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Nº 195 - 20 de septiembre de 2011

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A propósito de los paradigmas y las políticas en Educación
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A propósito de los paradigmas y las políticas en Educación


Profesor Manuel Castillo

Hemos escuchado en los últimos días a altos funcionarios de gobierno, dirigentes de movimientos sociales, académicos y periodistas el empleo del concepto paradigmas en educación para referirse a diferentes modelos ideológicos y su forma de administrar los sistemas educacionales de un país; y hemos oído, también, hablar y escribir acerca de políticas educativas, para referirse al conjunto de disposiciones con las que el Estado administra y financia el sistema educacional del país.

Con la finalidad de contribuir a la comprensión de los complejos fenómenos sociales que estamos viviendo, quisiera precisar que paradigmas en educación es un término que tiene un sentido diferente y particular en educación, y que políticas educativas es más que la administración y/o financiamiento del sistema educacional, se refiere fundamentalmente al conjunto de decisiones que, orientadas por el proyecto del país, se alinean y colaboran al logro de ese proyecto.

Al respecto, se pudiera pensar que cada país legítimamente dispone de políticas propias,  pero desde hace muchos años que la globalización, los intereses transnacionales, etc., han tenido mucho más peso en esas decisiones que cada país en particular. Por otra parte, la dependencia intelectual en educación, al igual que en muchos otros ámbitos del conocimiento, han hecho que la reformas educacionales a nivel de país o de instituciones sean réplicas otros de países. Así la orientación por competencias, el aprendizaje centrado en el estudiante, la formación integral y otras “novedades en educación” son pálidas réplicas de lo que sucede en países de Europa y de América del Norte. A esto, se agrega que el financiamiento de los grandes proyectos educativos del país –los más conocidos por nosotros son los Mecesup- dependen de fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y, por supuesto, favorecen aquellas iniciativas que se ajustan a los intereses que están detrás de las instituciones que administran esos recursos. A mi juicio, las decisiones que determinan qué se enseña en cada nivel educacional, qué profesionales forma un país, y cómo se forman los profesionales, son tan o más importantes que cómo se financia  o administra el sistema educacional del país. Incluso cuando de penetración ideológica se trata.

El segundo concepto empleado con frecuencia hoy es paradigmas. Es conveniente recordar que paradigma nace de la teoría de la ciencia (Kuhn, 1971) y se refiere a patrones o modelos, a reglas que establecen nuestros límites para ver el mundo y también nos muestran cómo resolver problemas dentro de los mismos límites. Estoy de acuerdo en que existe un conflicto paradigmático hoy en educación, pero yo lo veo cuando el modelo de la ciencia dura (método científico y sus derivados) se impone sobre el humanismo de la ciencias sociales, que son la sociología, la psicología y otras ciencias propias de la educación, que ven forzadas sus prácticas a responder únicamente a modelos de proceso productos predeterminados como: semáforos educativos, Simce, PSU, Eunacom y otras mediciones solo de resultados. Estos son instrumentos y procedimientos que se basan fundamentalmente en paradigmas provenientes de la ingeniería y otras ciencias duras. Veo aquí otro factor de penetración paradigmática en educación, que la aleja de su esencia humana y social.

En síntesis, la complejidad de los fenómenos que explican la educación nos obliga a mirar de diversos ángulos los procesos que estamos viviendo en estos días; de lo contario, prosigue el riesgo de que -a pesar de conseguir, en el mejor de los casos, cambios en la forma de administración y de financiamiento del sistema educacional-  no obtengamos los resultados esperados por gran parte de la población.  

Prof. Manuel Castillo Niño Phd.
Director Departamento de Educación en Ciencias de la Educación
Facultad de Medicina