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Nº 61 - 21 de agosto de 2008

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PULSACIÓN SEMANAL

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Doctor Eduardo Rosselot,
Medalla Rector Juvenal HernÁndez
  • Por sus notables contribuciones académicas al crecimiento de la Facultad de Medicina y a su vida dedicada a recuperar el espíritu de la Universidad de Chile, recibirá esta distinción el 10 de septiembre próximo.

Doctor Eduardo Rosselot

Su contribución de toda una vida a la educación pública como deber del Estado y al desarrollo de la Universidad de Chile, fueron los méritos que hicieron que el doctor Eduardo Rosselot, ex decano de nuestra Facultad de Medicina, fuera distinguido con la Medalla Rector Juvenal Hernández Jaque.

Así se lo informó la decana del plantel, doctora Cecilia Sepúlveda, el 20 de agosto de 2008, quien se manifestó enormemente satisfecha y orgullosa por este reconocimiento a la trayectoria, dedicación y entrega del doctor Rosselot. “Se está premiando a un intelectual que ha abordado temas de ética en salud de manera pionera en nuestro medio, y como una preocupación fundamental en lo que es la formación de nuestros profesionales”, explicó.

Esta medalla se otorga en forma anual a los egresados de la Universidad de Chile que, en el ejercicio de sus respectivas labores profesionales, hayan prestado servicios distinguidos a la Universidad de Chile y al país, manteniendo una permanente fidelidad hacia la corporación, caracterizándose a lo largo de su vida por identificarse con el espíritu humanista y el ideario ético que encarnó el Rector Juvenal Hernández Jaque.

El médico, el educador, el afán de servir

“Todos quienes trabajamos en la Universidad de Chile no lo hacemos solos; somos un conjunto de personas. Lo que uno hace es resumir las aspiraciones de muchos y tratar de llevarlas adelante; por ello, estimo que estas distinciones son para el organismo en que uno trabaja, para el sistema, para la institución”. Ese fue el espíritu con que el doctor Rosselot recibió la noticia de la Medalla Rector Juvenal Hernández Jaque, que se le otorgará en una ceremonia que se efectuará el 10 de septiembre próximo.

- ¿Cuál de sus vocaciones, de médico o académico, cree que es la que ha primado en su carrera dentro de nuestra facultad?

- Primero fue mi deseo de servir a quienes lo necesitaran a través de la Medicina. Y al dedicarme a la cardiología, en ese mismo quehacer me fui involucrando con la institución, con la docencia; mi trabajo en el Hospital Clínico fue un punto clave de mi enraizamiento a la universidad, por el contacto con las personas que forman la institución. Ahí comenzó también, por razones similares a las que dispusieron mi vocación a la medicina, mi interés por la institución, su progreso y por contribuir a su futuro. Y, de alguna manera, por rescatar el espíritu de la Universidad de Chile, ese que fue perdiendo una vez que nos sumimos en esta ideología de mercado en la que el Estado comenzó a perder una serie de roles fundamentales, como es el caso del resguardo de la educación y la salud sobre las cuales su responsabilidad es insustituible. De ahí, entonces, mi interés en acreditación, por la regulación de la educación superior y su calidad; porque, desde el punto de vista docente, considero que tiene relación con una visión ética y humanista de la formación de los profesionales para la salud, el bienestar y el progreso de la sociedad.

- ¿Qué avances destaca de su labor en administración docente, como decano?

- La autonomía y liderazgo que lograron las escuelas de pregrado. Antes había poca individualización, incluso separación física. Logramos su reconstitución, adquirieron personalidad, quedando como pares todas ellas; con posicionamiento, igualdad académica y administración equitativa de cada uno de sus programas. Es cierto que aún, en nuestra cultura tradicional, hay una sensación de preeminencia de la Escuela de Medicina, que no va a desaparecer de un día para otro – y eso, en parte, porque el equipo de salud sigue estando encabezado por el médico-, pero sería perfectamente legítimo, y no sorprendente, que el día de mañana tuviéramos un decano que sea tecnólogo médico, kinesiólogo o de otra disciplina de las ciencias de las salud, como ocurre en otras facultades, donde la Medicina no ha tenido la tradición de ésta.

Otro logro importante, destaca “y gracias al apoyo de fondos de Mecesup, fue la restauración y renovación de la Biblioteca Central que, creo, fue un paso fundamental en la unificación del espíritu de la Facultad de Medicina y en la mejor y más eficaz utilización de su equipamiento y estructura”.

- ¿Cuáles debieran ser los ejes de desarrollo para la principal institución formadora de profesionales de la salud del país?

- La Facultad de Medicina se mantiene en primera línea, fundamentalmente gracias a la capacidad de todos sus académicos y su personal, porque tener más de 170 años no es en vano, pues forma una cultura, una manera de ser, un disponerse en el servicio a los demás. Pero debemos reforzar permanentemente ese posicionamiento en todas las áreas disciplinarias. Creo también que hay una responsabilidad civil, del Estado, que se tiene que hacer cargo de mantener condiciones de solidaridad y equidad en todas las actividades y necesidades que la sociedad demanda. Tienen que ser especialmente las instituciones de educación superior las que insistan en esta línea, orientando y dirigiendo la información, el conocimiento, el saber, el saber hacer y el saber ser, que siempre que podamos buscaremos para compartir.

- ¿El espíritu de la Medalla Rector Juvenal Hernández Jaque aún está vivo en la Universidad de Chile?

- Sí, es un espíritu vivo dentro del ser humano desde siempre. Es el aporte de todos lo que logrará que se vaya moldeando, persistentemente, nuestro accionar hacia un ideal que favorezca a todos. Debemos unirnos para que toda la sociedad se beneficie, en el amplio significado de la palabra, de lo que somos capaces de hacer. Eso tiene que alcanzarse; si no, nuestra existencia no tendría sentido.

El doctor Eduardo Rosselot se tituló como médico en nuestra casa de estudios en 1957.

Luego de una beca del American College of Cardiology, como Research Fellow en el Cedars-Sinai Medical Center, Los Ángeles, California, se convirtió en 1976 en el jefe del Centro de Cardiología del Hospital Clínico José Joaquín Aguirre y Director del Departamento de Medicina en 1984. En 1974 había sido elegido presidente de la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular y entre 1982-83 lo fue de la Sociedad Médica de Santiago. Dedicado a la investigación en Cardiología, su labor lo hizo acreedor del premio Academia de Medicina de la Sociedad Médica de Santiago en 1991 y el mismo año es designado miembro de número de la Academia de Medicina del Instituto de Chile. Fue nombrado Fellow del Royal College of Physicians de Londres en 1998 y es Master del American College of Physicians, desde 2003.

Su vocación académica se plasma en los premios obtenidos por su infatigable aporte en la labor de innovación educacional de la Universidad de Chile y su Facultad de Medicina, de la cual se convirtió en profesor titular en 1981 y elegido su decano entre los años 1994 y 1998.

Ha hecho grandes aportes en el área de educación en salud, dedicado a incrementar la calidad de los programas de estudios en las distintas carreras de la salud, con el objetivo de superar deficiencias persistentes en la educación superior. A consecuencia de ello, en el año 2002 fue elegido presidente de la Sociedad Chilena de Educación en Ciencias de la Salud. Cabe destacar también su constante preocupación por los aspectos éticos que envuelven el desarrollo de las profesiones de la salud, ratificándose con la presidencia de la Comisión de Ética de la Facultad que ejerce desde esa misma fecha.

En la actualidad, el doctor Rosselot se ha enfocado al área de regulación y mejoría de la calidad de las competencias de los profesionales de la salud: desde el año 2006, a proposición del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH), se incorpora a la Comisión Nacional de Acreditación (CNAChile), instancia en la que forma parte del comité técnico académico.

Cecilia Valenzuela