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Nº 128 - 22 de marzo de 2010

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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

“Nuestra rápida respuesta se basa en un trabajo de años”, dice la doctora Acuña
El lado bueno del terremoto

  • Sin ironías, para la Unidad de Prevención de Riesgos y Bioseguridad el reciente sismo sustentó la relevancia de cumplir, como institución, con las normas de prevención de riesgos. 

Satisfechas se encuentran las integrantes de la Unidad de Prevención de Riesgos y Bioseguridad (UPR&B) de la Facultad de Medicina: los contados daños que se produjeron constatan los resultados de su insistente labor por años.

La directora de esta unidad, doctora Mónica Acuña, junto a la subdirectora, Elizabeth Quintanilla, destacan que “nuestro trabajo es velar porque nuestro plantel cumpla con los estándares de seguridad establecidos, sobre todo por la labor académica y científica que se realiza”. Por ello, han dedicado sus esfuerzos a capacitar a la comunidad en el uso de diferentes equipamientos, así como a profundizar en las normas que se deben cumplir al interior de los laboratorios, oficinas, auditorios y salas de clase.

“Con estas medidas logramos que bajaran sustancialmente el potencial de incendio luego del terremoto, gracias a que los cilindros de oxígeno estaban anclados, las sustancias químicas ordenadas y clasificadas según su riesgo, y sus desechos eliminados con el manejo correspondiente, medidas adoptadas entre otras razones para cumplir con las exigencias planteadas en los concursos Fondecyt”, explica la doctora Acuña. “Así y todo”, añade, “se produjeron algunas situaciones en determinados lugares por estar aún en condiciones subestándar, lo que dio pie a eventos que podrían haber generado algún inconveniente, lo que afortunadamente no ocurrió. Lo bueno de esto es que el personal le está dando el lugar que corresponde a la prevención de riesgos y la bioseguridad en nuestra facultad”.

Lo que viene

Ahora, a tres semanas del sismo y a punto de recibir a los estudiantes, las medidas que se han implementado para mejorar la posible reacción de académicos, funcionarios y alumnos ante alguna situación de emergencia, son: la demarcación de vías de escape; redistribución de trípticos con la información pertinente a cada campus, respecto a qué hacer en casos críticos como incendios o terremotos; elaboración de planos de los edificios, que estarán en las porterías de cada sede, en los cuales están destacadas las vías de evacuación, zonas de seguridad, zonas de riesgo y ubicación de extintores; la exhibición de presentaciones audiovisuales en todos los auditorios de la facultad, cada vez que éstos se utilicen, durante un mes cada semestre, dando a conocer la forma de evacuar el lugar; el envío de un instructivo a todos los profesores encargados de curso de pre y postgrado, para que dado algún siniestro sepan hacerse responsables y actuar como líderes; y, próximamente, la realización de simulacros en grupos pequeños, “pero no ahora, porque la comunidad está muy sensible con el tema”, explica la doctora Acuña. Insiste, “todo este trabajo ya se venia haciendo y desde hace años, o sino la respuesta no habría sido tan rápida; el terremoto ayudó a hacer más evidente su necesidad y relevancia”.

Además, a comienzos de abril se iniciará  con la elección de tres comités paritarios para el Campus Norte –los demás ya están funcionando-, distribuidos según sus labores y compuestos por representantes de los estamentos académico y funcionario, con capacidad resolutiva, de manera que puedan detectar y superar cualquier foco de riesgo en sus respectivas áreas.

Pero las expertas creen que aún queda mucho por hacer a nivel de toda la Universidad de Chile: “No hay una política institucional sobre prevención de riesgos, que uniforme el accionar en todas las facultades, centros e institutos. Pienso que estos lineamientos tienen que ser establecidos desde rectoría, para que seamos una entidad que cumpla todas las normas que establecen la ley y los organismos internacionales, como lo hacen las empresas privadas. Si en esta facultad estamos trabajando por mejorar la seguridad y la calidad de vida de los académicos, funcionarios, estudiantes y toda la gente que transita, ésta debiera ser una norma para toda la universidad, debiéramos ser un modelo para el país en la materia, y no lo somos”.