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Nº 132 - 19 de abril de 2010

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PULSACIÓN SEMANAL

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Recibirá la distinción en una ceremonia que se realizará el 12 de mayo
Doctor Rodolfo Armas Merino,
Premio Nacional de Medicina

  • La doctora Cecilia Sepúlveda, decana de nuestro plantel y miembro del jurado, destacó la trayectoria del académico de la Universidad de Chile no sólo en el área asistencial sino “formando médicos y profesionales de la salud, con profunda vocación docente y científica, porque, además, ha hecho significativos aportes en el área de las enfermedades hepáticas, con publicaciones en importantes revistas nacionales y extranjeras”.

Doctor Rodolfo Armas Merino,
Premio Nacional de Medicina.

El nombre de este destacado hepatólogo está fuertemente enraizado con la historia médica, política y social del Chile del último siglo y se ha repetido por tres generaciones de médicos: es el hijo de Rodolfo Armas Cruz y padre de Rodolfo Armas MacDonald.

El 14 de abril de 2010 recibió el llamado del doctor Alejandro Goic, presidente de la Academia de Medicina de Chile, para informarle que había sido distinguido con este nombramiento. Tanta no fue la sorpresa, dijo, porque le tocó ser secretario de actas en una de las sesiones en la que eligieron a los candidatos para este premio; pero no por eso la alegría fue menor porque, nobleza obliga, “creo que hay gente mejor que yo”.

Santos en la corte tuvo, claro. El Padre Hurtado, ni más ni menos. Su padre y su hijo ya fallecidos. También las víctimas de los derechos humanos reconocidas en el Informe Rettig. Quizás, también, Paula, la hija de la escritora Isabel Allende.

El Padre Hurtado, porque cuando estaba enfermo, el médico que lo atendió fue su padre, el Dr. Armas Cruz, quien se quedó sorprendido cuando, al informarle que su dolencia era mortal, se mostró tremendamente feliz, agradecido por la posibilidad de despedirse de los amigos y de no sufrir dolores. El mismo Armas Cruz, del que el galardonado dice haber sido independiente, tanto que no se formó bajo su alero en el Hospital San Juan de Dios sino con su “rival” académico, el doctor Hernán Alessandri, en el Hospital del Salvador, para luego proseguir su camino en Valparaíso y, de vuelta en Santiago, junto al doctor Gabriel Lobo Parga, quien lo llevó a la Hepatología y a la administración docente. De su padre, dice que fue el mejor clínico que alguna vez conoció; de hecho, fue el médico de cabecera del Presidente Juan Antonio Ríos. De Lobo Parga, añade que fue su primer modelo a seguir dada su entrega asistencial y científica.

Labor de reparación y reconciliación

De su fallecido hijo, el doctor Armas MacDonald –oftalmólogo como su madre, la doctora Patricia MacDonald- el galardonado afirma: “de él aprendimos a ser padres, a ser padres a quienes se les muere un hijo, y a enseñar, viéndolo a él aprender”.

El Dr. Armas Merino fue el único especialista del área de la salud y sin compromiso partidista alguno que integró la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación para las víctimas consignadas en el  Informe Rettig, creada para asignar recursos a las familias de estas personas. Una labor de tres años analizando caso a caso, distinguiendo la muerte natural de los decesos por abusos, gracias a la que volvió a fumar, pero que le sirvió para conocer más ese pedazo de nuestra historia reciente.


Doctores Alfredo Velasco, Luis Martínez, Pablo Rodríguez, Andrés Heerlein, Alejandro Goic, Cecilia Sepúlveda y David Rojas.

Entre otros muchos casos de porfiria, tuvo la oportunidad de conocer el caso de Paula Frías, hija de la escritora Isabel Allende, quien murió en California luego de que se le desencadenara un episodio de esta enfermedad: “Nunca se entendió bien el curso que siguió la enfermedad en esta niña, que venía de una familia de porfíricos por parte del padre”. La porfiria es una patología a la que llegó por ayudar a una conocida que estaba en los huesos, la cual le sirvió para formar uno de los primeros grupos en el país en estudiarla, junto al bioquímico Carlos Wolff, también académico de nuestro plantel, y hacer pioneras investigaciones y publicaciones.

Sin duda, los que estarán más contentos con este premio son los cientos de pacientes a los que continuamente y hasta hoy atiende en el Hospital San Juan de Dios, de quienes “aprendo más que de los que me pagan”, y los muchos médicos y especialistas que, a su lado, han aprendido tanto los secretos de la disciplina como la importancia de escuchar y tener cercanía con los enfermos. Fue el modelo que imitó de los doctores Gabriel Lobo Parga y Esteban Parrochia, sucesor de su padre a la cabeza del Servicio de Medicina Interna Occidente y su predecesor en recibir el Premio Nacional. La marca de vocación de servicio público que espera haber dejado a las nuevas generaciones.

Porque los enfermos están primero

“Soy médico, no un científico”. Con estas palabras del doctor Leonard McCoy, el famoso personaje de la serie de ciencia ficción Star Trek, el doctor Alejandro Goic, presidente de la Academia de Medicina de Chile reafirmó lo que son las bases para el otorgamiento del Premio Nacional de Medicina: la asistencia a los enfermos.


Doctor Alejandro Goic

Así lo explicó en conferencia de prensa realizada el 14 de abril del 2010, en su calidad de presidente del jurado que eligió, en esta oportunidad, al doctor Rodolfo Armas Merino. Según estipula su normativa, “deberá recaer en un médico que haya sobresalido entre sus pares en el área clínica o de salud pública que, además, haya tenido un rol destacado en  la docencia universitaria, la administración pública o la investigación”.

Este panel de expertos está integrado, como miembros estables, por los presidentes de las cuatro entidades médicas más representativas del país, como son la Academia de Medicina de Chile, el Colegio Médico del Chile –encabezado por el doctor Pablo Rodríguez; la Asociación de Facultades de Medicina de Chile, representada por su vicepresidenta, doctora Cecilia Sepúlveda, y la Asociación de Sociedades Científicas Médicas, liderada por el doctor Andrés Heerlein. 

Además, tres representantes de sociedades de especialidades médicas escogidas al azar, y que en esta oportunidad fueron el doctor David Rojas, presidente de la Sociedad Chilena de Neurología; el doctor Luis Martínez, de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología y el doctor Alfredo Velasco, de la Sociedad Chilena de Urología.

El doctor Goic finalizó el encuentro refiriéndose a la relevancia que tendría que este Premio Nacional fuera integrado a las distinciones que otorga el Estado en diferentes disciplinas, “porque destaca contribuciones no sólo en la respectiva disciplina de la salud, sino el aporte al país que se hace en el estudio de diferentes patologías y atendiendo a los enfermos”.