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Nº 139 - 8 de junio de 2010

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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Separar ambientes, poner extractores de aire y abrir ventanas es inútil
Hacia una ley “libre de humo de tabaco”

  • Expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile proponen que se discuta un cuerpo legislativo que apunte la prohibición de fumar en todos los espacios cerrados de uso público.

Sin ambages, la ley 19.419 es ineficiente.


Profesora Marcia Erazo.

Así lo establece el estudio “Exposición a tabaco ambiental en lugares de uso público y su asociación con niveles de nicotina de sus trabajadores”, recientemente realizado por las académicas de nuestro plantel, doctoras Marcia Erazo y Verónica Iglesias, junto a expertos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Johns Hopkins, en Estados Unidos, y del Instituto de Salud Pública de Chile. La investigación incluyó mediciones en 30 locales, entre bares y restaurantes, en los cuales se instalaron monitores para detectar concentración de nicotina durante una semana, los cuales fueron analizados en los laboratorios de la Escuela de Salud Pública de Johns Hopkins.

Uno de los objetivos de este estudio fue comparar la concentración de nicotina antes y después de la implementación de la ley. Para ello, se utilizó información de un estudio internacional realizado el 2002 y publicado dos años después, que incluyó varios países de Latinoamérica, entre los cuales figuró Chile –participaron 10 bares y restaurantes nacionales-, en los cuales sus autores determinaron que las cifras de nicotina en el ambiente promediaba los 11.02 ug/m3 en los lugares para fumadores y 3.91 ug/m3 en los de no fumadores, las más altas mediciones comparadas con otros lugares públicos, como municipalidades o aeropuertos. Las investigadoras volvieron a contactar en el año 2008 a los mismos bares y restaurantes incluidos en el estudio en el año 2002, y de ellos sólo lograron incluir a seis de ellos. Del análisis de información de estos seis locales se concluyó que sólo hubo una disminución en la exposición a humo de tabaco ambiental en aquellos locales que cambiaron el estatus de mixto en 2002 a libre de humo de tabaco en 2008 –que varió entre el 85 y 97%-, y que en los locales que permanecieron como mixtos o fumadores, la baja fue mínima, alrededor de un 10%, o incluso aumentó hasta en un 23%. “Por eso, la única medida eficiente desde la perspectiva de salud pública es la prohibición total de fumar”, dice la doctora Erazo.

Ni la separación física ni los sistemas de ventilación sirven

Al analizar los niveles de nicotina en el ambiente, se observó que las áreas libres de humo de tabaco de los locales mixtos presentaron tres veces más nicotina cuando se compararon con los locales no fumadores, “así, acabamos de demostrar que ni siquiera el que existan muros o puertas para separar sectores de fumadores y no fumadores impiden el traspaso de humo de tabaco –específicamente la nicotina- en el espacio de los que no consumen cigarrillos”, añade la especialista.

A su vez, también observaron que si bien los locales de fumadores y áreas fumadoras dentro de locales mixtos usan los sistemas de ventilación que la ley señala, estos sólo logran disminuir en algún porcentaje el humo de tabaco, pero no lo eliminan, “ante lo cual no se está protegiendo a clientes y trabajadores de la exposición a humo de tabaco ambiental”.

Fumadores en locales libres de humo de tabaco

Entre otros hallazgos, las investigadoras determinaron que en los locales exclusivos para no fumadores un 33%  de los clientes fuma.

Además, respecto de la salud de los trabajadores no consumidores de cigarrillos que se desempeñan en estos locales, se concluyó que quienes se desempeñan en bares y restaurantes libres de humo de tabaco presentan marcadores de nicotina en el cabello de 1,24 ng/mg y quienes trabajan en locales mixtos alcanzan indicadores de 1,8 ng/mg.  

“Si eso lo relacionamos, por ejemplo, con que el 40% de los diagnósticos de cáncer de pulmón tipo adenocarcinoma en pacientes no fumadores, son atribuibles a exposición involuntaria a cigarrillo, cabe preguntarse quién debiera asumir los costos asociados al diagnóstico y tratamiento de estos pacientes, que no eligieron fumar, y que enfrentan una enfermedad de alto costo y que además acorta su vida en una década”, finaliza la doctora Erazo.

Cecilia Valenzuela