Doctor Juan Carlos Molina |
|
|
Esto ya lo comprobó el censo del 2002, según el cual se demostró que el grupo etario de mayor crecimiento porcentual lo componían las personas mayores de 80 años. Ha transcurrido una década, y el nuevo censo que se inicia hoy, muy seguramente, va a corroborar que somos un país envejecido. En este contexto, necesitamos el desarrollo e instauración de políticas públicas, en especial en materia de educación, en todos los niveles, para conocer y hacernos responsables del envejecimiento de una manera transversal.
Desde esta perspectiva, y como siempre ha sido, nuestra Universidad de Chile deberá marcar la pauta nacional, en el sentido de que éste sea un tema tratado en todas las disciplinas que imparte, en todas sus facultades y en todas sus aulas, para que los arquitectos hagan casas que sirvan y se adapten a la gente, y no al revés; que los urbanistas hagan ciudades para las personas y no para los autos; para que las políticas legislativas empiecen a considerar cambios legales en diferentes temas que afectan al adulto mayor, incluyendo en estas discusiones el aporte que pueden hacer geriatras y neurólogos especializados.
En esa mirada, la Facultad de Medicina continuará aportando a través de la formación de profesionales de la salud con conocimientos de manejo del envejecimiento biológico y su diferenciación del patológico, que aborden multidisciplinariamente y con enfoque gerontológico a los pacientes mayores. Por ejemplo, potenciando su autonomía desde la Terapia Ocupacional; haciendo un trabajo kinésico diferenciado; abordando el cuidado paliativo desde la Enfermería; en suma, dando una respuesta como universidad a lo que es la salud y la calidad de vida de nuestros adultos mayores.
Pero para iniciar este cambio, el principal elemento es el empoderamiento de las propias generaciones de adultos mayores. Se debe propender a directrices políticas, educativas y académicas cuyo objetivo sea que ellos y ellas “se crean el cuento”, ocupen espacios si es necesario hasta con cierta vehemencia, de tal manera que los mismos que les ofrecen solución a sus problemas en el momento de las candidaturas a cargos políticos deban responder con hechos concretos.
Hay que hacer la “revolución del bienestar”, un cambio valórico total que conceptualice que este país es para todos, gracias a la convivencia y el trabajo de las distintas generaciones en un aporte solidario, constante y permanente por lograr un mejor país. Por ejemplo, junto con bregar porque se terminen las discriminaciones de género en cuanto a sueldos, analizar propuestas respecto de una jubilación más tardía para las mujeres, como ya se está discutiendo en países de Europa, porque si ellas son discriminadas con menores ingresos durante su etapa laboral y con menos tiempo de imposiciones, en un escenario de mayores expectativas de vida, entonces se las obliga a enfrentar esos años en pobreza.
Si a eso se suma que no hemos desarrollado estrategias de prevención y predicción en lo que es mantener la autonomía y las capacidades funcionales, también la vejez irá acompañada de discapacidad. Por eso, es importantísimo incluir como eje central intransable del diario vivir de los chilenos acceso a alimentación saludable y a actividad física. Y, para ello, los estados deben generar políticas y estrategias preventivas que faciliten el acceso, por ejemplo, a terapias físicas y programas deportivos subvencionados a lo largo de toda la vida del individuo, de manera de propender a la mantención de la autonomía y la atención temprana de la discapacidad, para que no se transforme en dependencia.
Doctor Juan Carlos Molina Yons
Sección de Geriatría
Hospital Clínico Universidad de Chile
Presidente Sociedad de Geriatría de Chile
|
