La misa se realizó el 10 de diciembre de 2009, oficiada por el Cardenal Arzobispo de Santiago, Monseñor Francisco Javier Errázuriz y con la presencia de las máximas autoridades tanto de la Facultad de Medicina como del recinto asistencial.
El Cardenal Francisco Javier Errázuriz bendijo la restaurada capilla. |
En la oportunidad, Francisco Navarrete, en representación de la Fundación San Vicente de Paul, se refirió brevemente a la biografía del ingeniero químico Roger Couly Leyrit, quien durante su vida trabajó en la preparación y entrega de medicamentos en el lazareto del antiguo hospital, y que al fallecer donó sus bienes para financiar la restauración de la capilla. Asimismo, se refirió al convenio que su entidad estableció con la Universidad de Chile, según el cual académicos de la Facultad de Arquitectura participaron de los trabajos de renovación del inmueble.
Durante la ceremonia, Monseñor Errázuriz bendijo las renovadas instalaciones, felicitó la belleza de las obras, llamando a que sus puertas siempre estén abiertas a todos quienes lo necesiten y presentó a quien será el encargado de su pastoral, el sacerdote Jesús Bonachia.
Finalizando el encuentro, el director del Hospital Clínico, doctor José Amat recordó el origen histórico del Hospital San Vicente de Paul y su capilla, inaugurados en 1876, y la posterior demolición del recinto asistencial en 1952, para dar paso al Hospital José Joaquín Aguirre. Por último, también invitó a toda la comunidad a hacerse parte de esta capilla.
El doctor José Amat, director del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, invitó a toda la comunidad a hacerse parte de este remozado templo. |
Recuperando arquitectura y arte religioso
La restauración de la Capilla San Vicente de Paul, ubicada en el patio interior del Hospital Clínico y la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, constituye un significativo proyecto arquitectónico con una inversión superior a los 700 millones de pesos.
El gran proceso de restauración involucró, entre otras etapas, la recuperación de los vitreaux creados a partir de los escasos cristales franceses que sobrevivieron al paso de los años y a los incontables robos. Asimismo, otra de las tareas consistió en recuperar la iglesia como tal, respetando fielmente la construcción original; así, los expertos se dedicaron a darle valor a la fachada, la gran bóveda, suelos, muros y techumbres, y a la figura de Cristo que debió ser restaurada minuciosamente, pues permanecía bajo varias capas de pintura al látex, al igual que gran parte de los muros interiores del templo.
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