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Nº 164 - 24 de diciembre de 2010

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Artículo del doctor Eduardo Rosselot
Recuerdo del doctor Jorge Ahumada Lemus

  • Acaba de fallecer el Dr. Jorge Ahumada Lemus, destacado especialista en nuestro ámbito académico, pero sobre todo modelo de las virtudes que se han reconocido como propias del profesionalismo en salud y del docente impregnado de un carácter humanista  acendrado, que no dejó de prodigar en sus 95 años de vida y altruista dedicación a los enfermos y necesitados de ayuda y afecto.

Dr. Jorge Ahumada Lemus

Como médico, formado inicialmente en la Universidad Católica al egresar del Liceo Alemán en Santiago, y completados sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, trabajó desde temprano en su sede del Hospital San Vicente y luego en el Hospital Clínico de la Universidad. En la Cátedra del Prof. Avendaño Montt, se incorporó a la tarea docente que desarrolló con brillo e innovadoramente, precediendo incluso a muchos sobresalientes académicos que tardaron en intuir o asimilar las nuevas competencias del aprendizaje profesional, privilegiando las iniciativas y el quehacer de los alumnos sobre la transferencia paternalista de la información y el conocimiento del profesor.

Contribuyó poderosamente a crear la especialidad de Cardiología en el país, liderando su desarrollo, en el área Norte, como Jefe de la Sección de Cardiología en uno de los Servicios de Medicina del San Vicente de Paul. Luego, en el Centro de Cardiología, que surgió luego de la fusión de las Cátedras de Medicina y, posteriormente, ya en el Centro Cardiovascular del Hospital Clínico. Su acción fue al unísono con los más activos promotores de la especialidad en otros campos clínicos; integrándose al ámbito de los inductores de la moderna Cardiología que implementaron las nuevas técnicas de estudio, las exploraciones hemodinámicas, los exámenes electrocardiográficos y funcionales que cambiaron radicalmente el diagnóstico, la evolución, las terapias y el pronóstico de las cardiopatías. Entre ellos, una decena de personalidades, que vale la pena mencionar como los primeros cardiólogos clínicos en nuestro medio que, incorporando a su ejercicio alta tecnología y saber básico, le dieron el impulso que requería para igualar sus resultados con la más relevante experiencia mundial.1

En 1961 asumió la Presidencia de la Sociedad Chilena de Cardiología. Como Profesor Titular de la Facultad de Medicina, llevó a cabo una fecunda labor en pre y postgrado, donde formó sucesivas promociones de alumnos en su disciplina, entre 1950 y 1985. Sin embargo, la conjunción de su espíritu social y las nuevas orientaciones en la política asistencial ya emergentes a fines del siglo pasado, con clara tendencia a una mayor cobertura médica para la población con más requerimientos y sin exceder costos racionales, y su natural intuición por conciliar su actividad profesional, con la calidad y ética de su vida, lo llevó a dejar su compromiso con el Hospital Universitario, acogerse al retiro en dicha función y a optar por la asistencia primaria en un consultorio periférico de atención familiar (Cesfam Cristo Vive, en la Comuna de Recoleta). Ahí, pudo conciliar su altruismo en la medicina, su dedicación al desvalido, y su celo religioso. Como ha sido recordado en los últimos días, en el seno de la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, demostró “siempre amor por el prójimo y, por sobre todo, a su Dios, realizando obras concretas de beneficencia en favor de su profesión bajo el alero de la religión, uno de sus mayores soportes”.

Esteban Gumucio, amigo entrañable y uno de los guías espirituales que más cerca estuvo de Jorge, lo retrató igualmente con gran fidelidad aplicándole la siguiente bienaventuranza: “Bienaventurados los viejos que abren camino a los jóvenes y los escuchan en sus descubrimientos y entusiasmos, porque se sentirán jóvenes de corazón”.2  Sin duda esa felicidad fue sentimiento predominante en la existencia del Dr. Ahumada, motivo y cosecha de su cometido académico y sanitario a la Universidad y a la sociedad que recibió tanto de él.

El modelo contingentemente promovido hoy en los Servicios de Salud, para una atención primaria efectiva, no podría estar más cerca de esta opción, 3 cuya elección individual en situación de retiro legal podría significar un grado más profundo de apoyo de los sub-especialistas, incluso, a combatir el déficit de capital humano disponible para la medicina ambulatoria pública. Faltaría quizás tan sólo que pudiera discernirse, con una mayor especificación de los planificadores  de la calidad asistencial y de los usuarios, la conveniencia de recibir en consultorios periféricos la atención compartida  de cardiólogos clínicos con el seguimiento de pruebas de mayor tecnología y evidencias instrumentales; sin exigencia necesariamente de hospitalización, pero con resultados que validarían en rigor e incremento de efectividad terapéutica la atención en salud ofrecida.

Una vez más, el legado ejemplar y generoso de la actitud profesional de Jorge Ahumada, sería digno de ser acogido y reproducido, reviviéndose así su vocación y su compromiso profesional de por vida.

Prof. Eduardo Rosselot Jaramillo.

1 Por orden de abecedario y en la reverberación de su presencia, sin merma de los involuntariamente omitidos, Ahumada, Brodsky, Hervé, Illanes, Niedman, Rojas Villegas, Pérez Olea, Sepúlveda. A su lado nos formamos sus discípulos, en la Universidad de Chile, sin olvidar las estadas de perfeccionamiento en el extranjero y las sub-especialidades, y no dejaron de recibir de ellos también su influencia quienes surgían en otros centros o unidades cardiológicas,  pincipalmente  universitarias.

2 Elocuente versículo de las Bienaventuranzas del Viejo, escritas por el Padre Esteban Gumucio, SS.CC., aludiendo a la personalidad de Jorge, y pronunciado al celebrarse su sepelio; final que fue verdaderamente “celebrado” en mérito de la paz, tranquilidad y aceptación de su tránsito al término de una vida proba, creativa, y plena de dignidad. 

3 Montoya-Aguilar C, Ipinza M.-  Un programa para recuperar y mejorar el aporte de los médicos en la Atención Primaria de Salud. Cuad. Méd. Soc. 2009; 49 (1): 16-25.