El único estudiante latinoamericano en la Conferencia de la AMEE fue Cristóbal Cuadrado (de negro). |
En este encuentro, al que asistió con el respaldo de la Facultad de Medicina, tuvo la oportunidad de vivir interesantes experiencias y aprender más sobre la realidad internacional en materia de formación de estos profesionales de la salud. Y es que la conferencia se realiza con el respaldo de la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina, jóvenes de todo el mundo que actúan como facilitadores de las reuniones y de apoyo a los asistentes. Para ello, en cada oportunidad IFMSA abre 20 cupos para alumnos de las universidades del país en que se realice, y un número idéntico para postulantes de todo el mundo en los que tengan una representación. Así, Cristóbal Cuadrado se sumó a otros 149 interesados, siendo el único elegido de nuestro continente.
“El requisito para postular es haber trabajado en algún ámbito de la educación médica, y yo durante todo el 2008 formé parte de la Comisión Central de Innovación Curricular. De esta manera, los estudiantes de todo el mundo tienen la posibilidad de intercambiar sus respectivas experiencias y adquirir conocimientos respecto de cómo se forman los médicos en otros países”, explica.
Cristóbal se unió a un grupo de estudiantes de España, Alemania, Egipto, Estados Unidos, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Latvia, Líbano, Malta, Portugal, Reino Unido, Republica Checa, Rumania, Tailandia y Túnez. “En las reuniones, además de hacer un resumen de lo aprendido, dábamos a conocer nuestras realidades. Así me dí cuenta que en la mayoría de los países la educación médica se está acortando, tendiendo a los seis años de un pregrado con énfasis en lo teórico y dejando el contacto con los pacientes para el período de especialización. Además, hay mucha flexibilidad en las opciones formativas, quizás un exceso, tanto así que un estudiante de segundo año puede tomar un ramo de tercero, sin tener que cumplir con otro de prerrequisito; eso habla muy bien de la confianza que tienen en las capacidades del alumno, pero hay un riesgo de no lograr los objetivos. Y esta flexibilidad para elegir asignaturas, así como la orientación a la especialización –que puede empezar desde los primeros años- lleva a que muy pocos ejercen la profesión una vez que egresan, nadie trabaja de médico general; la gran mayoría se va a los programas de especialización”.
Creatividad protegida
Esto, en su opinión, está en desmedro si se lo compara con el actual régimen formativo de nuestra universidad, “porque a nosotros se nos entregan herramientas formativas de amplio espectro, lo que permite, cuando uno se desempeñe como especialista, tener una visión más amplia y un mejor contacto disciplinar con las otras especialidades”.
Por ello es que sus compañeros de todo el mundo le contaron que “las universidades que están reformando sus currículos por el proceso de Bologna se dieron cuenta de que había demasiada flexibilidad y elegibilidad, “y están tomando la dirección opuesta, rigidizando un poco sus programas y disminuyendo las opciones para elegir. En ese sentido, pareciera que se acerca a nuestro sistema, pero en un punto intermedio, llegando a un equilibrio entre estos dos polos”, añade.
¿Y no estamos en riesgo de cometer ese mismo error?
Cada proceso tiene su propia maduración. En los países que se adscribieron al proceso de Bologna se intentó homogeneizar la educación médica, lo que es muy difícil porque hay un background cultural de los procesos formativos en cada uno de ellos que no lo permitía tanto. Nosotros estamos llevando un proceso mucho más independiente, sólo como universidad, ni siquiera como país, por lo tanto no tenemos que ceñirnos a estándares ya planteados, lo que es una ventaja que nos permitiría no equivocarnos, porque podemos ver cuánto y hasta donde somos capaces de avanzar.
Finalmente, Cristóbal cuenta lo atractivo que le pareció uno de los workshops a los que asistió: “Se llamaba “How to incress the creativity in medical education”, y daba a conocer muchas experiencias de académicos que habían implementado procesos para aumentar la creatividad dentro de la formación, con tiempo protegido, con análisis grupal de las propuestas, con reconocimiento adecuado y con difusión apropiada, de manera de facilitar la implementación de estas nuevas medidas a otros ámbitos disciplinares”.
Cecilia Valenzuela |