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Nº 82 - 9 de marzo de 2009

Buscan cómo reducir riesgos en cirugías del hígado
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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Usando Omega 3 y hormona tiroidea se
reducirÍan riesgos en cirugÍas del hÍgado

  • Estudios realizados por investigadores de la Facultad de Medicina de la U. de Chile han revelado que tanto los ácidos grasos derivados de los aceites de pescado como la hormona tiroídea logran reducir, al ser administrados por separado, el daño hepático que sufre el hígado cuando éste es sometido a una cirugía. Actualmente los científicos nacionales se disponen a analizar la utilidad de ambos tratamientos al ser administrados en forma conjunta.

Las cirugías de hígado destinadas a la reconstrucción vascular, resección o trasplantes, obligan a obstruir durante la operación la circulación sanguínea del órgano. El problema se presenta cuando culmina la oclusión y el hígado vuelve a recibir la sangre y oxígeno en forma intempestiva, ya que ello desencadena un daño celular que, en algunos casos, puede llegar a ser irreversible o mortal.


Doctora Gladys Tapia

Para evitar lo anterior se recomienda preacondicionar al órgano, es decir, “acostumbrarlo” previamente a la isquemia o bloqueo del suministro de sangre y oxígeno y a su posterior reposición. Por ahora el único método que ha logrado buenos resultados es colocar una pinza que bloquee la irrigación sanguínea durante 10 minutos antes de que se efectúe la cirugía hepática. Sin embargo, este procedimiento alarga la operación y eleva los riesgos.

Considerando lo anterior, académicos del Programa de Farmacología Molecular y Clínica de Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la U. de Chile han estado estudiando en modelo animal un método alternativo que consiste en suministrar ácidos grasos poli-insaturados Omega 3 durante el período previo a la operación para que, una vez que ocurra la isquemia, el órgano se vea menos dañado por la reperfusión. Ello porque estos ácidos derivados de los aceites de pescado cumplen, entre otras funciones, con la de proteger al hígado actuando como agentes anti-inflamatorios.

Asimismo, los investigadores de la facultad comprobaron que la hormona tiroídea (Triyodotironina o T3) también preacondiciona al órgano, estudio que les valió gran reconocimiento científico a nivel internacional. Según sus indagaciones en ratas, la T 3 desencadena una secuencia de respuestas hepatoprotectoras que conducen a un estrés oxidativo suave o moderado.

Con ambos antecedentes la doctora Gladys Tapia, quien desde hace más de una década es parte del grupo de científicos que ha desarrollado esta línea de estudio, se adjudicó un proyecto Fondecyt Regular del concurso 2009 que le permitirá analizar las consecuencias que tendría unir el suministro de ácidos grasos poli-insaturados Omega 3 a la T 3 en el preacondicionamiento del hígado.

“Si bien la hormona tiroídea es fisiológica, es decir, es generada por el mismo organismo, su administración exógena puede tener algunos efectos colaterales en personas con problemas cardíacos, por eso nos interesa reducir la dosis que se podría entregar como preacondicionante, potenciándola con la administración conjunta de los ácidos grasos”, explica la doctora Tapia.

Para ello se llevarán a cabo estudios en ratas que recibirán distintas cantidades de T3 y de su respectiva combinación con ácidos grasos Omega 3. “La idea es suplementar su alimentación durante 7 días con ácidos grasos y al cabo de una semana suministrarles la hormona. Nuestra hipótesis es que este tratamiento conjunto preacondicionará al hígado y así el órgano estará en mejores condiciones para afrontar la cirugía. Sin embargo, debemos conocer las dosis indicadas a ser administradas”, recalca.

Añade que: “Estamos expectantes porque asociar ácidos grasos Omega 3 y T3 es algo novedoso a nivel mundial que nos ayudaría a atacar el problema desde dos flancos moleculares distintos: por una parte la hormona preacondiciona al hígado mediante un estrés oxidativo moderado, mientras que por otro lado los ácidos grasos cumplen una función anti-inflamatoria”, resalta.

Si bien estos estudios son de ciencia básica, los profesionales apuestan a su eventual aplicación clínica, que mejoraría la sobrevivencia y calidad de vida de los pacientes. “Sería de gran utilidad para personas que serán sometidas a cirugías mayores, por ejemplo, los donantes vivos que entregan parte de su hígado a un familiar o a una persona compatible”, apunta la doctora Tapia.

Unidos por el hígado

La doctora Tapia está trabajando junto a los profesores Luis Videla, Virginia Fernández, Patricia Varela y Pamela Romanque, quienes tienen varios proyectos de investigación en curso relacionados con el estrés oxidativo y el preacondicionamiento hepático.

Recientemente, en el concurso 2009 el doctor Luis Videla también obtuvo un proyecto Fondecyt Regular que le permitirá analizar el factor de transcripción NRF-1 que serviría como marcador para determinar un nivel de estrés oxidativo bajo, siempre en el contexto de la hormona tiroídea.

Cecilia Coddou