Nº 275 - 3 de septiembre de 2013

Las enfermedades, desde su primer origen
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Demuestran efectos profilácticos de combinar ácidos grasos omega 3 y vitaminas antioxidantes en prevención de arritmia postoperatoria
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Equipo liderado por el doctor Ramón Rodrigo
Demuestran efectos profilácticos de combinar ácidos grasos omega 3 y vitaminas antioxidantes en prevención de arritmia postoperatoria

  • Usando un esquema inédito en el mundo, investigadores probaron que preparar farmacológicamente al corazón para el impacto que sufrirá a resultas de la reperfusión sanguínea que ocurre al finalizar la cirugía, evita que se produzca una patología denominada fibrilación auricular postoperatoria, en al menos un 66% de los casos.

La conclusión se deriva del primer ensayo clínico controlado farmacológico íntegramente diseñado y desarrollado en nuestro país, considerando desde el diseño de la formulación farmacéutica y la estrategia de intervención, hasta el último de los pacientes enrolados. Este estudio fue liderado por el doctor Ramón Rodrigo, director del Laboratorio de Estrés Oxidativo y Nefrotoxicidad del Programa  de Farmacología Molecular y Clínica del Instituto de Ciencias Biomédicas y contó con la participación de los doctores Juan Guillermo Gormaz, también del ICBM, Mauricio Cereceda, René Asenjo y Jaime Zamorano, Departamento Cardiovascular, Hospital Clínico, Universidad de Chile.


Doctores Ramón Rodrigo, Juan Guillermo Gormaz y Mauricio Cereceda.

El doctor Mauricio Cereceda, cardiólogo experto en electrofisiología, explica que la fibrilación auricular postoperatoria es una arritmia –es decir, latidos auriculares incoordinados y desorganizados- que se origina del desbalance entre la producción de especies reactivas del oxígeno y la capacidad del tejido cardíaco de detoxificarlas; es decir, estrés oxidativo, lo cual es producido luego de que el corazón es reperfundido o llenado nuevamente de sangre al finalizar una cirugía cardíaca con circulación extracorpórea. Así, sentencia que esta patología ocurre entre un 20% y un 40% de los pacientes, sin existir hasta la fecha una terapia farmacológica efectiva; lo más grave, añade el doctor Rodrigo, es que “su aparición puede hacerse permanente, requiriéndose el uso de medicamentos  antiarrítmicos de por vida, con todos los posibles efectos adversos asociados a su consumo”.

Estrategia inédita

 “Durante la situación de falta de oxígeno producida por la circulación extracorpórea, el tejido cardíaco tiene un cambio metabólico según el cual se activan enzimas que son productoras de radicales libres de oxígeno, pero que no tienen sustrato al no haber sangre y, por lo tanto, oxígeno. A causa de esto, al perfundir nuevamente con sangre normalmente oxigenada, se genera anión superóxido, que participa en una reacción con óxido nítrico, dando lugar a la formación de peroxinitrito, una sustancia altamente peroxidante que produce gran daño, durante una ventana de tiempo muy corta pero muy deletérea”, añade el doctor Rodrigo.

Asimismo, explica que con anterioridad a este estudio existía una controversia acerca de la capacidad de la terapia profiláctica basada en ácidos grasos Omega 3 de cadena larga –en especial los denominados EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico)- para reducir las arritmias postoperatorias. “Aquello obedecía a la presencia de estudios concordantes con nuestros datos, apoyados sólida y consistentemente por modelos animales, en contraposición a otros ensayos clínicos muy bien realizados, pero que no encontraron ningún beneficio. Por ejemplo, el Opera Trial de la Universidad de Harvard, publicado este año en el Journal of the American Medical Association, JAMA, es un ensayo clínico sobre más de 1.500 pacientes, pero que obtuvo resultados negativos”.

Por ello, en una estrategia inédita, el equipo del doctor Rodrigo planteó el uso de los mismos ácidos grasos, pero en una relación inversa a la probada en el exterior. “Solicitamos una formulación con mayor cantidad de DHA que de EPA, porque el primero se incorpora mejor y en menos tiempo al corazón que el último; se pueden ver resultados en una semana”, explica el doctor Gormaz. Pero, además, incorporaron el uso de vitaminas antioxidantes, como son la C y la E. “Nuestro objetivo era, mediante los ácidos grasos, producir un estrés oxidativo parecido al que ocurre en ausencia de riego sanguíneo, pero de leve intensidad, para “despertar” los mecanismos naturales de defensa de las enzimas antioxidantes, los cuales posteriormente reforzamos con las vitaminas C y E”.

Notables resultados

De esta forma, según el esquema propuesto por el doctor Rodrigo en un estudio randomizado doble ciego en un total de 203 pacientes, divididos en grupo control y grupo de intervención, una semana antes de la cirugía cardíaca se inició la terapia profiláctica con la combinación DHA-EPA y, cinco días después –dos antes de la operación- se agregó el uso de las vitaminas antioxidantes, todo lo cual se mantuvo hasta cuatro días después de la intervención. “Así, cuando se produce la reperfusión el corazón está mejor preparado y disminuyen notoriamente las probabilidades de desarrollar la arritmia o fibrilación auricular”, añade el doctor Rodrigo.

De hecho, su investigación redujo en un 66% la incidencia de fibrilación auricular, “lo que no tiene precedentes en la literatura internacional”, sentencia el doctor Gormaz, “lo cual fue demostrado mediante caracterización molecular, pues medimos las enzimas antioxidantes aumentadas en el tejido auricular de los propios pacientes, el cual nos fue proporcionado por los equipos de cirujanos. Eso nos dio los argumentos para sostener que la disminución del estrés oxidativo  con nuestro procedimiento era un factor que estaba contribuyendo a que estos pacientes redujeran el riesgo de presentar la fibrilación auricular”. “Pero aún más, este mismo esquema fue probado por un especialista en el Max Planck Institute de Alemania, con un grupo pequeño de pacientes, en los que llegó a una reducción de un 80% en la aparición de arritmia”.

Los resultados de esta investigación financiada por Fondecyt, que dio pie a una intervención inocua, de fácil acceso, de muy favorable costo-efectividad y sin ningún efecto secundario indeseado, fueron publicados en la revista Journal of the American College of Cardiology.

¿Cómo se podría incorporar este esquema al uso clínico diario?

Este es un estudio piloto en el que demostramos el efecto deseado, pero tiene que ir seguido de estudios multicéntricos a gran escala, según el cual este protocolo se aplique en diferentes recintos asistenciales. Con estos resultados estamos siendo pioneros, pensando sólo en que nuestros hallazgos sirvan para mejorar los resultados clínicos de los pacientes.

Si quiere revisar la publicación en el Journal of the American College of Cardiology, siga este vínculo: http://content.onlinejacc.org/article.aspx?articleid=172327

Cecilia Valenzuela León


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