“Que el terapeuta se inserte en los equipos de trabajo es fundamental para las mejoras no sólo de las prestaciones que ofrece el Sename, sino para el desarrollo de esas familias que viven tanta vulnerabilidad. Este tipo de servicios y capacitaciones apuntan a ese sentido”, señala Paula Soto, directora de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Facultad de Medicina.
El curso enmarcado en la labor de extensión que realiza esta unidad de pregrado, habilita a los funcionarios de Sename que trabajan abiertamente con niños, niñas y adolescentes, muchos de los cuales ya han sido separados de sus familias. Sename, a través de estos cursos que imparte la facultad, prepara a su personal para que la intervención que realiza en los centros tenga, por una parte, un enfoque de derecho, y por la otra, para que la cotidianidad de sus labores vaya enfocada a aquellos procesos de reparación que está viviendo el niño, de resignificación de las experiencias traumáticas vividas y de su propia vulneración.
En total se efectuarán diez cursos en cinco regiones del país. Hasta ahora, se han realizado dos en las regiones del Bío-Bío y en la Metropolitana; durante la segunda semana de septiembre los cursos se realizarán en Talca, y a fines de septiembre se llevarán a cabo en Valparaíso. El ciclo de capacitaciones finaliza en Temuco a mediados de octubre, en Temuco.
La importancia de la familia
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Las profesoras Sandra Mella y Magdalena Pardo, de la Escuela de Terapia Ocupacional, durante el taller para funcionarios del Sename. |
Magdalena Pardo, terapeuta ocupacional del plantel, que diseñó y dirige estos cursos, señala “lo que nosotros hacemos es mostrarles que en la cotidianidad uno está desarrollando roles, negociando, y como tenemos esa mirada tan específica, el Sename nos ha pedido que aportamos con esto a la especialización de los equipos de sus centros, para que ellos incorporen este elemento de las actividades diarias. El papel de la intervención es muy importante”. A ello, añade que “metodológicamente nosotros no venimos con una receta: trabajamos con los inscritos de una manera muy participativa, activa y dinámica, y les entregamos herramientas para que vayan viendo de qué forma es posible implementar esta mirada en sus propios centros, que tienen realidades distintas”.
Pero según explica la profesora Pardo, la clave para la consolidación de estos cambios es la familia. “Si los papás del niño no incorporan estos cambios a su cotidianidad los que se hagan en la consulta se pierden en el tiempo. Uno puede trabajar como terapeuta con un niño una, dos o tres veces por semana, 45 minutos o una hora; sin embargo, es en la relación cotidiana con los niños, desde que se levantan hasta que se acuestan, donde se pueden lograr muchas cosas con la intervención adecuada”.
Daniela Torres B. |