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Nº 134 - 4 de mayo de 2010

U. de Chile estudiará cómo se replica
el genoma del virus de la hepatitis C
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U. de Chile trabaja para instalar una
cultura del aseguramiento de la calidad
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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Egresada del Liceo UNOPEC
“Quiero ser Presidenta de la República”

  • Magdalena Suazo fue una de las decenas de jóvenes embrazadas a las que la Unidad Operativa de Educación y Capacitación (Liceo UNOPEC), acogió para que completaran su educación secundaria.

La abogada y orgullosa egresada del Liceo UNOPEC, Magdalena Suazo.

Hoy es una flamante abogada en la lucha por defender los derechos de los más vulnerables y de las minorías. Fue madre adolescente y debió lidiar contra los prejuicios, pues nadie creía que con esa mochila a cuestas iba a conseguir el título con el que había soñado desde su infancia. Mucho tiene que ver en esto la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, la que en esos años a través del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo integral del Adolescente (CEMERA), prestó un apoyo permanente a esta iniciativa.

Hace unos días, Magdalena tomó contactó con la Facultad para ubicar al Dr. Ramiro Molina, en ese entonces director del Cemera y uno de los impulsores de esta iniciativa, a la sazón pionera en el país. Hoy, ella quiere retribuir en alguna medida la ayuda que recibió en este largo proceso de ser madre y abogada. Este es su testimonio.

“Tenía 16 años, estaba en segundo medio en el Liceo Nº 8 de San Miguel y mis padres se estaban separando. Era septiembre de 1995, ellos llevaban dos semanas viviendo en distintas casas y en mi familia había tal caos que no era el mejor momento para dar la noticia de que estaba embarazada.

Mis papás no reaccionaron tan mal como yo temí. No les causó gracia, pero no me echaron de la casa como supe de otras chicas después; tengo la idea que cualquier mal momento que viví en esa etapa tuvo que ver, más que con mi embarazo, con la situación global que había en mi familia. Y siempre me apoyaron para que siguiera estudiando, me lo exigieron.

Primero pensé en dar exámenes libres, pero una tía profesora me contó que había un liceo que se llamaba UNOPEC, especial para niñas como yo, madres adolescentes, para que completaran su educación media y pudieran cuidar de las guaguas. Terminé el año en mi colegio, les dije la mentira de que me iba a ir a vivir con mi papá y me cambié al UNOPEC.

“Yo era tan chica”
Cuando llegué fue impactante porque veía a todas mis compañeras como bien mamás y yo era tan chica, no tenía ni guata, y me preguntaban qué estaba haciendo ahí, pero fue súper bueno para mi posterior desempeño maternal, yo les pedía a ellas que me dejaran mudar a sus guaguas y así ellas podían descansar un rato.

Teníamos las clases más esenciales y charlas para ayudarnos a encontrar trabajo, pero no orientaciones vocacionales, y cuando fui a hablar de esto con el director, porque yo quería entrar a la universidad a estudiar Derecho, me miró con una ternura infinita. Como que no se esperaba eso de nosotras, ni siquiera era habitual que nos inscribieran para dar la Prueba de Aptitud Académica

En esa época ni se me hubiera ocurrido quejarme por lo que nos faltaba, de verdad sentía que era una oportunidad para mí. Mi hija Valentina nació un día martes, en pleno invierno, y a las tres semanas estaba de vuelta en el colegio; llevaba en la mochila mis cuadernos mezclados con pañales. Las tías Margot y Filo cuidaban a las guaguas pero no era una sala cuna, la verdad es que con una voluntad enorme trataban de entretenerlas como podían. No tenía a nadie en la familia que se pudiera quedar con ella en la casa y también entendí que era una oportunidad para estar con mi hija, amamantarla y cuidarla, porque estaba segura de que cuando estuviera en la universidad iba a ser más difícil. Así que ahí la Vale empezó a ser mi compañera, todos los días..

Salí del colegio a fines del 97, dí la prueba y entré a estudiar Educación Diferencial. Toda la vida dije que quería Derecho, pero como que se me vino un poco la sociedad encima, diciendo que era un a carrera difícil, que no iba a poder con una guagua, etc. A las dos semanas sabía que no era lo mío, pero para no darles más problemas a mis papás seguí calladita, todo el año, no me eché ningún ramo y me cambié internamente a la Universidad Andrés Bello, para estudiar lo que yo quería. Le dije a mi familia cuando estaba todo listo.

Acompañar en silencio

Hice la tesis en el tema de “Lengua y oralidad del imputado mapuche en la Reforma Procesal Penal, así que tuve que viajar harto a localidades donde hubiera concentración de la etnia. Aprobé, postulé a la práctica y quedé en la Fundación de Asistencia Legal de la Familia en Puente Alto y al terminar me puse a estudiar de cabeza para dar el examen de grado. Lo di a mediados del año pasado y juré como abogada el 31 de diciembre de 2009.

A las familias que están en esta situación, con una adolescente embarazada, les diría que las quieran, que las acompañen en silencio, porque una tiene pena por lo sucedido: la vida cambia radicalmente, las amigas no llaman para hacer lo de antes, no puedes proyectarte a futuro, todo es confuso. Lo importante es ver que lo que viene es difícil pero infinitamente bello… nunca más se está sola. Yo aprendí esto en compañía de mi familia, mis amigas del Liceo UNOPEC –Alejandra estudió ingeniería y no ha podido hacer su tesis por falta de plata; cuando sea Presidenta de la República la voy a becar- y mi Valentina, en los años que hemos recorrido juntas. Lo único relevante es ella y su futuro; hacer de ella una mujer honesta y consecuente.”