La hipertensión arterial pulmonar es una condición en la cual la presión de la arteria pulmonar, que es el vaso sanguíneo que lleva sangre desde el corazón a los pulmones para oxigenarse, está aumentada. Esta alza se produce porque “hay un remodelamiento de este vaso, lo que quiere decir que las paredes de esta arteria se engruesan, por lo que aumenta su contractilidad y su resistencia, lo que termina por dañar al corazón al tener que hacer más fuerza para bombear la sangre hacia el pulmón”, explica el doctor Mauricio Henríquez, académico del Laboratorio de Dinámicas Broncovasculares y Daño Pulmonar del Programa de Fisiología y Biofísica del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Dr. Mauricio Henríquez
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Como el alza de presión genera problemas en el flujo circulatorio hacia el pulmón, la sangre que pasa por este órgano no se oxigena bien, entonces los pacientes no tienen energía para hacer sus actividades normales, por lo que quedan postrados y en el mediano plazo fallecen, añade. Su causa es desconocida, afecta más a mujeres jóvenes en edad fértil y se caracteriza por síntomas como debilidad y cansancio, dolor del pecho, dificultad al respirar, tobillos y piernas hinchadas mareos o desmayos y piel y labios azulados.
“Se sabe que alrededor de 25 millones de personas en todo el mundo padecen esta condición en cualquiera de sus cinco tipos, de los cuales hay uno que se desconoce su causa u origen, por lo que se denomina Hipertensión Arterial Pulmonar Idiopática o HAPI. En Chile, si bien no datos precisos, se estima que hay alrededor de 1.000 personas tienen HAPI, para lo cual no hay tratamiento curativo si es que no es mediante trasplante de pulmón, o de corazón y pulmón”, agrega el académico. Por ello, las terapias actuales apuntan a disminuir esa resistencia vascular y mejorar la circulación, mediante el uso de fármacos como el sildenafil y protaciclinas, que actúan como vasodilatadores, o de inhibidores de receptores de endotelina, drogas cuyo objetivo es impedir que la arteria pulmonar se contraiga, mejorando así, transitoriamente, la calidad de vida de estos enfermos.
Sistemas circulatorios diferentes
El proyecto Fondecyt del doctor Henríquez está orientado a la fisiopatología de esta enfermedad, es decir, a entender mecanismos diferentes a los ya conocidos y que podrían estar involucrados en la vasoconstricción o en la hipertrofia de estas arterias pulmonares. “En un programa de postdoctorado que cursé en Estados Unidos, estudié la contracción de vasos pulmonares pequeños, más allá de la arteria pulmonar, en lo profundo del pulmón, llegando a las venas de menor tamaño”, explica.
De esta forma, aclara que la circulación pulmonar es distinta a la sistémica. “En las arterias sistémicas la sangre lleva el oxígeno a todos los tejidos del organismo para que puedan funcionar; en cambio, en la circulación pulmonar el flujo es inverso, de la arteria pulmonar viene la sangre sin oxigenar hacia el pulmón, para después volver oxigenada al corazón por las venas pulmonares”.
“Entonces, si aumentara la constricción de esas venas pulmonares, se gatillaría un alza en la presión hacia las arterias pulmonares, lo que podría configurar una causa distinta a las que conocemos de esta enfermedad. En eso estamos centrados, en comprender cómo se produce la contracción de los vasos intrapulmonares pequeños, que son de cien micrones de diámetro, es decir la décima parte de un milímetro”, dice el doctor Henríquez.
Durante su formación en Norteamérica aprendió una novedosa técnica para medir la contracción de vasos intrapulmonares pequeños de rata, “diferente de la que se conoce actualmente, que es por miografía, aislando una arteria para determinar la tensión del músculo que está a su alrededor. Lo que haremos será obtener rebanadas pulmonares que se pueden mantener con vida durante varios días, pero conservando el parénquima o tejido funcional del pulmón, cuya actividad se puede registrar en el microscopio. Así, mediante video microscopía de contraste de fase, se puede medir la contracción de esos vasos intrapulmonares pequeños, técnica con la cual esperamos conocer otra vía fisiopatológica, que es la relacionada con los receptores purinérgicos sensibles a nucleótidos, especialmente de Adenosina Tri Fosfato o ATP”.
Novedoso uso de drogas ya existentes
Explica que el ATP es un nucleótido fundamental en la obtención de energía celular, que a nivel extracelular en la circulación sistémica estimula al endotelio, produciendo liberación óxido nítrico y, por lo tanto, vasodilatación. Pero en el caso de la circulación pulmonar, ATP y otros nucleótidos contraen los vasos intrapulmonares pequeños, “entonces, no sería raro que la distribución de receptores involucrados en la contracción o el control del tono vascular pulmonar sea diferente a la sistémica”.
De esta forma, agrega, “un receptor sensible a ATP que esté ubicado en el músculo liso del vaso intrapulmonar pequeño, como una vénula o una arteriola, produce un efecto contrario a como lo hace en el endotelio, pues genera un incremento en el calcio intracelular de la célula muscular, lo que gatilla la contracción del vaso. Entonces, en el modelo que estamos estudiando, nuestra hipótesis es que los receptores purinérgicos están sobre expresados en los enfermos hipertensos pulmonares, por lo que la regulación del tono vascular, mediada por estos receptores purinérgicos, está alterada”.
Para ello, instalarán un modelo de hipertensión arterial pulmonar en rata, inducido por el uso de la droga monocrotalina, en el cual estudiarán, por video microscopia de contraste de fase, si los vasos intrapulmonares pequeños se presentan hipercontráctiles frente a concentraciones normales de ATP y otros nucleótidos, y si esa hipercontractibilidad depende del número de receptores purinérgicos o del aumento en su actividad. Con ese fin, medirán además en las ratas su capacidad funcional, así como la función cardíaca mediante ecocardiografías. Los resultados se contrastarán con los análisis moleculares y de inmunofluorescencia, para la expresión de los receptores purinérgicos en los vasos intrapulmonares pequeños. Finalmente, y pensando en la modulación de estos receptores como posible blanco terapéutico, emplearán drogas inhibidoras–y, por tanto, vasodilatadoras- que desde hace muchos años ya están aprobadas para su prescripción, por ejemplo como antiparasitarias, “pero que hasta el momento no se han usado para regular el tono vascular pulmonar, porque se desconoce el rol de los receptores purinérgicos en ese particular lecho vascular”.
Cecilia Valenzuela León |