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Nº 77 - 22 de diciembre de 2008

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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Conferencia teatralizada del doctor Owen Korn
Una nueva forma de ver al paciente complicado

  • Este consumado cirujano, y no menos experimentado actor, muestra el lado más humano del especialista frente al enfermo.

Algunos les llaman “diostores”. Lo irónico es que el apodo responde, más que a una actitud de los médicos, a aquella reverencia que todo enfermo demuestra y entrega a quien tiene en sus manos su posible mejoría o la solución de sus problemas. Pero ellos también temen, también dudan, también quieren huir. Así lo demostró el doctor Owen Korn, miembro del equipo digestivo del Departamento de Cirugía del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, al presentar la conferencia “El paciente quirúrgico complicado” el 17 de diciembre en la graduación del Campus Norte de la Escuela de Medicina.


Doctor Owen Korn durante su actuación.

En esta pieza, el doctor Korn muestra el lado humano del especialista, desde que recibe “la” llamada telefónica, aquella en que le anuncian que el enfermo que recientemente operó presenta una complicación. Por ello, debe cancelar la cena con su señora y familia, recibir las críticas a las que nunca se va a habituar, subir al auto meditando acerca de qué pudo haber salido mal y llegar al recinto asistencial a reunirse con un intensivista que le muestra la gravedad de la situación. Y, luego de reoperar al paciente, enfrentar a su familia que, más que preguntar, reprochan una posible negligencia. Todo esto, mientras proyecta diapositivas que recrean la situación y se cambia de ropa para ponerse las prendas de pabellón.

Esta obra, explica, fue creada para la inauguración del congreso de cirujanos realizado durante noviembre recién pasado en Santiago, y que creó sólo días antes del evento, conversando con otros colegas acerca de sus experiencias. “Hice una obra similar el 2007 para este mismo congreso, pero en esa ocasión se trataba de un médico del 1800, vestido de época y todo, que volvía desde la muerte para contar cómo se hacían las operaciones en esa época. Y me pasa siempre, que sólo días antes del montaje me viene la creatividad, en este caso con el tema del paciente complicado, que siempre me ronda como tema docente, porque se habla poco de esto y no hay libros porque es algo en lo que nadie se quiere hacer especialista”, explica el doctor Korn.

Por eso, de a poco fue desglosando la idea, primero basándose en la instancia del cambio de ropa como el momento en que se realiza esta reflexión, luego construyendo las imágenes y los textos asociados a ellos –uno de ellos que le pasó en carne propia, como el diálogo en el que narra los reproches que le hacen los hijos del paciente reoperado-, para terminar agradeciendo a todos los que han sido su formación y apoyo. En toda la obra, profundiza acerca del temor y la duda que asaltan al cirujano durante el tiempo previo al nuevo ingreso a pabellón, salpicando todo con humor y, más que nada, de simple fragilidad humana.

- ¿Ese miedo se quita?

- Es que ningún profesional tiene todo claro. El cirujano es como el torero, cada vez que se viste sabe que al entrar al ruedo se puede encontrar con un toro distinto, que puede ser el último. Todos los cirujanos tienen su instante de tensión, cuando se lavan o visten para entrar a pabellón, porque el momento de la decisión de reoperar es el más difícil de tomar: uno es el último en convencerse, pero cuando ya se decide se suelta la tensión. Y adentro de pabellón se verá lo que pase... y después de la operación viene el postoperatorio, acompañar al paciente y su familia, y eso también es desgastador, porque a nadie le es indiferente ver a ese enfermo todos los días, ver que en el drenaje salga lo que no tiene que salir, hablar con la familia que preguntan hasta cuándo, y uno no tiene las respuestas tan claras... la gente quiere certezas y no las hay.

Reescribiendo el “Quiebrespejos”

El doctor Owen Korn no es un advenedizo en las tablas. Se inició como actor en sus épocas de escolar y, al llegar a la Universidad de Chile se maravilló con el teatro que hacía el interno de último año de Medicina, Marco Antonio de la Parra. De hecho, compitió contra su elenco con una obra hecha por la alianza de primer y segundo año, fracasando estrepitosamente. Se integró al elenco del “Quiebrespejos y otros sueños” en tercer año, y le tocó, junto a sus compañeros, reescribir los textos, “porque sólo estaban en papel la música y las letras de las canciones; los diálogos, sólo estaban en la cabeza de los actores originales, que además improvisaban mucho”. Así, por ejemplo, la escena del interrogador, que pregunta al mechón sus motivaciones para estudiar medicina –y que, finalmente, se debe a que su mamá quería que lo hiciese- era suya: Korn la escribió y actuó.

Continuó en este elenco, participó en varios festivales de teatro con gran éxito y, al egresar, escribió una obra en conjunto con el doctor Selim Abara, llamada El Acróbata, para la cual el dramaturgo Gonzalo Meza les proveyó de una directora teatral, Ingrid Leyton, por lo que pudieron exhibirla durante más de un mes, “pero para lo que nos faltó más difusión, por lo que desistimos”.

Siguió haciendo algunas piezas para las reuniones de curso, “hasta estas que he hecho para congresos, que me gusta porque es una plataforma para hacer otras cosas”.

- ¿Ha vuelto a ver el Quiebrespejos?

- No. Porque me dan ganas de estar ahí.

Cecilia Valenzuela