“Esto fue posible sólo gracias a la labor que realizamos como centro formador, pues establecimos las condiciones indispensables para abordar este caso con una mirada mucho más amplia que la meramente asistencial”, explica el doctor Eugenio Suárez, subdirector del departamento mencionado, director del programa de subespecialidad y jefe del equipo tratante de Mildre Vidal, una paciente colombiana que a fines de febrero recién pasado pudo llevar a buen término su gestación pese a tener un cáncer invasivo de cuello de útero.
Parte del equipo de Ginecología Oncológica, del Departamento de Obstetricia
y Ginecología del Campus Centro, junto a Mildre Vidal y el pequeño Camilo.
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Esas condiciones, especifica, se refieren a que “el hecho de que este caso esté dentro de un campus universitario permite hacer un enfoque integral, al contar con una experiencia mayor en el manejo de los pacientes, con una interacción fluida con especialistas de diferentes disciplinas, tales como oncología médica y ginecología, así como con profesionales de las unidades de alto riesgo, medicina materno fetal y de neonatología. Además, el hecho de ser una unidad docente, nos hace tener que estar al día en los diferentes métodos de tratamiento viables para casos de esta complejidad, los cuales se estudiaron exhaustivamente y en equipo con académicos y residentes. Por último, contamos con el apoyo del comité del ética del HCSBA, el cual veló por el bienestar del niño por nacer”.
Velando por los derechos de la madre y el niño
Mildre Vidal llegó por un profuso sangrado al HCSBA al término de la primera mitad de su embarazo. Fueron convocados a su atención los especialistas del Departamento de Obstetricia y Ginecología, involucrándose en su caso todos los médicos y docentes de la Unidad de Ginecología Oncológica además del becado de la subespecialidad, el Dr. Alfredo Núñez, entre otros expertos del centro asistencial.
Según añade el doctor Suárez, “la primera relación importante es la que se establece con la paciente, porque hay que tener en cuenta el principio de su autonomía y sus derechos. Eso fue lo que le planteamos, así como incluso la posibilidad de volver a Colombia para dar término a su embarazo para tratarse el cáncer después. Pero ella prefirió salvar la vida de su hijo; entonces, luego de un detallado análisis y estudio, concluimos que la mejor alternativa era ofrecerle un protocolo de quimioterapia neoadyuvante con el fin de disminuir el tamaño del tumor con el menor riesgo posible para el feto y lograr alcanzar la viabilidad fetal, puesto que se ha visto que hay diferentes drogas que pueden ser utilizadas durante la segunda mitad del embarazo, con bastante seguridad para el niño”.
“Hicimos una profunda revisión de la literatura internacional y vimos que en Latinoamérica hay algunas experiencias publicadas de mujeres con cáncer de cuello de útero tratadas con quimioterapia, pero no embarazadas; en Italia hay algunos protocolos en vías de publicación de casos similares”, explica el doctor Roberto Altamirano, ginecólogo oncólogo y académico del departamento. “Pero además encontramos material referido a casos en que se hizo seguimiento de largo plazo a niños nacidos de madres con diferentes tipos de cáncer que recibieron quimioterapia, y ninguno de ellos presentó ninguna complicación, ni luego del parto ni a lo largo de su infancia y adolescencia, porque los estudios los evaluaron hasta los 18 años”.
El pequeño Camilo en su incubadora, a pocas horas de nacer.
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Esta innovadora decisión –pues el protocolo habitual para las mujeres con cáncer de cuello de útero es de cirugía, quimioterapia sensibilizante y radioterapia-, apuntó a reducir el tamaño del tumor durante la gestación; de esa forma, disminuir el sangrado y, por ello, permitir llevar al feto a un estado de desarrollo avanzado, de manera de reducir las probabilidades de prematurez y las complicaciones asociadas a ella.
“Pero, así como pudimos ofrecer esta alternativa de tratamiento, a su vez había que cumplir con los requisitos de la ética médica, cautelando los derechos del ser en gestación. Por eso fue que llevamos el caso al comité de ética del HCSBA, para que analizaran toda la información de la que disponíamos en cuanto al riesgo que corría el feto, ya fuera con tratamiento o sin él. Y ellos fueron los que autorizaron la quimioterapia, en nombre de ese niño”, añade el doctor Omar Nazzal, director del Departamento de Obstetricia y Ginecología Centro de la Facultad de Medicina.
Así, y con el consentimiento y compromiso de Mildre Vidal, se inició la quimioterapia, proceso que no estuvo exento de dificultades, porque inicialmente la paciente presentó sangrado profuso que obligó al uso de medidas mecánicas para detenerlo –sin saber cómo sería la respuesta fisiológica de la madre- y a mantener su hospitalización de forma prolongada con evaluación permanente, “para lo que tenía que haber alguien de Ginecología Oncológica dispuesto a venir a hacer un procedimiento de urgencia a cualquier hora del día o de la noche”.
El seguimiento al tratamiento verificó que el feto no sufriera complicaciones y se aplicó “siguiendo los protocolos de seguridad de contar con al menos tres semanas entre el último ciclo de quimioterapia y la interrupción del embarazo”, añade el doctor Nazzal. De esta forma, “se logró la reducción del tumor a cuatro centímetros, se detuvo el sangrado y, cuando vimos que la lesión no iba a disminuir más de tamaño, se hizo una cesárea por la cual nació Camilo, completamente sano y sin complicaciones, luego de lo cual a la mamá se le hizo una histerectomía radical que eliminó el resto de tumor y dejó márgenes libres de cáncer”, informa el doctor Altamirano.
Actualmente, la paciente sigue en Chile y está cursando radioquimioterapia para continuar el tratamiento de su cáncer, lo que no le impide cuidar apropiadamente de su hijo e incluso amamantarlo. “Publicaremos los resultados en alguna revista indexada o los daremos a conocer en algún congreso internacional, una vez que la señora Vidal termine su terapia. Es importante hacer ver que estos logros sólo fueron posibles gracias a una visión asistencial universitaria, que permitió una mirada integral y multidisciplinaria de este desafío”, concluye el doctor Suárez. |