Doctor Alejandro Maturana |
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Su director, el doctor Alejandro Maturana –académico de la Unidad de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del centro organizador- explica que “nuestra idea es poder pensar a esta población –adolescentes infractores de ley- desde el punto de vista más clínico. Por muchos años las intervenciones han sido referidas a las temáticas sicosocial y judicial, pero en nuestra experiencia hemos determinado que existen ciertas dificultades en estos jóvenes en la línea de la sicopatología, de los trastornos psiquiátricos, ciertas dificultades en el ámbito psicológico, que hacen necesaria una mirada que integre la perspectiva clínica, para enriquecer las intervenciones y las posibilidades de intervención respecto de estos jóvenes, que a la larga son los que van a resultar más beneficiados”.
El especialista señala que se ha determinado que este grupo de adolescentes tienen, en un 60% o 70% de los casos, trastornos siquiátricos, déficit atencional, del ánimo, de desregulación de la infancia, por uso de sustancias, “que hacen que el pronóstico de ellos sea bastante más negativo”. La mayoría de las veces, añade, “cuando se evalúa a estos jóvenes con trastornos del comportamiento severos existen varias dimensiones a tomar en cuenta para llegar a un diagnóstico: las ligadas a las conductas actuales del joven –normalmente agresividad, violencia con terceros y/o consigo mismo, conductas impulsivas, trasgresiones-; pero cuando se analiza su dimensión histórica, se ve que tienen toda una trayectoria en este comportamiento agresivo, violento o disocial, lo cual está relacionado con patrones familiares, temperamentos difíciles, temáticas relacionales de haber sido poco o mal cuidados en la infancia, e incluso haber recibido maltrato o abuso por parte de sus padres o cuidadores principales. Por lo tanto, sus estilos vinculares tienen muchas dificultades, lo que va creando un terreno difícil de abordar por ellos mismos, se van generando las situaciones que decantan en los problemas conductuales”.
Al mismo tiempo, agrega el doctor Maturana, están aquellos chicos que no han vivido grandes dificultades, pero tienen algunas conductas en la línea delictiva. “Ahí está la base de las patologías que se expresan en ese momento; pero, también, las conductas de riesgo que se agudizan. Por ejemplo, el uso de sustancias hace que una adolescencia que podría haber sido sana, sea bastante más desadaptativa y terminen en conductas en la línea delictiva. Por eso, actualmente se diferencia entre las conductas delictiva comunes y las distintivas; las primeras son aquellas que se pueden asociar a lo que es el periodo del desarrollo del adolescente, con su intención transgresora; las segundas son las que tienen detrás una historia de violencia, maltrato o un patrón familiar en la línea delictiva”.
Por ello, agrega el director del curso, el encuentro estará estructurado, en primer término, a estas diferentes consideraciones etiológicas y a la comprensión del problema dentro de la historia personal, analizando la trayectoria del sujeto en el contexto de una familia y sociedad. “El objetivo es hacer confluir tanto la vertiente clínica –por la necesidad de generar intervenciones desde el punto de vista de la salud mental- como la sicológica, social y cultural, que nutre a la primera. La mirada del curso es la integración de intervenciones clínicas, preventivas y terapéuticas desde las perspectivas histórica y actual, pero también pronóstica”.
Cecilia Valenzuela
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