Doctor Juan Pablo Torres. |
|
Cada año, 500 niños chilenos desarrollarán cáncer. Los tratamientos de quimioterapia disminuyen de manera aguda o crónica de granulocitos –tipo de glóbulos blancos-, condición que los puede predisponer a contraer infecciones y fiebre, denominado neutropenia febril, afectando a entre un 20% y 30% de los casos. Los antibióticos suelen ser el tratamiento de rigor para estos pequeños pacientes, sin que se especifique si es que el cuadro de fiebre corresponde a una infección viral o bacteriana.
Los estudios realizados en el marco de un proyecto Fondecyt de Iniciación del doctor Juan Pablo Torres, profesor asistente del Departamento de Pediatría y Cirugía Infantil Oriente de la Facultad de Medicina, han contribuido a determinar que los virus respiratorios son los agentes más frecuentemente detectados en pacientes pediátricos con neutropenia febril, siendo el del virus sincicial el de mayor frecuencia, seguido por rinovirus, parainfluenza e influenza. Además, su evolución fue muy favorable.
De forma paralela, explica que es imperativo determinar el significado real de la detección de un virus respiratorio en estos pacientes, “pues hasta ahora, la asociación entre la detección molecular de un patógeno y su correspondiente expresión en una enfermedad clínica es incierta”. Por ello, otro objetivo de este estudio fue caracterizar los perfiles de expresión génica e inmune de los menores enfermos en episodios de neutropenia febril causados por infecciones ya sea a partir de virus respiratorios, agentes bacterianos o ambos, determinando significativas diferencias entre los grupos.
Menos antibióticos, menos hospitalización, mayor calidad de vida
En lo que es el primer Fondecyt Regular del doctor Torres, el objetivo es tratar de asociar la severidad de la enfermedad respiratoria que presenten los niños con cáncer y neutropenia febril, a diferentes factores, como son la carga viral en nasofaringe y en sangre, el período que se demora la excreción viral y los niveles de citoquinas proinflamatorias, o respuesta inflamatoria inmune, que es variable en cada paciente. Además, validar un perfil transcripcional específico, “una huella digital de la expresión génica” propia de cada enfermo, para cada virus respiratorio detectado. “Un conocimiento nuevo e importante es entender el papel de la detección molecular de un virus respiratorio y su correlación con la patología resultante”, aclara.
Con este fin, reclutarán a 400 pacientes de los hospitales pediátricos coordinados por el Programa Infantil Nacional de Drogas Antineoplásicas, Pinda, como son el Exequiel González Cortés, Roberto del Río y Luis Calvo Mackenna. A ellos aplicarán evaluaciones clínicas en diferentes variables asociadas a su enfermedad de base y al episodio de fiebre, para luego obtener muestras nasofaríngeas y de sangre, las cuales se repetirán dos días, una semana y un mes después para ver tanto los niveles de carga viral como el tiempo que se demora el organismo en eliminarlo. Pero, además, se estudiarán 17 citoquinas –proteínas que regulan interacciones de las células del sistema inmune- para ver las posibles diferencias en la respuesta inflamatoria de los pacientes y, en subgrupos de pacientes estratificados según el virus detectado, se harán perfiles de expresión génica por microarrays para validar los perfiles transcripcionales, o respuesta genética propia de cada paciente, frente a cada patógeno. “Esto es muy novedoso y atractivo, y ya lo atisbamos en el proyecto anterior, pudiendo comparar esta huella genética entre controles sanos y los pacientes con neutropenia febril”.
Así, “la idea es obtener ‘marcadores’ de severidad de la infección viral respiratoria que, desde el momento del ingreso del niño al hospital, ayuden a predecir la severidad de su infección y a ofrecerle un tratamiento racional a su condición. Esto apunta a ofrecer terapias más personalizadas, evitando el abuso de antibióticos y días excesivos de hospitalización en el caso de los niños con infecciones de menor riesgo pero, al mismo tiempo, procedimientos oportunos y precoces a los pacientes de más riesgo; por lo tanto, una mejor calidad de vida a ambos. Queremos que la investigación no quede sólo en el laboratorio y que impacte en la atención de los niños, es lo más importante”.
Cecilia Valenzuela León
|