Así lo explican las profesoras Alicia Carrasco y Paola Gaete, esta última coordinadora de la Clínica de Salud Comunitaria I, parte del curso de Integración al Desarrollo Profesional III, cuya docente encargada es la profesora Erika Carreño, en el marco del currículo innovado de esta escuela de pregrado.
Profesoras Alicia Carrasco, Paola Gaete, Gina Ferrer y la directora del Cesfam San Francisco de Mostazal Claudia del Real |
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Según informan, este trabajo comunitario ha constado de dos etapas: la realización de dos operativos o “ferias de la salud” y una Intervención comunitaria con las 28 familias que integran un campamento en la zona. “En lo que fueron las ferias, los estudiantes trabajaron en relación directa con el Cesfam y la municipalidad de la comuna, para que la labor que iban a realizar estuviera en coordinación con las prestaciones que ofrece el consultorio. Por ejemplo, en las dos ferias que se hicieron –la primera en la plaza de San Francisco de Mostazal y a las afueras del consultorio, y la segunda en el sector de La Punta- no sólo se hicieron exámenes de medicina preventiva (EMP), sino que se dieron horas para atención en el consultorio en el caso de ser necesario”, explica la profesora Carrasco.
En cambio, la labor con las familias del campamento se orientó a la realización de un diagnóstico participativo con la comunidad, que estuvo a cargo de la matrona docente Gina Ferrer “en el cual las personas se integraron para definir y jerarquizar sus necesidades inmediatas, así como las posibles soluciones”, informó la profesora Gaete. De este trabajo, concluyeron que las situaciones de mayor dificultad para los pobladores era el estado de las viviendas, la falta de hora de atención odontológica y de matrona en el consultorio y la falta de acceso a actividades recreativas; “los y las estudiantes, junto a las familias afectadas, buscaron la manera de resolverlas y lograron que la Dirección de Desarrollo Comunitario, DIDECO, se comprometiera con parte del material necesario para la reparación de las casas; para lo que faltara, los estudiantes y los pobladores organizaron una rifa para recaudar fondos. Además, conseguimos horas especiales de atención de salud, y en cuanto a la recreación, haremos jornadas durante todo junio con el fin de enseñarles algunas actividades deportivas y manualidades, así como compartir sesiones educativas participativas de sexualidad, de las cuales las docentes nos haremos cargo”.
En cuanto a los objetivos docentes, las profesoras comentan que ha sido muy enriquecedor para los estudiantes, porque “no sólo han podido aplicar lo aprendido en clase este año, sino movilizar conocimientos, habilidades y destrezas adquiridos en diferentes cursos a lo largo de años anteriores, tanto en lo disciplinar como en materia de gestión, por ejemplo, porque estas actividades fueron totalmente organizadas por ellos, con nuestra supervisión, un trabajo grupal que requirió mucha coordinación entre los distintos equipos de trabajo, que funcionó muy bien”.
Por último, señalan que lo que más les satisface de esta experiencia no sólo es lo enormemente marcadora que ha sido para los estudiantes, sino que la plantearon como una manera de mejorar la calidad de vida de la población intervenida, “porque ahora podrán mantener los lazos que se crearon con el Cesfam y la municipalidad, así como seguir con las actividades deportivas y recreativas en las que los capacitaremos”, finalizan.
Cecilia Valenzuela León
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