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Nº 159 - 15 de noviembre de 2010

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PULSACIÓN SEMANAL

 

El Pulso
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Quiénes somos

Destaca la estrecha relación entre el centro asistencial y la Facultad de Medicina
“Ser un Hospital Clínico es
garantía adicional de calidad”

  • El doctor Carlo Paolinelli, nuevo director general del HCUCH, aborda lo que serán los mayores desafíos de su gestión.

Doctor Carlo Paolinelli

Romper paradigmas parece ser su frase favorita. Porque, según explica, el rector de la Universidad de Chile hizo lo propio al elegirlo para dirigir los destinos del HCUCH, pese a que tiene el grado de profesor asociado. Pero, además, porque quiere dejar en el pasado el concepto de que un médico no puede vivir de lo que le da el hospital, pues está convencido que dedicación completa no sólo mejora la docencia y la asistencia, así como posibilita la investigación, sino que permite “no correr a la consulta para ganar lo que no se obtiene acá”.

Él lo hace. Su nuevo grupo de trabajo, también: los doctores Rodrigo Cornejo, subdirector médico; Maximiliano Ventura, subdirector médico de Red y Servicios de Apoyo Clínico y Osvaldo Llanos, subdirector médico de Gestión Cerrada. Todos comparten los principios básicos que guiarán la labor del doctor Paolinelli, a saber: “continuar mejorando la gestión clínica, la calidad de la atención, la infraestructura. Eso lo lograremos llevando nuestros márgenes operacionales del 7% actual al 10% en dos años y, posteriormente, al 12%, que es lo que logra la industria hoy”.

¿Cómo? “Vendiendo más y mejor, y controlando los gastos”.

Los costos de ser docente-asistenciales

Para eso, el doctor Paolinelli piensa enfrentar varios flancos de acción. “El desafío parte porque cada uno de los actores del hospital entiendan que hay que cuidarlo. Un día de movilización significan 200 millones menos de ingresos, lo que nos deja en una situación muy inestable”. Asimismo, profundizar acciones tendientes a la eficiencia en los gastos en todas las áreas, para lo que diferenció los roles de director de departamento y de jefe de servicio luego de un trabajo mancomunado con las autoridades de la Facultad de Medicina. “Podría suceder que, en algunos casos, ambos papeles converjan en una misma persona; pero hay departamentos en que, por su tamaño y complejidad, eso no va a ser posible. Y es necesario que existan esas dos funciones, para que una coordine el área docente y otro vele por los intereses asistenciales”, añade.

Otro ámbito en el que ahondará será la clarificación de los costos reales de la docencia. “Todos los hospitales clínicos del mundo son entre un 20% y un 30% más caros que recintos asistenciales de similar complejidad. Nosotros somos más caros no sólo porque tengamos que destinar horas contratadas de nuestros profesionales para la docencia directa o indirecta, sino también porque nuestra productividad se limita por lo mismo: un cirujano se demora menos en una cirugía si no tiene estudiantes o becados a quienes enseñarle. Además, hay que tener mayor infraestructura, gastar más en insumos, y esos son costos que no se le pueden traspasar a los pacientes y que las aseguradoras, estatales o privadas, no quieren asumir pues no entienden que en un hospital clínico hay una garantía de calidad adicional, pues en todos sus procesos se da una regulación de pares, expertos que están en la vanguardia del conocimiento gracias a que están haciendo academia”.

Cosa de ver los números: el presupuesto anual del HCUCH alcanza los 70.000 millones de pesos. Si el 20% de eso es el sobre costo por docencia, resulta que son 14.000 millones de pesos anuales. “Y la Universidad de Chile nos traspasa, de fondos generales, 4.000 millones. O sea, hay 10.000 millones que nadie se hace cargo –ni el Estado, ni la universidad, ni los prestadores- y que salen de nuestra inversión. Por eso es que es necesario aclarar los costos de la docencia, no para pasarnos cuentas mutuamente, sino para tener antecedentes de base para analizar quién y cómo debe hacerse cargo de este delta”.

Sólo con ese margen podrán enfrentar la obsolescencia tecnológica y de infraestructura que, informa, fluctúa entre los 50 y 80 millones de dólares, y sumando.

Estrechando lazos

Un “plus” de esta aclaración de los costos, añade el doctor Paolinelli es que, durante su proceso y por añadidura, debiera optimizar aún más la relación con la Facultad de Medicina, de la cual el HCUCH es su principal campus clínico y con la cual, para este y otros temas de relevancia transversal, tienen instalada una mesa de trabajo conjunta entre sus equipos de alta dirección.

Esta información, explica, aportaría en la toma de decisiones para, por ejemplo, mejorar y coordinar las cargas horarias asistenciales y docentes. Pero, además, se clarificarían las necesidades por cubrir en materia de investigación clínica, tema para lo cual entran en juego variables como la necesidad de optimizar fondos concentrando las jornadas en menos personas, versus la reciente política de recursos humanos de la Universidad de Chile, orientada a la contratación de profesores con grado de magíster o doctorado. “Para mí no hay diferencias significativas entre la formación de un especialista o subespecialista con la de un doctorado. Y esto tiene que ver, también, con la carrera académica; quizás, tendríamos que tener una planta con más académicos en la carrera adjunta, sin dejar de lado las contrataciones de gente que ya tiene sus grados, como lo hemos hecho recientemente, a los que hay que dar tiempo protegido para la investigación y la academia”.

Por todo ello, concluye, “por difíciles que sean las decisiones, aunque rompan paradigmas, hay que tomarlas. Siendo suaves con las personas y duros con los problemas”.  

Cecilia Valenzuela