Doctor Arturo Ferreira. |
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Esta es una línea de estudio que sigue desde hace algunos años, junto a otros grupos de académicos del ICBM; entre otros, aquellos liderados por los doctores Norbel Galanti, Juan Diego Maya, Andrew Quest, Carolina Valck, Gittith Sánchez, David Lemus, Ulrike Kemmerling, Jorge Ferreira y Flavio Salazar. También colabora con la doctora Carmen Romero, del Hospital Clínico Universidad de Chile.
El Laboratorio de Inmunología de la Agresión Microbiana, LIAM, del doctor Ferreira también ha contado con la colaboración del doctor Wilhelm Schwaeble, de la Universidad de Leicester en el Reino Unido. De esta institución, el doctor Ferreira recientemente recibió el grado honorífico de Profesor Visitante del Departamento de Infección, Inmunidad e Inflamación de su Facultad de Medicina.
En el LIAM estudian los mecanismos moleculares y celulares que definen la relación entre un hospedero y agresores como los parásitos. “Así es como he continuado una línea de investigación que partió cuando era académico de la Facultad de Ciencias Veterinarias, en la que describimos a la Calreticulina como una proteína residente en el retículo endoplásmico que el parásito transloca a la membrana y con ello cumple varias funciones, entre las que destacan: inhabilitar al sistema del complemento -o mecanismo defensivo de los vertebrados-, inactivando proteínas tales como la C1, Ficolinas y NBL, entre otras, todas esenciales en la defensa innata; utilizar esas proteínas como llave para entrar al interior de la célula y estimular la infectividad del parásito y, lo más sorprendente, es que la Calreticulina le permite al parásito inhibir el crecimiento de tumores, lo logra que uniéndose a células endoteliales que participan en el proceso de angiogénesis o generación de nuevos vasos sanguíneos.
Gracias a esta investigación y al trabajo de académicos y sucesivos equipos de estudiantes de doctorado, el grupo ha logrado reproducir la consecuencia antitumoral de la infección con T. Cruzi, descrito por primera vez por los científicos rusos Nina Klyueva y Gregorii Roskin entre las décadas de los años ‘30 y ’40; sin embargo, desde entonces y hasta ahora no se había logrado identificar una molécula del parásito que pudiera dar cuenta de este resultado. La Calreticulina bien pudiera explicar, al menos, parte importante de ese corolario, según lo expuesto por el doctor Ferreira y sus colaboradores en una docena de publicaciones en revistas de alto impacto realizadas en el último quinquenio. Este efecto fue demostrado en modelos in vivo de cáncer mamario y melanoma, tanto a partir de la infección por T. Cruzi como utilizando la molécula aislada como Calreticulina recombinante pura. “Dada la naturaleza de estos tipos de cáncer, es probable que este mecanismo de acción se reproduzca en otros tumores sólidos”, añade el doctor Ferreira.
¿Ese efecto es preventivo o terapéutico?
Paliativo, porque esta terapia experimental produce un retardo importante en el desarrollo de los tumores.
En la línea de sus maestros
Esta línea de investigación continúa estudiando las tres funciones descritas de la Calreticulina, pero en el caso del efecto antitumoral, el equipo del doctor Ferreira está trabajando en reducir la cantidad de aminoácidos que participan del corolario angiogénico, con lo que han llegado a cerca de 50 aminoácidos, que son los que están implicados en este proceso.
¿Cómo sería la aplicación clínica de estos avances?
Aún es prematuro especular. Actualmente existe un tipo de cáncer, que es el vesical, que se trata con instilación local de microbacterias de tuberculosis, BCG (con más de 3.000 productos génicos), lo que tiene un valor terapéutico importante. Pienso que, ya que tenemos Calreticulina recombinante pura, además del dominio responsable, quizás podríamos proponer un ensayo clínico futuro para probar los resultados de la instilación o infiltración local de esta molécula, con o sin BCG. Sin embargo, aún nos resta micho trabajo experimental que sustente los mecanismos moleculares de estos procesos.
El doctor Ferreira junto a parte de su equipo de estudiantes de doctorado. |
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En una historia reminiscente de ésta, el doctor Ferreira cuenta que, durante su estadía en la Universidad de Nueva York participó, con el profesor Víctor Nussenszweig, en el diseño experimental de una vacuna contra la malaria, cuya efectividad ha sido recientemente probada en África, en un ensayo clínico liderado por Glaxo Smith Kline. “Esto es muy importante cuando se piensa que en ese continente fallecen dos millones de personas al año por esta infección”. Junto al profesor Nussenzwieg, tuvo la oportunidad de contribuir al conocimiento de los mecanismos moleculares de parásitos del género Plasmodium en investigaciones realizadas en la Universidad de Nueva York, “pues tuve la suerte de ser autor correspondiente en una publicación hecha en la revista General Biological Chemistry que fue relevante en la definición de la estructura y la inmunogenicidad del antígeno principal del protozoo causante. Pero eso fue porque, junto a maestros como el profesor Nussennzwieg o el doctor Gustavo Hoecker, aprendí la importancia de ser curioso, de esforzarme primero para conocer el funcionamiento de las cosas naturales. Si de allí surge algo aplicable, entonces enhorabuena”, concluye.
Cecilia Valenzuela
Aportando al nacimiento de nuevas generaciones de científicos
El desarrollo de estas líneas de investigación ha sido en gran parte posible gracias a una serie de tesis doctorales, terminadas o en curso, dirigidas o codirigidas por el doctor Ferreira; por ejemplo, de los doctores Juan Carlos Aguillón, Maria Carmen Molina, Viviana Ferreira, Rodolfo Paredes, Carolina Cabezón, Carolina Ribeiro, Nancy López, Carolina Valck, Galia Ramirez, Carlos Saffie, Lorena Aguilar, Andrea González, Paula Abello, Katherine Weinberger, Carlos Rosas y Jaime Peña. Según explica el doctor Ferreira, nueve de ellos ocupan ahora cargos académicos en ésta u otras universidades. |
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