Desde el año 2002 que la terapeuta ocupacional de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, profesora Laura Rueda, está asistiendo a los congresos mundiales de bioética que se llevan a cabo en diversas partes del mundo.
Marla Solari y Laura Rueda. |
El 2006 viajó a Beijing junto a Marla Solari, directora del Centro de Salud Familiar Cristo Vive, para presentar un trabajo sobre integración intercultural que realizaron con la académica de la Escuela de Enfermera Irene Acevedo en la Región del Bío Bío, y este año llevaron a cabo tres exposiciones orales en las áreas de salud pública, ensayos clínicos y perspectiva de bioética en Latinoamérica.
“Es muy gratificante que a nivel internacional ya nos consideren como miembros activos de los profesionales mundiales dedicados a la bioética y, particularmente, en el área donde nosotros hemos centrado nuestras investigaciones y estudios, que está relacionada con el ámbito comunitario”, explica Laura Rueda, magíster en Bioética.
La académica destaca que en un comienzo acudían a los congresos sólo como asistentes, más tarde llevaron póster e hicieron presentaciones orales en las actividades satélites de estas reuniones, pero a partir de este año fueron incorporadas a las mesas principales del evento.
“Esta disciplina es muy importante en el campo de la salud y nosotras agradecemos el apoyo que nos ha brindado el plantel para viajar y exponer nuestros esfuerzos locales, que son muy valorados en el extranjero y que han despertado interés en distintos grupos”, añade Laura Rueda.
Consentimiento informado
La académica de la Escuela de Terapia Ocupacional viajó en septiembre de este año a Rijeka, Croacia, al IX Congreso Mundial de Bioética denominado el Desafío del Intercambio Cultural en el siglo XXI, evento al que asistió con Marla Solari y la abogada de la Facultad de Medicina y magíster en Bioética, María Angélica Sotomayor, donde presentaron sus indagaciones científicas en las que también colaboraron Irene Acevedo y la doctora Tatiana Escobar.
“Analizamos la legibilidad de los consentimientos informados para ensayos clínicos en la atención primaria, para lo cual evaluamos un documento modelo que fue aplicado como estudio exploratorio en el Cesfam Cristo Vive”, resalta.
La investigación demostró que la gente “entiende poco” los consentimientos informados pero participa en los ensayos clínicos porque confía en los profesionales de la salud y, además, le interesan los beneficios que puedan obtener de estos estudios. “Las personas creen que los médicos no los van a engañar, al contrario sienten que quieren protegerlos pero aún así no es ético que ocurra esta situación”, apunta Laura Rueda.
Profesora Laura Rueda |
De ahí que el segundo trabajo se orientara a buscar una solución a esta problemática: “Propusimos crear un facilitador cultural, es decir, una persona que surge de la propia comunidad y a quien se capacita en salud para que pueda adaptar el lenguaje científico al contexto lingüístico donde se desempeña. Esto es parte de lo que se conoce como ética narrativa”, plantea la académica.
La investigadora añade que este asunto es muy relevante si se considera que algunas personas, por desconocimiento o motivados por el interés de no quedar fuera del ensayo, podrían reservarse información importante que, eventualmente, alteraría el resultado de la investigación.
Asimismo, Marla Solari presentó un estudio sobre el perfil social de la comunidad vulnerable al contagio de TBC en Chile y su manejo desde la perspectiva de la salud pública.
“En este último congreso las únicas participantes de Chile fuimos nosotras y me parece que es necesario potenciar la inclusión de los profesionales nacionales en estas reuniones, ya que así colaboramos con la formación no sólo de los especialistas, sino también de la comunidad en general”, acota.
Cecilia Coddou |
