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Nº 146 - 5 de agosto de 2010

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Estudio chileno fue premiado en Congreso Internacional
Mujeres asaltadas cambian sus rutinas

  • Según una investigación realizada por la Escuela de Terapia Ocupacional de la U. de Chile, las mujeres asaltadas en la vía pública adaptan sus actividades debido al estrés post traumático manteniéndose, por ejemplo, en vigilancia constante, restringiendo sus desplazamientos o haciéndose acompañar en sus salidas, incluso seis meses después de ocurrido el evento.

Las académicas de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile, Laura Rueda y María Angélica Montenegro, en colaboración con los estudiantes Daniel Poblete y Freddy Traipe, realizaron un estudio sobre el estrés post traumático que sufren las mujeres que han experimentado un asalto en la vía pública, para ello analizaron el ajuste ocupacional al que se vieron sometidas entre tres y seis meses después de ocurrido el evento.

La investigación chilena, que fue presentada en el VIII Congreso Latinoamericano y el Primer Congreso Peruano de Terapia Ocupacional, recibió la primera mención honrosa del encuentro. “El sentimiento de inseguridad, amenaza y tensión permanente ponen a prueba a las personas. De hecho, según estudios de la Fundación Paz Ciudadana las mujeres tienen mayor riesgo de exposición a un asalto que a otro tipo de hecho traumático y presentan mayor probabilidad de desarrollar un trastorno por estrés post traumático”, comentó Laura Rueda.

La académica dijo que en la investigación analizaron la adaptación del comportamiento ocupacional de las personas que fueron violentadas: “Uno de los conceptos claves de nuestra disciplina es el equilibrio ocupacional, o sea, la ponderación armónica del tiempo para el desarrollo de las acciones que los individuos efectúan regularmente. Las mujeres que fueron asaltadas arrastraban por un período indeterminado un difícil proceso de reajuste de las actividades habituales”.

De acuerdo al estudio descriptivo y cualitativo, se mantenían con una sensación de alerta y vigilancia permanente, así como con angustia y actividad onírica de persecución. Asimismo, las personas entrevistadas señalaron que habían restringido sus desplazamientos procurando no salir de noche y, en general, se hacían acompañar por alguien. “De ser mujeres autónomas habían pasado a ser dependientes y algunas evitaban de plano los lugares que juzgaban peligrosos, por ejemplo, le pedían a un familiar que las fuera a buscar al paradero”, apuntó María Angélica Montenegro.

En tanto, respecto a los asaltantes, las mujeres revelaron cierta incapacidad para describir en detalle a los sujetos, ello por la rapidez con que había ocurrido el hecho y el impacto de los factores afectivos. “La mayoría sólo pudo aportar con características muy generales, es decir, cuál era el sexo del ladrón, otro grupo bastante más reducido comentó el rango etario del sujeto, así como el medio de desplazamiento en que se movilizaba. Los rasgos fisonómicos específicos escasearon”, añadió Laura Rueda.

En cuanto al retorno a la actividad previa, si bien inmediatamente después de experimentado el evento es normal que se produzca precariedad en el equilibrio, las terapeutas ocupacionales especializadas en salud mental explicaron que en algunos casos habría sido conveniente que estas mujeres recibieran apoyo para recobrar su independencia, sobre todo si al cabo de varios meses aún eran incapaces de superar sus temores y las reacciones ansiosas que les dificultaban la realización de las actividades cotidianas.

“En general quienes fueron asaltadas elaboraron respuestas adaptativas para conseguir el reingreso ocupacional, un desafío que podría verse afectado si sufrieran más agresiones, hecho que podría traducirse en que padecieran disfunciones efectivas. Creemos que sería importante continuar haciendo estudios en este ámbito para estimular el desarrollo de patrones de respuestas ocupacionales que ayuden a aminorar el daño en las personas”, acotaron las académicas.

Cecilia Coddou