienestar Materno en Situación de Parto”, en un 40.2% de las madres su bienestar era óptimo, en un 31.9% fue adecuado y un 27.8% evidenciaron algún grado de malestar respecto la atención recibida.

“Tenemos que hacernos cargo de lo que necesita la mujer”

Los hallazgos provenientes de los datos cualitativos de la etapa piloto, recogidos en las entrevistas realizadas a través de los grupos focales con usuarias, con profesionales y entrevistas en profundidad con determinadas autoridades de los equipos de salud pertinentes de las maternidades incluidas en la investigación, “sugieren que las usuarias desconocen su existencia de estos nuevos procedimientos a los que podrían acceder y que casi es imperceptible para ellas el cambio en la modalidad de atención”, añade la profesora.

¿Qué explica esta brecha entre el modelo de atención propuesto por las guías y su implementación?

En la parte cualitativa del estudio surgieron varios conceptos que pueden explicar esta situación. En términos generales, la infraestructura actual de los hospitales no es la más adecuada para un modelo que lo que persigue es que aumente la participación del progenitor y también de la familia; las visitas antes se permitían por horarios, pero ahora son permanente, y muchos de los centros asistenciales no están adecuados para esto.

“Por otro lado, y fruto de las entrevistas al equipo de salud, nos refirieron que las mamás no vienen preparadas ni informadas para esta modalidad de atención. Además, existe la percepción que el tema no fue suficientemente socializado ni capacitado; quizás sí entre matronas y matrones, pero no tanto entre los especialistas médicos. Por último, siempre hay un insuficiente número de profesionales de la salud, lo que impide que se pueda dar una atención más personalizada y dedicada, que es lo que las usuarias declaran como más necesario. Ellas reconocen y confían en la calidad profesional de quienes atienden sus partos, pero quieren sentirse más acompañadas y contenidas”.

Dado que los resultados obtenidos en el estudio piloto revelan un escaso cumplimiento de las recomendaciones de esta guía, el propósito de este proyecto Fonis es evaluar su grado de implementación en regiones y explorar si este es un comportamiento homogéneo o existen diferencias atribuibles a factores culturales, geográficos, entre otros, e identificar estrategias para optimizarlas. Este proyecto se replicará en los hospitales regionales de Iquique, Coquimbo, Valparaíso, Rancagua, Concepción, Ancud y Coyhaique, con el apoyo de un equipo de académicos de la Escuela de Obstetricia y de la profesora Loreto Pantoja como directora alterna, además de la participación de un equipo de matronas/es de los respectivos recintos asistenciales, previamente capacitados.

“Esperamos que nuestros resultados se constituyan en un importante insumo que permita reorientar la implementación de esta guía, así como la planificación de nuevas estrategias generales y locales, tendientes a mejorar la calidad de atención en partería y la satisfacción usuaria, de manera de contribuir al logro de los objetivos estratégicos 4, 5, 7 y 8 del Plan Nacional de Salud 2010-2020”, finaliza la profesora Binfa. 

Cecilia Valenzuela


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