Nº 203 - 21 de noviembre de 2011

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Estudio pionero en el mundo
Nutricionistas chilenos medirán transmisibilidad vertical de Omega 3 del aceite de Chía en embarazo y lactancia

  • El objetivo del proyecto es analizar la presencia de estos ácidos grasos, especialmente DHA, en la leche materna de las madres alimentadas con aceite de chía durante el embarazo y los seis primeros meses de lactancia, debido a los enormes beneficios que tiene para el desarrollo cerebral, intelectual y visual de los niños que están gestando o amamantando.

Profesor Rodrigo Valenzuela

Así lo dio a conocer el profesor Rodrigo Valenzuela, académico de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, señalando que, al suplementar la alimentación de las madres durante la gestación y el período de lactancia con el mencionado aceite, esperan que estos ácidos grasos esenciales de cadena larga beneficien el desarrollo cerebral y visual del niño.

“El aceite de Chía es un aceite vegetal que contiene entre un 60% y 64% de ácido alfalinolénico, que es precursor de los ácidos grasos Omega 3 (ω-3) biológicamente activos, como los llamados EPA y DHA. En una investigación liderada por la doctora Gladys Tapia, académica del Programa de Farmacología del Instituto de Ciencias Biomédicas, demostramos en un modelo in vivo que una alimentación complementada con aceite de chía permitió aumentar significativamente los niveles de EPA y DHA en diferentes tejidos, lo cual publicamos en la revista europea Grasas y Aceites, una de las más importantes del mundo en el área”, explica el docente.

Estos resultados dieron pie a un nuevo estudio, en el que medirán la presencia de DHA en sangre y leche materna de mujeres que añadirán aceite de Chía a su alimentación habitual, por lo que esperan encontrar mayores niveles de estos ácidos grasos esenciales. Para seleccionar a las 90 gestantes que participen del proyecto, la Escuela de Nutrición y Dietética ya está trabajando en conjunto con el Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico Universidad de Chile, puesto que se incluirá en esta investigación a las embarazadas que ya hayan tenido un hijo al que hayan dado lactancia materna exitosamente, que den su consentimiento informado y que se atiendan en el recinto asistencial. A ellas las organizarán en tres grupos de 30 mujeres cada uno: el primero recibirá el producto para complementar sus comidas; el segundo servirá de control y el tercero estará formado por las madres que ya ingieran suplementos de Omega 3 o tomen la leche para embarazadas que lo contiene y que se entrega en los consultorios.

“Las madres deberán consumir durante nueve meses –los tres últimos del embarazo y los seis de lactancia exclusiva- el aceite de Chía en sus ensaladas o comidas habituales, pero queda específicamente prohibido usarlo en frituras, porque al hacerlo se destruyen sus propiedades y porque esta forma de preparación no está indicada para nadie por un tema nutricional, y menos para una embarazada”, añade el docente.

¿Qué beneficios esperan para el niño?

Que tenga un mejor desarrollo cerebral y visual, e incluso mejor coeficiente intelectual. Está ampliamente descrito en la literatura científica que los niños que reciben Omega 3 durante su gestación y lactancia presentan mejores resultados en estos indicadores; por ejemplo, en el caso de la población japonesa, que tiene altos niveles de DHA en su organismo gracias a su altísimo consumo de pescados. Pensamos que para una segunda parte de este estudio trabajaremos en conjunto con investigadores en el área de la neurobiología y académicos de la Escuela de Kinesiología de nuestra facultad, con el fin de evaluar el desarrollo psicomotor de estos menores.

¿La madre también puede verse beneficiada?

Sí, pero no a nivel de cambio en la composición cerebral, porque para obtener esos beneficios en un adulto habría que consumir DHA o su precursor en cantidades importantes y durante un período muy largo, de años, antes de que se vieran resultados. Por eso es que lo mejor para el control de los lípidos y prevenir las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la dislipidemia, es comer pescado de forma habitual.

¿Tiene el mismo resultado ingerir la semilla de Chía?

Hacerlo tiene otras ventajas, pero no en cuanto al total de Omega 3, porque en el aceite está mucho más concentrado.

Sustituto vegetal del Omega 3 en pescados

Este estudio, informa el profesor Valenzuela, es pionero en el mundo porque la semilla de Chía es originaria de América Latina; se cultiva en países como Colombia, Bolivia y Perú, y la planta industrial que procesa el aceite se ubica en Arica. “Dado que es un producto relativamente nuevo, su precio supera con mucho al del aceite corriente, que se hace en base a maravilla y soya, pero esperamos que baje su costo cuando se masifique el cultivo de las semillas en nuestro territorio –lo cual es muy probable en la zona del Norte Chico, por su clima, y porque no requiere de muchos cuidados pues crece de manera silvestre- y haya más productores de este alimento”. 

Por las actuales recomendaciones de países desarrollados, que desaconsejan la ingesta de pescados en embarazadas por el alto nivel de contaminantes que hay en el mar, “es que creemos que el aceite de Chía puede convertirse en un muy buen reemplazo para incorporar el Omega 3 a la alimentación habitual”.

¿Cómo han reaccionado al producto las madres que ya están participando del estudio?

Muy bien, porque al ser de origen vegetal no tiene olor a pescado, e incluso describen que es de un sabor agradable, parecido al de las nueces. Por eso es que lo están usando hasta para reemplazar la margarina –dado el alto contenido de grasas trans en este sustituto de la mantequilla-, mezclándolo con orégano para untar el pan.

Cecilia Valenzuela


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