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Nº 47 - 21 de abril de 2008

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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Se le distinguiÓ con la Medalla Facultad de Medicina
Homenaje a HÉctor Wistuba Lorca

  • Convocados todos los colores, fue un encuentro para agradecer y compartir con quien ya es parte de la historia de nuestra institución.

Héctor Wistuba con la Medalla Facultad de Medicina sobre el corazón, luego de que se la entregara la decana del plantel, doctora Cecilia Sepúlveda.

Suele decir que a estas alturas de su vida no sabe cuánto tiene de chileno y cuánto de finlandés: si la mitad izquierda de su cuerpo fuera para Finlandia, entonces sería la que tiene su corazón. Pero Héctor Wistuba Lorca también dijo que, quizás, se reconciliaría con nuestro país después del homenaje a su persona, que se realizó el 15 de abril de 2008 en la Facultad de Medicina, al inaugurarse su exposición pictórica y con motivo de celebrar cinco décadas de vida artística.

Pero se traiciona, porque aunque le hayan quitado la bandera y la canción nacional, se presenta como nacido en Puerto Montt, formado en el Bellas Artes, orgulloso funcionario de nuestra institución, dibujante médico y dirigente sindical por años antes de exiliarse en Europa. Lo traiciona su memoria, porque esos recuerdos son tan vívidos que el Aula Magna “Doctor Gabriel Gasic” se repletó con quienes los comparten en esta facultad. Lo traicionan su pincel y sus sueños, porque en las telas que muestra está Chile sin discusión: en sus colores, en sus imágenes, en barcos, casas y puertas. Lo traicionan sus amigos, porque la decana del plantel, doctora Cecilia Sepúlveda, le otorgó la Medalla Facultad de Medicina de sorpresa.

El doctor Ennio Vivaldi, vicedecano de la institución y amigo personal de Héctor Wistuba, quiso reflexionar con los presentes acerca del cambio que se produce en las personas y el país en más de 30 años de historia. Y también habló del “Nuevo canto de amor a Stalingrado”, poema que marcó al homenajeado en su infancia, pues lo oyó de labios del mismísimo Neruda, y casualmente es la obra que sirvió de académica bandera de lucha, aunque perdida, cuando la facultad cedió parte de la Biblioteca Central a una sucursal bancaria a comienzos de la década de los ‘90. “Yo pongo el alma mía donde quiero/ Y no me nutro de papel cansado adobado de tinta y de tintero/ Nací para cantar a la sucursal del Banco Sudamericano”, recitó el doctor Vivaldi. Luego, se refirió a la paleta del pintor: “sus colores se quedan impregnados, impactan, son tan nítidos que muestran la lucidez de los sueños y permanecen más allá de la percepción visual”.


Ignacio González, miembro del cuerpo diplomático chileno; doctor Ennio Vivaldi, doctora Cecilia Sepúlveda y Héctor Wistuba.

El puente a Finlandia

En esta disputa de pertenencias, Ignacio González, ex embajador de Chile en Finlandia, narró el aporte que Héctor Wistuba ha hecho a ese país; en gran parte, como “alma mater” de muchos otros compatriotas en su situación. “Fueron acogidos desde 1974 por una hornada de jóvenes políticos socialdemócratas que llegaron a ocupar las primeras magistraturas; entre ellos, Tarja Halonem, la actual presidenta, con quien don Héctor creó una gran amistad”, explicó, añadiendo que durante su misión diplomática intentó mostrar una nueva faz de la imagen de nuestra tierra, “que es más que cobre, fruta y salmón. Y la cultura es el puente más efectivo entre los seres humanos, a lo que Héctor Wistuba ha contribuido hasta hoy y sé que lo seguirá haciendo, como un gran vínculo de unión humana y artística entre Chile y Finlandia”.

El chileno en esencia

Y cuando llegó su hora, no pudo dejar de demostrar cuán chileno es: tímido frente al público pero sacando fuerzas de flaqueza, sin chaqueta y arremangado, sin discurso e improvisando su historia, sus agradecimientos y sus regalos.

El artista recordó cuando realizó su primera exposición, justo hace medio siglo, “la primera que se hizo en la Facultad de Medicina, a un costado del Casino de Laurita, límite que era geográfico y político en la época”. Contó el cariño que le han demostrado en Finlandia, de su amor por el fútbol y de su admiración por el arquero moscovita Lev Yashin, de su beca como estudiante de arte a Europa... de su amistad con el doctor Enrique Paris. A su viuda, María Eugenia Horvitz; al político Andrés Aylwin; al doctor Alfredo Jadresic, profesor emérito y ex decano de nuestra institución; a Mariana Salmy, esposa del embajador finlandés en Chile, les regaló un caballito de mar tallado por sus manos, un símbolo de su paso por Tres Álamos y de la intención del grupo de detenidos en el lugar de morir de pie. A Amanda Fuller, encargada de Cultura del plantel y artífice del encuentro, otro regalo de Finlandia.


Héctor Wistuba entrega un recuerdo a la viuda del doctor Enrique Paris, María Eugenia Horwitz.

Recibiendo

Pero era hora de que recibiera: la doctora Cecilia Sepúlveda identificó el pensar de muchos cuando dijo que “la magnitud y la relevancia del arte que usted ha paseado por el mundo, así como su legado artístico en las lejanas tierras de Finlandia; y, sobre todo, la impronta de compromiso social con que ha desarrollado toda su carrera, nos han motivado a distinguirlo con la Medalla Facultad de Medicina, condecoración reservada para aquellos que han sobresalido por acciones y servicios destacados a nuestro plantel. Su nombre ya es parte de la gloriosa historia de la institución”.

Recibió, también, homenajes musicales del guitarrista clásico Mauricio Valdebenito y del grupo folclórico Quillén. Recibió los aplausos de todos. Sólo quedaba ya recorrer la muestra, que permanecerá abierta hasta el 30 de abril, y esperar a que decida si la mitad de su alma que dedica a Chile es la que tiene su corazón.

Cecilia Valenzuela