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Nº 147 - 17 de agosto de 2010

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ICBM capacita a 10 profesionales
latinoamericanos en toxinas marinas
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Con apoyo del Organismo Internacional de Energía Atómica
ICBM capacita a 10 profesionales
latinoamericanos en toxinas marinas

  • Se formarán en los laboratorios que tiene la U. de Chile en Santiago y Castro.

El laboratorio de Toxinas Marinas del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, dirigido por el doctor Benjamín Suárez, está participando en la capacitación técnica de 10 profesionales que provienen de diversos países latinoamericanos.


Abel Mendoza, Dr. Benjamín Suárez y Susana Briceño.

La actividad se enmarca en un proyecto del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) del Programa ARCAL (Acuerdo Regional de Cooperación para la Promoción de la Ciencia y Tecnología Nucleares en América Latina y El Caribe), en el que participan actualmente Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

El objetivo del ARCAL es potenciar el desarrollo de la ciencia y tecnología nuclear en la región, así como la cooperación técnica entre los países asociados, específicamente en lo que se refiere a salud humana. “Nuestro laboratorio es una unidad de capacitación regional para este programa, por eso recibiremos hasta diciembre a dos profesionales por mes que se entrenarán con nosotros en técnicas oficialmente aceptadas para el análisis de toxinas marinas, tanto en Santiago como en el laboratorio que tiene la Universidad de Chile en Castro, ambos oficialmente autorizados por el Servicio Nacional de Pesca”, explica el doctor Suárez.

El docente, quien además es subdirector Académico del ICBM, añade que las actividades serán eminentemente prácticas y tutoriales, ajustadas a las necesidades de cada profesional. Al finalizar el mes los alumnos recibirán un certificado generado por la Facultad de Medicina que acreditará la obtención de las competencias requeridas: “Los evaluaremos tal como si fueran miembros de nuestro laboratorio y también les haremos un examen escrito”, señala.

Problema global
En agosto llegaron los primeros estudiantes: Susana Briceño Guevara, química del Centro de Investigación en Contaminación Ambiental de la Universidad de Costa Rica, y Abel Mendoza, biólogo y auxiliar de investigación del Laboratorio de Toxinas Marinas de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad de El Salvador.

“Costa Rica es un país principalmente agrícola, por ello en nuestro laboratorio nos hemos dedicado más bien a analizar los residuos contaminantes generados por los plaguicidas, metales pesados y productos orgánicos, sin embargo, ya que somos un grupo multidisciplinario también estamos trabajando con el agua. De ahí que nos hayamos interesado en incluir dentro de nuestros estudios las toxinas marinas”, explica Susana Briceño.

La especialista agrega que cuando vuelva a su país implementará un laboratorio de toxinas marinas en la universidad donde se desempeña.

“En los últimos años hemos tenido manifestaciones de marea roja bastante significativas, sobre todo en la costa del Pacífico. Es allí, justamente, donde se ubican los mayores cultivos de conchas y moluscos que se ven afectados con estas floraciones que no sólo producen la muerte de peces, sino también perjudican a mariscadores y pescadores a causa de la veda” , comenta.

Otro tanto ocurre en El Salvador. Según explica Abel Mendoza el año 2004 la marea roja se hizo sentir en las costas del país centroamericano: “El fenómeno duró alrededor de siete meses provocando la muerte de cuatro personas, generando varios intoxicados y afectando la fauna local, ya que sólo en ese período se contabilizó la muerte de 350 tortugas marinas”.

Nació entonces la inquietud de crear un laboratorio que investigara y analizara el tema, el cual fue montado recién el año pasado con el apoyo de la OIEA. “Los estudios que efectúa el Estado con bioensayo de ratón sólo se llevan a cabo cuando se detecta algún problema, ahora, en cambio, se pretende establecer un análisis mensual, principalmente en moluscos bivalvos, con el fin de contar con un sistema de alerta temprana”, comenta Abel Mendoza.

Por eso, añade, venir a Chile a capacitarse es un desafío interesante porque le permitirá profundizar en técnicas que aún no se emplean en su país para detección de toxinas marinas como, por ejemplo, la cromatografía líquida de alta resolución o el bioensayo de ratón con método estandarizado.

Susana Briceño agrega que “estamos muy contentos de haber venido a la U. de Chile, una institución que está a la vanguardia en la investigación de las ciencias biomédicas a nivel latinoamericano y que nos da la oportunidad de ampliar los conocimientos para replicarlos en nuestros países de origen”.

Cecilia Coddou