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Nº 59 - 6 de agosto de 2008

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PULSACIÓN SEMANAL
 
 

Opinan expertos de la U. de Chile
“Se debe evitar crear alarma excesiva frente al tema de las dioxinas”

  • Académicos de la Facultad de Medicina de esa casa de estudios aclaran que este agente tóxico está presente desde hace mucho tiempo, al igual que otros que se encuentran en el aire contaminado y en el humo del tabaco. Recomiendan no dejar de consumir carne de cerdo, pues “la cantidad de dioxinas que había antes es la misma que hay ahora”; sin embargo, advierten que es necesario preocuparse del tema a nivel de gobierno”.

La escasa información que existe en Chile respecto de la presencia de dioxinas en alimentos, como la carne de cerdo, no permite afirmar que estemos ante un problema mayor a lo que ha sido el nivel histórico de exposición de la población a este agente cancerígeno. Por lo tanto, la información que se entregue a la comunidad debe ser dada en ese contexto o, de lo contrario, se generará una alarma y una sobrerreacción inapropiada. Así lo señalaron académicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, al analizar la forma en que la opinión pública está siendo informada luego del cierre del mercado japonés a las importaciones de carne porcina chilena.

El jefe de la división de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública y experto en salud ambiental, Dante Cáceres, afirmó que en nuestro país, si bien se han hecho mediciones, “no existe una adecuada caracterización del riesgo, es decir, que se explique claramente qué son las dioxinas, una definición apropiada de las fuentes de exposición, quiénes están más expuestos, cuáles son los niveles existentes y el riesgo efectivo a largo plazo en nuestra población”. Agregó que hay otros contaminantes altamente tóxicos, a los cuales la gente está expuesta permanentemente en forma voluntaria o involuntaria y sobre los cuales no se habla mayormente, como los hidrocarburos policíclicos y las nitrosaminas. “Estas sustancias, que se encuentran en el aire contaminado y en el humo del tabaco, producen efectos mucho después de la exposición, entre ellos cáncer y malformaciones fetales, al igual que las dioxinas. Es por eso que no existe un nivel seguro de ellos, y las agencias internacionales recomiendan llevar los niveles de exposición lo más cercano a posible al valor cero”, precisó.

En este mismo sentido, el bioquímico Luis Quiñones, subdirector del Centro de Investigaciones Farmacológicas y Toxicológicas, del Instituto de Ciencias Biomédicas, sostuvo que en este momento las dioxinas –que son el grupo de agentes cancerígenos más potentes conocidos- aparecen como una situación muy grave, en circunstancias que han existido por mucho tiempo, pues su presencia está asociada a algunas actividades industriales específicas. Por lo tanto, recomienda que “si la gente ha comido carne de cerdo en todo este tiempo, que lo siga haciendo, porque la cantidad de dioxinas que había antes es la misma que hay ahora y es posible encontrarlas también en otros productos alimenticios, en bajos niveles”. A su juicio, la preocupación actual deriva del cierre de un mercado que tiene normas más exigentes que las nuestras y no de un aumento real en los niveles de riesgo. “El tema de las dioxinas es ciertamente importante, pero es necesario mantener un control y una preocupación permanente, no tan sólo en eventos particulares como el recientemente ocurrido con los cerdos o el ocurrido hace algunos años con el incendio de Mathiesen-Molypack en Lo Espejo”, puntualizó Quiñones.

Ambos profesionales coinciden en que ello no significa que haya que restarle importancia al tema. Por el contrario, advierten, las autoridades debieran tomar todas las medidas necesarias para proteger la salud de las personas y los ambientes en que éstas se desenvuelven. En el caso de las dioxinas, aseguran que, al mejorar los procesos industriales, no sólo se reducirá la cantidad de este contaminante, sino también de otros que normalmente están en el aire, el agua, el suelo y los alimentos. Sugieren que el gobierno convoque equipos de trabajo para generar diseños apropiados para la caracterización del riesgo de nuestra población a este tipo de contaminantes.

Respecto de la manera en que la opinión pública está recibiendo la información, la académica de la Escuela de Salud Pública y especialista en comunicación y salud, María Teresa Valenzuela, opinó que exponerse a una comunicación imprecisa o confusa puede convertirse en agravante de una situación que, de por sí, es preocupante. Indicó que “una población bien informada, que cuenta con herramientas concretas para dimensionar sus riesgos y enfrentarlos con conocimiento y no con sensaciones, se convierte en la mejor aliada a la hora de prevenir o controlar situaciones de peligro para la salud.

Daniela Araneda