Doctor Jorge Allende |
La contribución de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, más allá de la preparación de los mejores profesionales de la salud, ha sido fundacional y señera en la generación de conocimiento biomédico para el país, tanto en sus laboratorios como en sus aulas, pues tiene una larga tradición formando a las nuevas generaciones de científicos jóvenes que alcanzan reconocimiento no sólo a nivel local, sino que a nivel internacional.
Desde comienzos del siglo XX ha sido así: escuelas de maestros como el doctor Juan Noé, que contribuyó a la erradicación de la malaria del territorio nacional, o como el doctor Eduardo Cruz Coke, que tuvo como discípulos a destacados investigadores como Jorge Mardones Restat, Héctor Croxatto Rezzio, Hermann Niemeyer –quienes fueron grandes científicos no sólo de Chile sino que del mundo- se radicaron en esta facultad, que tuvo la visión de comprender que formar en salud no es sólo enseñar lo que se sabe, sino enseñar lo que se hace.
Así es como, hace casi 50 años, tuve el privilegio de participar en la gestación del primer programa de Doctorado en Bioquímica del país, impartido entre las facultades de Medicina y de Ciencias de la Universidad de Chile, en épocas en las que las condiciones para hacer ciencia en nuestro país eran francamente adversas: no había ni recursos ni instituciones cuya misión fuera fomentar la generación de conocimientos nacionales, en ninguna disciplina.
Hoy se gradúan más de 440 doctorados al año, y de ellos más de 120 pertenecen al área de la biología. Los doctorados en medicina aún son pequeños numéricamente, pero de gran exigencia formativa; el Doctorado en Ciencias Biomédicas de nuestro plantel es el que más estudiantes tiene, en todo el país, y uno de los que más graduados entrega, con los mayores estándares de calidad: por cada tesis, hay más de dos publicaciones científicas en revistas internacionales con impacto ISI.
Esto es fruto de esta visión que la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile tiene en la materia, no sólo apoyando la gestación de estas iniciativas de postgrado sino que con políticas que respaldan la labor científica de sus académicos; fue el primer plantel de la Casa de Bello que contrató investigadores en jornada completa, para que pudieran dedicarse a sus estudios, además de a la docencia. Pero también la creación de su Instituto de Ciencias Biomédicas en 1997, del cual fui su primer director, potenció la interacción entre sus investigadores y ofreció la posibilidad de formar grupos interdisciplinarios para la producción de grandes proyectos científicos.
Es por eso que esta institución es uno de los mayores centros de investigación del país, con el más alto número de publicaciones científicas y más doctorados graduados al año. He tenido la magnífica oportunidad de ser parte de esta facultad, formando discípulos talentosísimos donde hay tanta necesidad de ellos, lo que ha sido un privilegio para alguien que, como yo y como muchos académicos de este plantel, hacemos ciencia no sólo porque nos gusta y porque pensamos que es bueno para el país, sino porque vemos una responsabilidad social en ello, pues estamos convencidos de que es una manera de amar al prójimo.
Profesor doctor Jorge Allende
Profesor Titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile
Premio Nacional de Ciencias 1992
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