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Nº 48 - 28 de abril de 2008

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PULSACIÓN SEMANAL
 
 
“Queremos formar mÉdicos prudentes”
  • Ese es el pensamiento del doctor Sergio Valenzuela, director del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas, ante el desafío que supone para un galeno, a diario y durante toda la vida profesional, tomar las mejores decisiones para el beneficio del paciente.

Aprender a aprender es la actual consigna en la educación superior y, más cercanamente, la base de la formación que imparte la Facultad de Medicina. Aprender a reflexionar para llegar a las mejores decisiones, en favor del paciente, es la premisa de la enseñanza de la Bioética en nuestro plantel; así se desprende de las palabras del doctor Sergio Valenzuela, director del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas, entendiendo entonces que, más allá de cualquier situación puntual, su objetivo es entregar a los estudiantes las herramientas que, en el momento de una situación clínica de incertidumbre, les posibiliten pensar, analizar, considerar y concluir en consecuencia con las leyes, con el mayor beneficio posible para el enfermo y en concordancia con su propio sentir.

Así, el fallo del Tribunal Constitucional respecto de las Normas Nacionales de Regulación de la Fertilidad y, puntualmente, la distribución de la “píldora del día después” no significa un punto de inflexión o de cambio para su docencia. Porque el doctor Valenzuela explica que la constitución multidisciplinaria de esta unidad permite múltiples miradas sobre las grandes temáticas, formando a los estudiantes “en el conocer la mayor cantidad de antecedentes y bibliografía, desde diferentes posturas, que puedan iluminar una determinada situación y plantear las discusiones actuales en la materia. También, y como parte de amplios contenidos, se les enseña metodología de análisis de casos ético-clínicos, mediante la cual se aprende a identificar si es que existe un conflicto o no, a quién pertenece y/o afecta, y los elementos relevantes para la toma de decisión, para luego proponer la que ellos creen que es la mejor determinación. Ésta es sometida a un método que analiza los elementos clínicos de relevancia ética, las circunstancias particulares del caso, los problemas socioeconómicos y legales. A partir de ahí se buscan los cursos de acción posibles para contrastarlos con el nivel de los principios y constatar si respeta o no el marco de referencia moral. Una forma de probar la consistencia del curso de acción propuesto es contrastarlo con las pruebas de la publicidad, del tiempo y la legalidad: o sea, si es que la persona está dispuesta a que se conozca su decisión y responder por ella; si es que ésta la mantendría igualmente hoy o en un año más y si es que está dentro o fuera de la ley”.

Objeción de conciencia no es solución

A esto, añade que como siempre puede haber excepciones, “la persona que, así y todo, toma una resolución que está fuera de esos parámetros, le asiste la carga de la prueba: es ella quien tiene que decir por qué actúa como lo hace; tiene la obligación de fundamentar su postura. Y eso pasa en todo, por ejemplo en la objeción de conciencia: se ha planteado como una solución pero la persona que la hace también tiene que asumir el costo de su decisión, no se puede estar fuera de la realidad”.

Por eso es que el doctor Valenzuela sostiene que “la mochila del médico clínico es luchar con la incertidumbre, porque la práctica clínica no es una ciencia exacta. Por ello tenemos que enseñarles a pensar, a ser prudentes, a desarrollar juicio crítico. Esa prudencia es la que tratamos de enseñarles, no los adoctrinamos, no queremos convencerlos de nada, no les decimos que la píldora es buena o mala, o que tienen que acatar o desobedecer el fallo. Sí les decimos que ahora hay una modificación a las Normas Nacionales de Regulación de la Fertilidad y que tienen que tomar decisiones en base al conocimiento que tengan del marco legal en el que se da la discusión”.

Cecilia Valenzuela