Portada
 
Nº 88 - 20 de abril de 2009

Academia de Medicina incorpora
a Dra. Valeria Prado
Leer más..

Prof. Dr. Francisco Mardones Restat
Leer más..

Dejen opinar a quienes tienen experiencia
Leer más..

PULSACIÓN SEMANAL
 
 

En materia de polÍticas de apoyo a la ciencia
Dejen opinar a quienes tienen experiencia

  • Falta de rigor en el análisis, acusó el doctor Flavio Salazar respecto del informe de la empresa Interlink que asesoró al Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad. Sus conclusiones, dice, excluyen a la biomedicina de las áreas prioritarias que deben ser apoyadas por el Estado, pues no serían un buen negocio. “Así nunca superaremos nuestro actual nivel de desarrollo”, sentencia.

Viajó invitado por la Presidenta de la República , doctora Michelle Bachelet, a su reciente gira por la India. Allí, el doctor Flavio Salazar, académico del Programa de Inmunología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, pudo conocer de primera fuente los avances de este país en temas muy relevantes para la sobrevivencia humana pues, por ejemplo, visitó la Oficina Nacional de Recursos Genéticos de las Plantas, la segunda reserva mundial de semillas de alimentos esenciales, “cuyo inconmensurable valor tecnológico radica esencialmente en sus recursos humanos calificados y la voluntad política de sus científicos y dirigentes”, dice.


Doctor Flavio Salazar

Pero también pudo enterarse, directamente del presidente del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, CNIC, Eduardo Bitrán, que las políticas de “clusters” dirigidas a fomentar la innovación en ciertos polos de desarrollo, se enfocarán principalmente a áreas relacionadas con la producción de recursos naturales como el cobre, el salmón, el área frutícola y la vitivinícola, entre otras, dejando de lado aquellas en las que se considera que Chile no tendría mayores probabilidades de éxito, como la biomedicina.

En este sentido, añade el doctor Salazar, se corrobora el informe sobre la biotecnología en Chile elaborado por la empresa internacional Interlink, recientemente hecho público por el CNIC, en el que se indica que “pese a que hay un número de científicos muy talentosos en Chile trabajando en esas áreas, los recursos deben ser enfocados en proyectos más relevantes y razonables para el país”. Llegaron a esta conclusión argumentando que para la biotecnología en medicina humana, “existe una mínima probabilidad de éxito dada la extrema competitividad y el excelente financiamiento de esta área en los países industrializados, así como una falta fundamental de relaciones de las ciencias biomédicas nacionales con el sector productivo, por lo que se recomienda su desincentivo”.

Con respecto a este punto, el académico es enfático al decir que “este informe carece de rigor, no hay un análisis exhaustivo, sino una apreciación sugerida por personas que se hicieron una idea en base a entrevistas y a documentación que, probablemente, les hizo llegar el CNIC. Creo que sus conclusiones son totalmente erróneas y perjudiciales para el desarrollo de los objetivos que el mismo consejo dice fomentar, que es llegar a hacer productos con mayor valor agregado . Su propio sistema de clusters se ve perjudicado por este tipo de afirmaciones que carecen de fundamento, porque no se estudia realmente el mercado de la salud en su complejidad, tanto local como internacional, y se hace una simplificación muy básica cuando se plantea como única medida de éxito la aprobación de nuevas drogas y fármacos, situación que involucra invertir muchos millones de dólares, lo que excluiría a Chile. Lo peor es que el informe estima que resulta casi imposible en nuestro país realizar descubrimientos únicos relevantes para la industria, afirmación que denota un análisis peyorativo de nuestras capacidades”.

Nuevas tecnologías requieren nuevos análisis

Profundizando, el doctor Salazar explica que en el área de la salud existen dos tipos de empresas: “las compañías farmacéuticas, que no son más de una decena en todo el mundo, y las biotecnológicas, organizaciones pequeñas que por lo general nacen de las universidades y de ideas de los propios científicos que se transforman en patentes e invenciones, las que tienen que pasar por diferentes etapas de desarrollo para llegar al mercado. Estas empresas no enfocan sus objetivos en poner un producto en el mercado, porque eso requiere una enorme cantidad de recursos, pero sí gestionan que inversionistas las tomen, las lleven a estados más avanzados que interesen a las farmacéuticas, y éstas, cuando ven que el producto tiene un buen potencial, las compran y las llevan al mercado. En este ciclo, de generar ideas y licenciar estas formas de desarrollo, hay un importante negocio del cual muchos pueden participar. La actual simplificación nos perjudica , porque se contradice con las capacidades que existen en Chile para participar de esta maquinaria biotecnológica, que se inicia con los descubrimientos en el laboratorio y que requiere de muchas competencias distintas, que ya están generándose, por lo que es un área que no tiene menores posibilidades que otras para desarrollarse”.

Y esto lo dice con conocimiento de causa: su laboratorio es el único en Chile trabajando con inmunoterapias celulares para el tratamiento oncológico. Hasta ahora, sus investigaciones efectuadas en 96 pacientes con melanoma avanzado (etapas III y IV) han demostrado que el 60% de ellos desarrolla respuestas inmunes específicas contra el tumor y que su sobrevida aumenta tres veces, si se compara con los enfermos que no respondieron a esta terapia, tal como se indica en un reciente artículo científico publicado por su grupo en el Journal of Clinical Oncology, una de las principales revistas de la disciplina del mundo. En el caso de los pacientes con cáncer en estadio III, es decir, sujetos a quienes se extirpó el tumor y se les removieron los ganglios afectados, la efectividad de la inmunoterapia ha sido del 100%.

Para potenciar este procedimiento, que fue patentado por la Universidad de Chile, los expertos están trabajando en licenciar la tecnología a una empresa o inversionistas dispuestos a costear los estudios clínicos de fase III, que incluyen un número significativo de individuos.

“Quienes estamos participando de esto, sabemos que agencias como la FDA en Estados Unidos han creado nuevos departamentos para tener en cuenta las tecnologías actuales, que no están asociadas a un fármaco determinado, como las que nosotros estamos desarrollando. La terapia celular o la terapia génica no van a seguir el mismo camino de un fármaco, porque no es lo mismo; entonces, por ejemplo, no pueden decir que no se ha hecho el estudio de dosis, porque no ha lugar. Y en vez de preguntarle a las personas que están en el tema, piden asesorías externas, que pueden ser válidas en algunas materias, pero hay que tomar en cuenta la opinión de los científicos y empresarios en el área biotecnológica humana, pues ellos tienen la experiencia necesaria para dar opiniones reales”, explica el doctor Salazar.

Ver el verdadero futuro

Por eso, agrega que “Este tipo de criterios va en desmedro de la idea de apoyar el desarrollo científico tecnológico, porque temo que se apoyen proyectos con menos impacto área solamente porque se supone son de mayor desarrollo económico. Hay que tomar en cuenta las capacidades humanas, ver dónde están los mejores, gente globalizada, en contacto con los líderes mundiales en un área determinada, haciendo investigación única y relevante a nivel mundial y analizar cómo los podemos juntar, hacer redes con las mejores personas y no solamente con temas determinados, porque es un análisis equivocado”.

En todo caso, confía que si se producen debates respecto de estas temáticas, las políticas a seguir estarán basadas en criterios científicos: “Revistas como Science informan con hechos y cifras que las áreas de mayor impacto en la economía durante los próximos 20 años serán la biomedicina, la biología celular y la física. O sea, en Chile se está pregonando algo totalmente desfasado con respecto a lo que está pasando en el mundo. Espero que exista la flexibilidad suficiente para remendar lo que esté mal hecho, no es pecado equivocarse pero sí hacerlo a sabiendas”.

Cecilia Valenzuela